Fue una gran alegría recibir la noticia de que mi antiguo compañero del Nuevo Cojo Ilustrado, camarada de batallas y hasta roomate en algunos viajes, Xavier B. Fernández, publicó su novela, “El sonido de la noche” con la gente de Martínez Roca y el grupo Planeta.
Después de que me quedase atascado en Barcelona a causa del ataque bacteriológico que lanzó la CIA sobre Europa creando una nube de cenizas (esto lo sabe todo el mundo), terminé encerrado en casa de Xavier, asaltando su colección de embutidos ibéricos y compartiendo conversaciones sobre Kerouac (esta situación creó un sismo en su relación familiar ya que Thelma, su gata, no es muy dada a compartir la atención del amo).
En esos días estuve absorto en la lectura de su novela, “El sonido de la noche“. Más que alegrarme por su publicación con uno de los gigantes de la literatura española, me sentí orgulloso de lo que él ha logrado en este trabajo.
Porque “El sonido de la noche” se distingue por su ritmo taimado, su capacidad para mantener la trama y el suspenso andando, sin sacrificar una acuciosa investigación que llena al lector de datos históricos y anécdotas curiosas de todo tipo.
La acción sucede en Barcelona, hacia finales de los años 50. Fernández se esmera en pintar una ciudad deprimida y grisácea donde su personaje principal, un afroamericano canoso con bastante sobrepeso, nos invitará a seguir su historia.
A continuación, el libro estalla con una serie de referencias al movimiento jazz de la época, que vio gente como Thelonious Monk, Bird Parker y Miles, pasar por la ciudad. Es por ello que “El sonido de la noche” debe leerse como un disco de beebop: su prosa se acelera, juega con onomatopeyas y sienta las bases para los diálogos y las acciones.
Pero “El sonido de la noche” no es un trabajo documental. Con el panorama de las descargas en el Jamboree de fondo, la novela rápidamente evoluciona en una historia de suspenso, con cuentos sobre la cosa nostra, tiroteos y crucifixiones sobre un piano; mujeres seductoras, falangistas tuertos y un gato llamado Satchmo.
Para adobar el cóctel explosivo, Xavier nos conduce por una serie de anécdotas históricas de la época, sobre todo en torno a la Segunda Guerra Mundial, utilizando para ello una mirada estrictamente catalana. Nos recuerda que dos de cada tres miembros de la resistencia francesa eran españoles antifranquistas, que los españoles liberaron la prisión de Mathausen y esperaron a los aliados con una pancarta saludándolos, así como la decepción de los antifascistas al ver a Eisenhower estrechar la mano de Franco en vez de combatir el último bastión del fascismo en Europa.
Los dejaré entonces con una cita personalísima, que no refleja para nada la obra en su totalidad, pero que yo, como venezolano, utilizaré descarada e irresponsablemente fuera de contexto porque me da la gana (de qué sirve un blog, si no).
“Este es un país de catetos y palurdos. Un país de ignorantes que se enorgullecen de su ignorancia y hasta alardean de ella. Un país de sumisos que presumen de rebeldes mientras gritan “vivan las cadenas” y “abajo la inteligencia”. Este es un país de gente que chilla mucho en su casa pero que esconde la cabeza dentro del agujero del culo en cuanto sale de ella. Este es un país de gente que desprecia la excelencia, aplaude la mediocridad y se reconforta con su propia y grosera pequeñez. Mírelos”
(p. 82).
Así que ya sabes: ¿estabas borracho en la fiesta de San Jordi y compraste sin querer un bodrio sobre vampiros juveniles o niños que van a escuelas de mago? Todavía estás a tiempo. Busca tu recibo y ve a cambiarlo por una de las novelas más interesantes que leerás este año.
Gracias por las flores, viejo camarada. Merecen todos los embutidos ibéricos que devoraste en casa. No, en serio, es el análisis más inteligente de los que se han publicado sobre el libro; los que ha publicado la prensa convencional hasta ahora son laudatorios también, pero bastante superficiales.
Por si alguien se lo pregunta, el país de catetos y palurdos del que habla la cita es España. Sólo siendo el país así se entiende que dejara que le gobernase un milico palurdo como Franco hasta que murió de viejo, en vez de ejecutarle y colgarle por los pies en la plaza pública como hicieron los italianos con Mussolini; lo mismo que deberían hacer ahora con Berlusconi. Ya están tardando.
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Vinz:
Por un momento pensé que la cita se refería a nuestra querida Venezuela, pero luego recapacité y me di cuenta que en Venezuela se grita Patria, Socialismo o Muerte y Uh!Ah! Chávez no se va!
Pero para aumentar mi confusión ahora resulta que tu amigo Xavier habla de un milico palurdo y me vuelven a asaltar las dudas…
Espero que el libro llegue al país para poder escuchar El sonido de la Noche.
Supongo que podríamos salir con una pavada de esas de que, “la historia se repite” y que el clima descrito por Xavier sobre la España de Franco es parecido (mutatis mutandis) al de otros países que NO voy a mencionar…
Pero claro que coloqué la cita a propósito, porque soy un provocador pagado por la CIA. Además, esto de los blogs está muriendo. Si uno no se pone a colgar videos porno o a decir sandeces contundentes, pues nadie te lee.
Francamente, en este mundo no cabe un pseudo Hunter Thompson más…
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