Tengo serias reservas con respecto a la crítica de cualquier tipo, pero sobre todo en lo que se refiere a lo literario y a lo cinematográfico. No sé, se me vuelve pedante, pseudo-erudito, constipado y hasta ridículo.
No quiero decir que no se pueda criticar ni comentar sobre nada. Todo lo contrario, los que leen este blog saben que si a alguien le gusta opinar es a your humble narrator, como diría Anthony Burgess. Me refiero más bien a una forma de crítica en particular, aquella que se da en salones de clase cerrados, donde lo que al final queda es una especie de ecuación matemática que “analiza” algo y que más bien roba todo lo que hay de artístico en el libro o película en cuestión.
Es decir, cada vez me convenzo más de que la gente que estudia letras sufre una cura de desintoxicación después de la cual jamás serán escritores. Se forman profesores de literatura, gente cultivada y erudita, críticos literarios de toda clase, pero escritores, así como quien dice alguien que aprende o sabe escribir, no salen muy frecuentemente de las escuelas de letras.
¿Por qué? Simplemente porque parece que les metieran tantas teorías, estructuras y conceptos en la cabeza que terminan por quitarles todo lo que tienen de humano, y sin eso, pues lo que se escribe sale, como decirlo, piche pues. Digamos que haré una afirmación tajante: No me gustan los críticos. Por críticos no me refiero a la gente que tiene opiniones o puntos de vista, me refiero a esa gentuza que parece ser que como nunca pudieron escribir o hacer algo, se dedican a destruir todo lo que los demás hagan, sobre todo si es original. Esa gente que alaba lo que ya está consagrado y que denigra las cosas nuevas. Esa gente que le tiraba mierda a Bukowski y que ahora lo llaman “maestro”, esa gente que criticó el “OK Computer” de Radiohead cuando salió diciendo que le parecía “oscuro y aburrido” y que ahora te dicen que les encanta, que es como un Pink Floyd moderno. Hipócritas, pues. Personas que siempre le echaron mierda a Roberto Bolaño, por ejemplo, llamándolo hippie bueno para nada, ridículo, mal escritor, y ahora lo citan en sus encopetadas conferencias como “el puente entre la escritura del siglo XX y el XXI”. Esa gente que, de tanto criticar, detiene el avance de las artes. Gente que no soporta poesía que no sea Rubén Darío o que para hablar de rock usan como referencia Los Beatles.
Hablando de Bolaño, a eso es que viene este post. Terminé la excelente novela “Los detectives salvajes” (ahora me encuentro metido de lleno en las mil y pico de páginas de 2666), y busqué algo de información en internet sobre el susodicho. Al colocar el nombre de la novela en google, me tropiezo con un ensayo de “crítica literaria” intitulado “Los detectives salvajes: revisión de su recepción crítica en Chile”, por alguien de la Universidad Católica de Chile.
Ahora bien, no pretendo desmerecer a la autora del artículo, a quien no conozco y que probablemente sólo hizo lo que le mandaron. Me dirijo más bien a “la crítica literaria” como corriente, una cosa que hace que encontremos párrafos enteros en el trabajo antes mencionado del estilo:
“Al respecto [del alter ego Bolaño-Belano] Promis señala que la frecuente autorreferencialidad utiliza “la experiencia vivida para ingresar desde allí en el territorio de lo imaginario y desde éste regresar a subvertir sus propios fundamentos (una cita), pareciera que Bolaño, desde sus personajes, se sumerge en la pesquisa de una literatura que busca manifestar un realismo visceral (otra cita), es decir la manifestación de una percepción interior que no ceda a reglas que no emanen de ella misma posibilitando, de este modo, el acceso a una construcción rupturista de la realidad. En este sentido entramos en la dimensión de un espacio poético cuyo carácter rupturista y subversivo origina individuos obsesivos que ven en la práctica poética un “acto criminal” en tanto socava lo establecido, desmorona el canon y fragmenta las imágenes tradicionales del mundo”.
¿? ¿Qué? ¿Construcción rupturista de la realidad? What the fuck? Pero esto es mejor:
“Otro aspecto interesante tratado por Rojo tiene relación con la aplicación a esta novela del modelo edípico Freudiano que Harold Bloom describe en el ensayo “Poetic Origins and Final Phases”, donde describe las cuatro etapas que caracterizan el proceso de formación del sujeto poeta, entendiendo una primera etapa donde el joven en el principio de su carrera se sumerge en el “mar de la poesía” avanzando a una segunda instancia caracterizada por la identificación de un precursor para, luego, en una tercera etapa deshacerse de éste y llegar a él mismo y encontrarse en la cuarta etapa ya en posesión de su persona, y de una obra ya realizada instalándose así en un lugar dentro del ámbito de la poesía. De esta manera se podría trazar una relación entre los postulados de Bloom y la obra de Bolaño…”
Es decir, si usted quiere ser poeta, cuál cree que es la mejor opción, ¿estudiar a Bloom y sus “etapas” o simplemente trazarse su camino propio? ¿No es como paradójico que un libro como “Los detectives salvajes”, que trata sobre cómo oponerse a un sistema social, como ser original y no ser devorado por los gustos prefabricados, sea exactamente tratado por gente “literaria” en ensayos como éste? ¿No son los ensayos como el citado arriba, aquellos de los cuales Bolaño-Belano y Ulises Lima se querían despegar desde el principio? ¿Qué coño hace alguien analizando el real-visceralismo o infla-realismo o lo que sea, con las mismas herramientas a las cuales el movimiento pretendía oponerse?
No sé. Hasta ahora, y hasta prueba de lo contrario, los críticos me parecen una cuerda de cerdos que lo que hacen es mantener el status quo del sistema cultural. Como para mí el arte (del tipo que sea), es fundamentalmente una mise en question o cuestionamiento de la sociedad y de su status quo, es obvio que esta gente nunca entenderá propuestas contemporáneas radicales mientras que le jalarán bolas al proustiano número ochenta y cinco que aparezca en las librerías o a la película que no se arriesga y se limita a hacer las cosas “bien” desde un punto de vista formal. Por Dios, ¿vale la pena recordar que Proust fue rechazado y que tuvo que auto-publicar “en busca del tiempo perdido” antes de ser considerado ‘genial’? “Cien años de soledad” fue rechazado más de ochenta veces. Más de ochenta veces, gente. Hoy en día, quien no escriba literatura en español usando el realismo mágico se las ve difícil para explicar que es latinoamericano, igual que un jamaiquino que no toque Reaggue.
Este tipo de hipocresía se la atribuyo al sistema y no a la gente que lo encarna, como la pobre estudiante obligada de hacer un análisis de este tipo. El análisis es genial, de ello no me queda la menor duda, pero ¿no es conveniente analizar a Bolaño ahora y darle la medalla de “mejor escritor de los noventa” después de haberlo trapeado y tratado de perdedor (como a Henry Miller, Kafka y tantos otros, sin hablar de Piazzola, por ejemplo)? Una recomendación: Si quieres ser escritor, no estudies literatura. Ahora, si quieres ser crítico, métete de lleno en la Universidad, nunca salgas, no hables con los artistas que andan en la calle y dedícate a trapear a todo el mundo: Este es un ignorante, aquél es un bodrio, el otro es incomprensible. Te irá muy bien, y capaz que hasta ministro de cultura podrás ser en algún momento? Ah, se me olvidaba, en nombre de todos mis muertos que nadie reconoció en vida (Selby Jr., Kerouac, Dostoievsky, Baudrillard, Derrida, Jackson Pollock, los Impresionistas, etc.): FUCK YOU. Pero bueno, no es muy “class” insultar a los críticos en inglés, ¿eh? Je vous emmerde, tous. Me saludan a Pinochet cuando lo vean en el infierno…