Francia se acerca a las elecciones presidenciales y tres candidatos parecen concentrar las intenciones de voto de la gente. Estos son: Segolène Royale (PS), Nicolas Sarkozy (UMP) y François Bayrou (UDF). Aquí les dejo una breve sinopsis de lo que entiendo propone cada uno.
Si algo sorprende en esta elección, es la cantidad de encuestas que aparecen. Los sociólogos deben estarse haciendo ricos. Todos los días, a veces dos y tres veces por día, aparecen noticias sobre cómo este candidato perdió un punto, ganó dos por ciento, o es “aceptado por la población”. De todos modos, de manera general, las encuestas indican que, en una segunda vuelta entre Sarkozy y Royale, el primero sacaría poco más de 50% y Royale perdería con alrededor de 48%. Sin embargo, los escenarios que colocan a Bayrou en la segunda vuelta, lo dan como ganador. Pero su porcentaje en la primera ronda (20%) no es suficiente para que llegue a la segunda vuelta (en el sistema francés, los dos candidatos con más votos se enfrentan en una segunda ronda un mes después, a menos que alguien saque más de 50% en la primera ronda). Pero, ¿quiénes son estos tipos(as)?
Segolène Royale. La candidata del Partido Socialista Francés (PS) -de izquierda-, representa la ruptura con la izquierda tradicional y caduca de la cual los franceses quieren saber poco. Lo que está en juego aquí para el PS es la mera supervivencia y el poder volver al centro de la política francesa, algo que tienen años sin hacer. Por otro lado, lo que aglutina a toda la izquierda francesa es el hecho de que detestan a Sarkozy. Acusado de fascista liberaloide, el candidato de derecha representa todo lo que el PS odia: Un énfasis recargado sobre la economía, la producción y sobre todo la ayuda a jefes de grandes empresas; aunado a una retórica pro-seguridad interior, policía y militares. Milton Friedman aplicado, pues. En la izquierda, a casi nadie le gusta Segolène (todavía no conozco al elector convencido), pero están dispuestos a votar por “la vaca que ríe” (alusión al queso francés) con tal de que no gane el Gremlin de Sarkozy.
La mala noticia es que Segolène es un bodrio. Pocas veces he visto candidatos con tan poco carisma. Al principio admiré su intento de salir de las viejas posturas asistencialistas del PS (que ya hemos comentado), criticando las 35 horas máximas de trabajo por semana y alejándose de los Dinosaurios del PS. En un giro tragicómico de la campaña, su esposo declaró que el problema era que los malditos ricos no distribuían el dinero hacia las capas más desfavorecidas. Había que crear un impuesto para los ricos y poderosos. Al día siguiente, apareció un informe revelando que la familia de Royale, pseudo-mártires de los pobres, poseía 750 mil euros en bienes inmobiliarios. Es decir, que el impuesto a los cerdos ricos que planteaban, los incluía a ellos mismos. Más cinismo populista pocas veces se han visto.
En ese sentido, la falta de orientación “a izquierda” en la campaña de Segolène hizo que bajara en las encuestas, con el electorado “duro” de izquierda yendo a votar por otros candidatos y el electorado “débil” prefiriendo al centrista Bayrou. Entonces, ¿qué hizo el PS? Aplicó la vieja máxima populista, proponiendo disparates asistencialistas como “casas del Estado de por vida”, una “beca a los jóvenes” de 600 E mensuales por dos años mientras “consiguen trabajo” (para qué vas a buscar trabajo si tienes esa manguangua, no sé) y otros disparates. ¿Y la economía? Bien gracias. Después veremos. En estas últimas semanas, Segolène, en lo que ha sido a mis ojos la estrategia más estúpida de su campaña, decidió llamar a los “Dinosaurios” del PS para volver a conquistar al electorado de “izquierda” que le huye al liberalismo. Entran Jospin, Fabius y Strauss-Kahn. Mientras tanto, por la otra puerta, salen despavoridos los electores que abogaban por una “nueva izquierda” y que le tienen tirria a esta “izquierda caviar” de niños ricos (como Fabius) que nunca han trabajado en su vida y que se llenan la boca hablando de derechos obreros. Veremos qué sucede, pero dada las capacidades de la candidata y sus decisiones en la campaña, me extrañaría que no siga cayendo.
Nicolas Sarkozy. El candidato del UMP (derecha) ha jugado el juego electoral como un maestro. Poco a poco, Sarkozy colocó sus piezas en el ajedrez francés, ganándose reporteros, comentaristas y programas de televisión, y ha llevado la campaña mediática más coherente de todos los candidatos. Si alguien busca la definición de Homo Politicus en el diccionario, estoy seguro de que enontrará una foto de Sarkozy.
Lo malo es que esto no hace que el tipo deje de ser un bodrio abominable. Si el PS propone “asistencialismo” y después veremos la economía y los reales, Sarkozy hace lo contrario: Primero la economía, sin importar el costo social, y después veremos qué se hace con la gente. Para Sarkozy, todos debemos ser gerentes o ejecutivos de algo, los demás no son sino vagos improductivos que no deberían vivir en París. Su miopía es tan derechoide que no se da cuenta de los factores sociológicos, por ejemplo, que componen la ciudad de París ni del hecho de que, en materias como investigación y cultura, los resultados no se ven a la vuelta de la esquina. Para Sarko, igual que para cualquier derechoide, Van Gogh era un vago que no merece ningún respeto porque “no producía nada”. Hoy en día, busquen cuánto cuesta una pintura del improductivo Van Gogh o cuánta gente visita el museo de Orsay sólo para verlo a él y demás vagos como Cézanne y Toulousse-Lautrec.
Sarkozy no ve esto, y su propuesta es una sociedad de consumo, trabajo y orden, representado por la policía que le da matracazos a los indeseables. Vaya utopía.
Sin embargo, si hay que reconocerle algo a Sarko es su voluntad por acabar con la mentalidad rentista bananera francesa. Recompensar al que trabaja y no darle cheques en blanco a la gente sin trabajo, o acabar con la paradoja de que si trabajas y alquilas un apartamento por tu cuenta, con el fruto de tu trabajo y el sudor de tu frente, quedas como un idiota ya que la gente asistida por el gobierno recibe apartamentos tres veces más grandes y paga la mitad. Esto, véase como se vea, no es justo, pero es lo que se plantea (hasta ahora en Francia): Ayudar al que no tiene nada sin garantías (y sin comprometerlo a hacer algo, hay que darle no porque quiera salir de abajo, tenga voluntad o un proyecto; no, se le da simplemente porque tiene cara de miserable), mientras que la gente que le pone corazón y trata de hacer algo vive como ratas y no se le ayuda nunca. ¿Cómo es posible que valga más la pena quedarse sin trabajar, cobrar desempleo y ayudas estadales que buscar un trabajo de sueldo mínimo? Sarkozy cuestiona esto y, si llega a ganar, lo que se nos viene encima es una ola de huelgas que ni mayo del ’68, mano. Esta gente no quiere cambiar, y no va a dejar que le toquen su cambur. Será divertido verlo, si no me echan por improductivo antes…
François Bayrou. La sorpresa electoral ha sido la aparición del candidato del UDF. Este partido, históricamente de derecha “soft” (nace de una escisión del UMP) ha evolucionado para convertirse en una mezcolanza de ideas de izquierda y derecha. Bayrou, inteligentemente, parece ser el único en tratar de proponer algo más allá del viejo tenedor izquierda PS versus derecha UMP, acusando ambos modelos de estar caducos y de no reconocer sus errores. Bayrou toma lo mejor de ambos campos, la mentalidad “solidaria” del PS sin el populismo de regalar casas a cambio de nada (o sea, a cambio de parecer un miserable) y la preocupación económica de Sarkozy sin llegar a borrar al ciudadano para sustituirlo por un número (lo que gana a finales de mes, lo que consumes, lo que vales). Después de haber robado electores a Segolène (aquellos que querían una ruptura y se quedaron estupefactos al ver a Jospin y Fabius alegremente proponiendo becar a todo el mundo), Bayrou ha recientemente comenzado a morder al electorado de Sarkozy y lo ha hecho bajar en las encuestas. Luego de un escándalo ligado a la corrupción en la construcción de su apartamento, Sarkozy parece estar frustrado y no logra pasar su mensaje con la misma fuerza que antes.
El “problema” de Bayrou es lo que a mis ojos es su fuerza más grande: Su falta de compromiso con una causa. Los franceses son como ratas en cajas, y no les gusta algo que no pueden calificar de “izquierda” o “derecha”. Son robots políticos, si son de izquierda todo lo que haga la derecha es malo y viceversa, por lo tanto Bayrou, quien se declara de centro, obliga a la gente a considerar propuestas sin que puedan decir que son buenas o malas antes de leerlas, y pensar no parece gustarle a mucha gente (sobre todo a los militantes de ambos partidos). A Bayrou se le acusa de no tener la más remota idea de lo que hace, prometiendo gobernar en una unión inaplicable. Últimamente, dijo que si ganaba podría tomar un primer ministro socialista, y esto encolerizó a sus electores que lo veían como “centro-derecha” sin llegar nunca a la izquierda. La izquierda, por su parte, lo acusa de no ser lo suficientemente “socialista” y de no saber qué hace, algo que, viniendo de ellos, parece equivaler a prometerle el cielo y las estrellas a todo el mundo sin sacar cuentas nunca.
Veremos qué sucede. Por ahora, los dos candidatos principales, Sarkozy y Segolène, no han hecho sino prometer y hacer concesiones con todo el mundo. Sarkozy es el más populista de todos: Hace unas semanas lo vi reunido con el sindicato de obreros de una empresa para declarar que lo más importante “eran los obreros”. Al día siguiente lo vi reunido con los dueños de empresa más ricos de Francia para decir que no había nada “más importante” que ellos. Este tipo dice lo que sea con tal de quedar bien con todo el mundo. Segolène, por su parte, encarna toda la falta de ideas en la izquierda francesa, que parece dispuesta a poner a quien sea con tal de llegar al poder, en vez de reflexionar y proponer un verdadero programa. Hasta que el PS no responda ciertas preguntas como, ¿cuál es el rol de Francia en Europa y en el mundo global? ¿Cómo enganchar a Francia en ese mundo globalizado?, etc., seguirán dando tumbos y prometiendo que todos vamos a vivir felices como en los ’70. A la gente del PS: Los ’70 se fueron ya, no van a volver, y estoy seguro de que fue una época menos divertida de lo que la recuerdan. Bayrou tiene como tarea mayor pasar la primera ronda. Si lo logra, tendrá un verdadero chance, sino, todas sus aspiraciones políticas se acabarán. Vermos qué sucede. Seguiremos informando…