El metro es más de lo que parece en esta ciudad europea.

Todos los días, en los túneles subrepticios que reptan debajo de las fundaciones de esta ciudad museo, se libra la batalla del realismo, de la vida, de la existencia. A pocos metros de profundidad, ocultos bajo una bella fachada haussmaniana o un museo napoleónico, hurgando entre los escombros del oro y la burguesía aparente, nos arrastramos los demás: los turcos, los árabes, los latinos y todos los europeos que marchamos por los pasillos del transporte subterráneo. Nuestra tarea es simple: ser excluidos, opacados y sacados del campo visual del obturador de algún turista, enojado porque en su foto aparece un lambucio echado al lado de la Iglesia de Sacré Coeur.
Nuestra batalla es simple y tiene poco que ver con los vacacionistas o con el rol social que se nos atribuye. Nuestra guerra, si así se quiere ver, es el intento de pasar desapercibido en aquella masa informe que alimenta los túneles del Metro. Deslizarse, impoluto, por entre los torniquetes sin tener que comprar un ticket o un pase mensual, prácticamente inasequible.
Del otro lado de las trincheras se encuentra la más vil especie humana: los llamados “controladores de ticket”. Estos suelen ser policías reencauchados o gente que soñaba con ser militar y que ahora sólo ha quedado relegada al para-mundo, el subterráneo parisino. Se desencadenan con furia contra el incauto usuario-sin-ticket, para despedazarlo con sus mugrientas uñas y hacerle pagar una multa que a duras penas puede costear.
Como toda guerra, ésta también tiene sus etapas. Al principio, los “controladores” solían colocarse en los pasillos del Metro, barrera inviolable, y pedir el ticket a todos los usuarios. Los “ratas” -o sea, nosotros- aprendimos fácilmente cómo rebatir este método: bastaba con colocarse en el medio o final de la masa zombie que camina por los pasillos y, al menor cambio de ritmo, fijarse si había o no un controlador más adelante para darse la vuelta. Pronto no hubo nadie a quién controlar, los “rata” habían aprendido.
Ahora, como cualquier sistema autopoyético, el equilibrio se ha vuelto a romper. Los “controladores” colocan proto-controladores, controladores sapo, vestidos de civil, detrás de los torniquetes para señalar a los “rata” que deciden pasar por encima de la barrera. Luego se forma una malla de la cual el “rata” no puede salir: adelante, controladores uniformados, atrás, sapos de civil y más lejos, policías con matraca.
Sin embargo, los “rata” no se dejan tan fácil, y han aprendido velozmente a detectar, aunque esté en civil, al sapo detrás del torniquete. Si usted ve a alguien parado sin hacer nada detrás o al lado del torniquete, no se confunda, ese es un sapo.
Tendrán que inventar otro método… La historia se repite, como siempre lo ha hecho, como probablemente siempre lo haga, mientras arriba, en la superficie, en la “verdadera” París, los turistas chupan contentos tacitas de café y fuman cigarros Cohiba, impertérritos y depurados de toda rata posible en su cuadro idílico de la ciudad.
…"cualquier sistema autopoyético"…?
La verdad es que no se de donde sacas tanta palabra dominguera, deben ser cosas de filosofo.
Autopoyetico debe venir siendo como homeostatico o autoregulado, pero asi suena mas profundo…
¡Saludos, Sí Luis!
La ?autopoiesis? es un concepto biológico desarrollado por un investigador chileno llamado Francisco Varela. Es bastante revolucionario, ya que implica una especie de capacidad intrínseca en los sistema para auto-organizarse y lograr producir sistemas equilibrados que, cuando se estudia la capacidad de los individuos o componentes, serían imposibles de producir por sí mismos. Es decir que el sistema, compuesto de partes o individuos (si pensamos en corporaciones, hormigueros, etc.), logra organizarse de manera supra-individual. En ese sentido, va más allá de la homeostasis o la autorregulación. Aquí tienes una definición:
?the process whereby an organization produces itself. An autopoietic organization is an autonomous and self-maintaining unity which contains component-producing processes. The components, through their interaction, generate recursively the same network of processes which produced them. An autopoietic system is operationally closed and structurally state determined with no apparent inputs and outputs. A cell, an organism, and perhaps a corporation are examples of autopoietic systems?. (F. Varela)
Obviamente, lo usé en sentido metafórico, puesto que pensaba que el término era más ?mainstream?. No deja de ser una aproximación interesante.
Un saludo,
Vinz.
Lo tendré en cuenta en mi proximo viaje a Paris… Una vez salte el torniquete con mi prima y me gustó, lástima que lo aprendí tarde
verga que cagada.. sapos! odio los sapos!! bueno igual hay sitios de sitios.. kiciera ver un control de esos en pleno les halles.. entre esos pasillos van a tener que echarle bolas pa conseguirme..´
saludos men.. escupe a los sapos por facistas!
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