Las inseguridades de Noam Chomsky

noam-chomsky La noticia fue una bomba sólo para aquellos que no pueden ni siquiera leer una brújula: El intelectual de M.I.T., Noam Chomsky, brillante lingüista y virulento “crítico” de la política exterior de los USA, se acaba de bajar del carrusel chavista de PSUVlandia.

El genio de la gramática generativa, inventor de la frase incoherente, “las ideas verdes incoloras duermen furiosamente“, sólo necesitó 12 años para penetrar el enigma autoritario de Chávez. “Penetrar” tal vez sea una palabra demasiado fuerte, sobre todo al hablar de alguien de la edad de Chomsky.

Porque Chomsky, coherente con dicha edad, supongo, dice “no estar seguro” de nada y permanecer “escéptico” con la neutralidad de la justicia en Venezuela. Ya que, a nuestros ojos es bastante obvio que la Corte Suprema fue manipulada (y esto en el 2004), que se han nombrado (e inventado) gobernaciones a dedo y que no hay discusión alguna en el seno del PSUV, nos pareció un tanto extraño que Chomsky afirmara que, “no está seguro de que en Venezuela haya una tendencia hacia el caudillismo”, pero que “esta concentración de poder autoritaria es mala” y “tal vez Venezuela vaya hacia allá”. Esto, aunado a su declaración de que sigue “escéptico” sobre la posibilidad de que la jueza Afiuni sea juzgada de manera neutra.

Entendemos que sólo han sido 12 años, lo cual es poco tiempo para estar “seguro” de nada y que lo mejor es quedarse “escéptico” con todo, no vaya a ser. Al final, estamos hablando de gente que tiene que pasar horas discutiendo para convencerse de que “no hay un hipopótamo en esta habitación“. Ni modo que actúen con más celeridad en otros aspectos de la vida.

Pues con esto en mente, nuestros reporteros de Krisis Co. ® decidieron entrevistar al profesor para obtener su punto de vista sobre otros temas, igual de peliagudos. Acá reproducimos el diálogo que logramos grabar, después de visitar al señor Chomsky y tocar a su puerta.

-Buenas. ¿Profesor Chomsky?

-¿Eh? Ah. No estoy seguro de ser el profesor Chomsky, pero todos los indicios apuntan hacia allá –respondió el intelectual parado en el umbral de la puerta.

-Esteee… Okey… Sin embargo, usted es el profesor Chomsky, de eso no cabe duda.

-¿Qué le lleva a afirmar eso? Usted está siendo manipulado por los medios de comunicación. Ellos tienen años tratando de manufacturar consenso alrededor de la idea de que yo soy Chomsky. ¿Pero con qué fin?

-Ajááá. Mire, ¿podemos pasar?

-¿Pasar hacia dónde? ¿Cómo sabes que te estás moviendo? ¡Todo es un sueño! No nos movemos, creemos que nos movemos…

Una vez en la sala, intentamos precisar al profesor:

-A muchos lectores de sus declaraciones les extraña su “inseguridad” y su “escepticismo” hacia Venezuela. ¿Puede explicarnos por qué “no está seguro” o qué haría falta para borrar toda duda?

-¡Por supuesto! El proceso de pensar es muy complejo. Lleva tiempo. No podemos apresurar las cosas o dejarnos manipular por los medios de comunicación. Todo hay que cuestionarlo, ¡todo!

-Pero bueno, profesor: se puede estar seguro de ciertas cosas, ¿no?

-Ah, claro, claro. Yo tengo años reflexionando y ahora puedo afirmar con seguridad muchas cosas.

-¿Por ejemplo?

-Sencillo: después de mucho pensar, estoy seguro de que la invención de la rueda fue una buena idea.

-¿La invención de…? ¡Pero eso fue hace siglos! ¿Qué puede decirnos del gobierno de Obama, por ejemplo?

-Hmm. Pues de eso no estoy seguro. Capaz que todo es una manipulación. Sigo escéptico con Obama: puede que sea un robot controlado por los intereses internacionales…

-Dios –nuestro reportero empieza a sentir frustración-, pues no sé, ¿qué opina de Gandhi?

-Complicado. Hay que tomar las cosas por orden. He pensado todo desde el principio y, hoy por hoy, llegué más o menos hasta el descubrimiento de América. Sí. Estoy casi seguro de que fue una buena idea. Sigo un poco escéptico; la verdad que perdí muchos años pensando sobre la Inquisición. Pero bueno, en esas estoy. Gandhi, no llego todavía.

-¡Pero el descubrimiento fue a finales del siglo XV! ¿Quiere decir que no está seguro de nada a partir de ese momento?

-Más o menos. O sea, sigo escéptico.

El entrevistador empezó a sudar copiosamente y se recostó del sofá mientras estudiaba a Chomsky. Este le preguntó si quería un café y luego discurrió media hora sobre cómo saber si de verdad se está seguro de querer café o si no es simplemente la manifestación de una fantasía homosexual con el Dios del Nespresso, George Clooney. Nuestro enviado retomó fuerzas y atacó otra vez:

-Profesor: ¿El hombre llegó a la luna?

-No lo sé. Hay una tendencia hacia la creencia de que sí llegamos a la luna, pero sigo sin estar seguro de que este sea el caso en lo que se refiere a la raza humana.

-¿? A ver: ¿Profesor: la tierra es plana?

-Me reconozco escéptico para con ese argumento. No estoy completamente seguro de que se pueda afirmar que la tierra es o no es plana.

Nuestro enviado se frotó los ojos e intentó calmarse.

-Profesor Chomsky, una última pregunta: ¿Usted existe?

-No estoy seguro. Sigo escéptico. ¿Qué es existir? ¿Qué es estar seguro? ¿Cómo sé que todo esto no es producto del sueño de un diablo malvado? ¡Ideas verdes! ¿Quién le corta el pelo al barbero? ¡Dormir furiosamente! “Siempre digo mentiras”. ¿Verdadero o falso? ¡Aaaargh!

La cabeza de Chomsky explotó y bañó la habitación de rojo carmesí. Nuestro reportero salió a hurtadillas, cerró la puerta y desapareció, lamentando que el profesor no hubiese tenido tiempo de llevar sus reflexiones por lo menos hasta Galileo, para convencerse de que la tierra giraba alrededor del sol.

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Libros electrónicos: lo real sigue ganándole a lo virtual

ebooks

(artículo original publicado en francés por la e-zine Webdepart)

La revolución literaria y bibliotecaria es inevitable: los libros electrónicos llegaron para quedarse. Esto es, el soporte que permite el acceso a los símbolos cuneiformes que se supone transmiten ideas (dicho esto, cuando vemos la cuestionable calidad de ciertos libros, hay que preguntarse cómo diablos hizo el escritor para no avanzar imagen alguna, idea alguna, durante páginas y páginas de texto). La realidad es que la muerte del libro electrónico y la vuelta a la versión “árbol muerto” de la literatura es prácticamente imposible.

Sin embargo, el libro electrónico aún no logra imponerse como una alternativa viable en muchos países, sobre todo aquellos de raigambre nostálgica y conservadora (estamos pensando en Europa). Las razones de esto y los problemas derivados de la dicotomía real/virtual son el tema de este artículo.

Intentaré separarme de los argumentos reaccionarios personalistas de tipo, “adoro el olor de las páginas de un libro” para tratar de realizar una evaluación sincera de las diferencias entre estos dos soportes, el físico y el virtual. Trataré de afirmar que si el libro electrónico pretende destronar al libro físico como objeto cultural, aún le faltan muchos problemas por resolver.

No es un problema de mercado, ya que las ventas de Amazon de libros electrónicos sobrepasan las ventas físicas hoy en día y el aparato “Kindle” es extremadamente popular en los Estados Unidos. Igualmente, quienes vaticinaba la muerte del “Kindle” con la aparición del “iPad” de Apple se han equivocado ya que el público parece distinguir claramente entre estos dos objetos. Un Kindle y un iPad no son para nada parecidos en lo que a la lectura se refiere. El aparato de Amazon, con su luminosidad atenuada, se hace muy agradable para la lectura mientras que los propietarios del iPad utilizan este último para la lectura sólo de manera accesoria. Muchas personas poseen ambos objetos y utilizan el Kindle para leer libros electrónicos y el iPad para consultar sus correos electrónicos, ver videos y jugar videojuegos.

Estamos hablando entonces de la calidad de la experiencia puesto que el objetivo de la tecnología siempre ha sido mejorar ésta, no empeorarla. Nadie extraña los teléfonos con cableado por encima de los inalámbricos, nadie argumentaría que el desarrollo de pantallas de ordenador capaces de reproducir películas en alta calidad, navegar en la red y ver los canales de televisión tradicionales todo en uno, sea una mala idea.

Entonces, cuando hablamos de la dicotomía real/virtual en torno a los libros, creo que aún hay muchas cosas que mejorar para que la experiencia virtual pueda sustituir la experiencia real y podamos finalmente entrar en la era digital de la literatura. He aquí algunas ideas.

El problema físico. Una de las ventajas más grandes del libro físico es su presencia. No hablo solamente del hecho de que el libro “exista”, hablo del hecho de que, al estar allí (¿Dasein?, Heidegger) nos obliga a leerlo. Igual que el acceso a los MP3 ha trivializado el acto fundacional de “descubrir” un disco (tocarlo, explorar la carátula, leer las notas de producción, poseerlo en cierta manera y luego disfrutarlo en la privacidad del hogar con el tocadiscos) y que hoy en día la diferencia entre descargar un disco de Miles Davis y toda la discografía es de escasos minutos (lo cual conlleva a que no escuchemos ni la mitad del material descargado), la capacidad de acumular libros en el Kindle y olvidar de leerlos es inmensa. Por sólo atisbar una solución: si existiese una aplicación que nos recordara que empezamos a leer “Crimen y castigo” y que vamos por la página 200 para así incitarnos a terminarlo, esta carencia de brújula y orientación en nuestra biblioteca de Babel virtual podría evitarse.

La falta de biblioteca. Extendiendo el punto anterior, la guerra entre los proveedores virtuales de libros es infantil y contraproducente. No hay manera de contar con una sola base de datos o biblioteca virtual, ya que cada empresa ofrece su aplicación y son incompatibles. El usuario debe abrir el programa de Kindle, Nook o Borders para buscar el texto; de no conseguirlo, debe cerrar la aplicación y abrir la siguiente. Para que los libros electrónicos se impongan, es necesario crear una sola aplicación que sirva de raíz a todos los libros que hemos comprado o descargado.

Imposibles de traspasar o prestar. Los libros electrónicos no son mucho más baratos que los libros físicos (dependiendo de la edición) y muchas veces el ahorro se cuenta en escasos dólares entre los dos soportes. Sin embargo, las diferencias en lo que respecta a la posesión y a la pertenencia son abismales: el libro electrónico no puede ser prestado a un amigo que desee leerlo, no puede ser donado a la biblioteca municipal o revendido. Si los usuarios dicen sentirse distantes del libro electrónico, esta sensación de falta de propiedad es sin duda una razón mayor.

Son demasiados privados. Mucha gente cultiva el fetiche del libro y utiliza éstos para definir su personalidad en la biblioteca de su casa. No es lo mismo entrar en casa de alguien que tiene la colección completa de En busca del tiempo perdido en la estantería de la sala, que en casa de alguien que posee los siete tomos de Crepúsculo/Twilight (¿son siete, no?). En este sentido, los libros electrónicos, con su carácter privado y oculto en algún disco duro, no ofrecen alternativa alguna al fetiche físico.

Para concluir podemos afirmar que, si el libro electrónico desea imponerse como un objeto cultural y un referente para nuestra época, aún debe evolucionar para suplir las necesidades que por los momentos sólo puede darnos el libro físico. De no hacerlo, será simplemente una moda más, un tamaguchi de principios del siglo XXI que alimentó las arcas de Amazon y Apple durante un tiempo. Pero esto es poco probable ya que las posibilidades que abre el libro electrónico son casi infinitas. Sin embargo, para desarrollarlas se requiere un poco más de tiempo de reflexión y desarrollo que lo que impone el mercado y sus lógica de inversión/ganancia. Podemos imaginar, no libros electrónicos sino paquetes culturales en los cuales el soporte permite el acceso a un abanico de estímulos: literarios, fotográficos, audiovisuales y demás. El usuario podría leer En busca del tiempo perdido y escuchar la sonata de Vinteuil al mismo tiempo. Podría recorrer París de la mano de Cortázar, con un plano interactivo al lado. Podría tener una tabla de conversión monetaria ajustada a la inflación y a la época para entender cuántos rublos gastó Dimitri Karamázov en champaña.

En fin, las posibilidades son inmensas. Pero aún hay mucho camino, digo gigas, que recorrer.

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Sobre cómo hacer campañas electorales en Venezuela

encuestasJohn Barnes, asesor experto en campañas electorales, tomó un pequeño sorbo de café y sopesó la mejor manera de explicarle la situación al Comediante en jefe. El reluciente Salón Ayacucho había perdido su esplendor de antaño, pero lo poco que quedaba del flujo petrolero, que era exprimido como teta de vieja, garantizaba un mínimo de recursos para mantener la ilusión andando.

-Anti-imperiador –dijo Barnes renuentemente y pensó en el idiota que había cambiado el apelativo del Comediante en jefe en el 2015 y su poco sentido de la estética lingüística-, tenemos que diseñar la estrategia para la campaña del 2018.

El “Anti-imperiador” se volteó rápidamente, en un solo movimiento, como le habían dicho sus asesores de imagen. “Juvenil”, “energético”, “ágil”, era la consigna. El sombrero de Napoleón que había comprado al gobierno francés y que le había ganado las elecciones de 2016, se tambaleaba sobre su cabeza como un barco borracho. Barnes sintió un escalofrío recorrerle la espalda, como niño obligado a abrazar a la tía arrugada y sobre maquillada que desprende el olor del perfume de otra época.

-¡Barnes! ¡Cómo estamos, Barnes! ¿Listo para otra campaña admirable? ¡Los barreremos! ¡No volverán! –El Anti-imperiador se sentó, con los ojos irritados y enrojecidos. El asesor miró el cuadro de Bolívar que colgaba detrás y observó que la mirada del prócer parecía interrogar con desprecio al sujeto sentado en la silla Presidencial con el sombrerito anacrónico y ridículo en la cabeza.

-Estem… Sí. Pues verá, tenemos algunos problemas para levantar su imagen. Lamentablemente, sus ideas de llamarle, “el chivo que más mea”, “la verga de Triana” y “el cuatriboleao’ mayor”, no han conseguido eco en las encuestas. Hay que buscar algo mejor, algo que distraiga a la gente de la ausencia total de agua, electricidad y carreteras transitables, entre otros.

-¡Barnes! ¡Te preocupas mucho, Barnes! ¡Pues ya! ¡Tengo la solución! ¡El pueblo quiere ayudas! ¡El pueblo quiere misiones! ¡El pueblo quiere resultados en la mano! ¡Ajááá! –gritó el Anti-imperiador, llevándose el dedo índice a la cabeza como solía hacer al dar con una idea genial-, ¡reconstruiremos un Estado completo! ¡La Guaira, vaya! ¡Eeee, La Guaira! ¡Playas! ¡Desarrollo! ¡Carreteras!

-Pues no, Presi… digo, “Verga de Triana”. Eso sólo recordaría las promesas del ’99 y el fracaso estruendoso en ese Estado.

-Claro, claro; tienes razón… ¡Listo! ¡Bingo! ¡Unimos los Estados a través de la comida! ¡La Pan-arepa! Pan del griego, digo, eso me lo explicó Luis Britto ayer. Como todos allá en Grecia comían pan, pan quiere decir “todos”, tú ves, Barnes…

-Hmm. Cómo decirlo. Eso nos va a asociar con “La ruta de la empanada”, que la gente percibe como un fracaso… Además, 75% de la población pensaba que “freír las cabezas de cochino en aceite hirviendo” era literal y pensaban obtener empanaditas de orejas de cochino. Dicen sentirse decepcionados. Y 90% de los encuestados preguntó qué significaba la palabra “literal” y lo asoció a dos camas, superpuestas. Luego hacían chistes de mal gusto sobre el sexo… -la voz de Barnes disminuyó poco a poco.

-¡Pues eduquémosles! ¡Misión educación! ¡Fundemos una Universidad!

-No, no, no: 60% de los graduados de la bolivariana están desempleados. El otro 40% son buhoneros… Hay que separarse de esa imagen.

-Me la pones complicada, Barnes, ¡me la pones complicada! ¡Pareces pitcher del Magallanes! ¡Tuki! ¡Listo! ¡Paso por “go” y cobro 200! ¡Gallinas! ¡Todo el mundo con gallinas en las casas! ¡Genial!

-Nope. La gente todavía se acuerda de los gallineros verticales…

-¡Regalamos vergatarios!

-Tenemos años “regalando” vergatarios. Nadie ha visto uno todavía.

-¡Misión vivienda!

-Mala idea. Nos identificará con los re-ultra-über damnificados del 99+2004+2010 (gracias por botar al asesor de imagen anterior, por cierto).

-¡Eureka! ¡Neveras! ¡Neveras pa’ to’el mundo! Ron pa’ to’el mundo… -El Anti-imperiador empezó a hacer un bailecito.

-Imposible. No hay electricidad…

-Y ron pa’l questá sentao… Y ron pa’l questá parao…

John Barnes se puso de pie, saludó al Anti-imperiador con un gesto de la cabeza y le dijo que él conseguiría la fórmula secreta. Se retiró, a hurtadillas, sin darle la espalda al personaje que seguía meneando sus capas de grasa bajo el sombrerito de Napoleón.

En la tarde, Barnes supervisó la rueda de prensa conducida por el Afroamericano Istúriz. El Ministro para el Poder Popular de la Reivindicación de los Valores Oprimidos por la Plusvalía Capitalista (MinPoPoReVaOpPlCap), sonrió y se dirigió a las cámaras:

-Buenas tardes, ¡pueblo de Venezuela! ¡Patria grande de Bolívar! Estamos orgullosos en presentar la nueva misión para desarrollar al país, creada directamente, di-rec-ta-men-te, ¡digo!, por nuestro Anti-imperiador. La misión, “borrón y muela nueva” promete repartir, entre cada uno de los venezolanos; ¡todos!, sin importar su tolda política, ¡una goma para borrar y un cuadrito de Chiclets Adams! ¡Así es, amigos! ¡El gobierno revolucionario trabaja por ustedes! Reclame su borra y su chicle, ¡ya! ¡He dicho! ¡Viva! ¡Abran la boca, que les echo unos cuadritos de chicle, lo qués ya! ¡Mastíquenlo lento!

Al día siguiente, el Anti-imperiador había conquistado 80% de la intención de voto. El gobierno, valiéndose de los aviones militares, hizo llover Chiclets Adams sobre todo el país, ya que las carreteras eran inutilizables. Los venezolanos masticaron, algunos hasta tragaron, y fueron felices, para siempre.

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No parla gringo

baltimore-smallEs decir, todo lo contrario: esta pequeña nota es para decirles que la gente de Gutter Magazine, una publicación underground de Baltimore (USA), me ha pedido que colabore con ellos escribiendo artículos en inglés.

Ahora bien, un par de aclaratorias, en esto de “escribir artículos”. Personalmente, no hay nada más frustrante que encerrarse a componer oraciones, sujeto-verbo-predicado, y tratar de avanzar ideas o hacer que la gente “reflexione”, para luego ver tu texto perdido en el hoyo negro de Internet, sin comentarios, lecturas o reacciones. Blog “piedra en el agua”: donde su trabajo, ¡plop!, se hunde en la inexistencia más abyecta.

Así funciona la Internet: Tú gritas, y ellos, a veces y por pura coincidencia, escuchan. La postura Kevin Costera de “Campo de ensueño”, si lo construyes, ellos vendrán, jamás ha sido más falsa. “Shoeless” Joe Jackson, perdido entre 300 mil campos de ensueño virtuales. El tuyo no será visitado.

Yo he pasado por muchas etapas. La etapa “autista” (“lo importante es escribir el blog, no que lo lean”), la etapa “tele-realidad” (“si escribo algo verdaderamente polémico, seguro lo leerán”), la etapa “historiográfica” (“lo importante es que quede un legado y un cuerpo de textos bien escritos”), la etapa “me vale madre” (“jódanse, ahora no escribo más”), y tantas otras.

No sé cuál es la receta para que te lean. Sé que hay gente que hace “estudios de mercado” y orienta su blog hacia allá, qué aburrido. Por supuesto que les va bien y hasta plata hacen, pero para hacer vainas aburridas por plata me quedo con mi vida “real”.

Todo esto para decir que, desde el portal de Gutter Magazine, estaré lanzando piedras simplemente porque me da la gana. Allá, la voy a pasar de lo lindo. No habrá corrección política, no habrá fines ulteriores a lo que escriba. ¿Qué más se puede esperar de una revista llamada “cañería” (Gutter)?

Si leen inglés, podrán pasar por allá. Si sólo leen español, pues vayan a PanfletoNegro, el único portal no-conformista de la blogósfera venezolana. Los demás espacios funcionan como radiografía foucaldiana del reparto del poder en el conuco cultural venezolano: este escribe un textillo aburridote y nada original, el otro le deja un comentario diciendo que es lo más arrecho que ha leído desde Historias de cronopios y de famas. Es muy cómico, si me preguntan a mí.

PanfletoNegro puede que sea lo contrario, donde cualquier cosa es destrozada como erostratista cayéndole a martillazos a La Pietà. Supongo que es cuestión de escoger: prefiero un buen Fight Club, aunque salga aporreado, que jugar al té en la casita Hello Kitty.

Acá, el vínculo a mi artículo, “a rape guide for IMF personnel“.

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Cine guerrilla: “El documental de Venezuela”

el_documental_de_venezuela2(Artículo publicado en PanfletoNegro)
Acabo de terminar de ver la excelente película “El documental de Venezuela”, un trabajo increíble que intenta presentar un panorama del movimiento hip-hop en el país.

Escrito, grabado, editado y dirigido por Leonardo Viloria, aka N.K. Profeta, el video se pasea por todos los rincones del país, entrevistando a los M.C.s, D.Js, B-Boys y grafiteros nacionales, conocidos, desconocidos, underground y mainstream, para avanzar la visión del señor Viloria según la cual el hip-hop es una cultura, no un simple producto de consumo masivo.

Existen muchas razones por las cuales este trabajo está destinado a erigirse en un clásico de la era web-venezolana. En primer lugar, si algo es deprimente dentro del panorama cultural del país, es el inmediatismo desmemoriado que tenemos hacia las obras y sus creadores. Venezuela jamás ha sido una nación preocupada por la historia. Disfrutamos de las bandas, los conciertos y las propuestas de manera puntual, sin jamás intentar plasmarlas o documentarlas, dejando que la mayoría de los grupos sean olvidados con el paso del tiempo (¿alguien recuerda la excelente banda, Ladies, W.C? ¿ o Vitas Brener?).

En ese sentido, el esfuerzo de Viloria nos otorga un corte transversal en la historia de esta expresión musical hace unos años, cuando las cosas comenzaban a avanzar dentro del hip-hop pero donde aún faltaba la organización y la infraestructura actual (que obviamente, puede y debe, mejorarse).

Pero lo más increíble de “El documental de Venezuela” es su aproximación completamente guerrilla, carente de apoyo, al margen del sistema de dádivas vehiculado por el Estado. El señor Viloria, solo, con una cámara y una idea, dedicó años a estas entrevistas, recorrió el territorio nacional y nos puso en contacto con todo tipo de artistas del interior del país. No es exagerado afirmar que, sin este trabajo, muchos de nosotros jamás hubiésemos escuchado hablar de raperos en Barquisimeto o Mérida, gracias al centralismo imperante en la movida musical del país.

“El documental de Venezuela” es una prueba más de lo que afirmamos aquí hace tiempo: tenemos entre nuestras manos las herramientas para emanciparnos artísticamente. Basta con tener una idea y una pasión, bajarse una copia de Final Cut Pro, pedir una cámara prestada y lanzarse al ruedo.

Como toda experiencia guerrilla, “El documental de Venezuela” presenta carencias técnicas (¿puede ser de otra manera?). Las tomas en el exterior, sin un equipo de sonido millonario, están saturadas por el viento que recoge el micrófono. Esta es la limitación técnica más importante que nosotros hemos tenido que enfrentar a la hora de grabar videos guerrilla: el maldito sonido, karma de mi existencia.

Sin embargo, no me parece que esto sea un problema, más bien es coherente con el estilo de grabación. Sería extraño, por no decir de mal gusto, grabar un video sobre los movimientos urbanos con un sonido perfecto y una imagen cristalina. No. Acá no hay una 5D Mark II ni una percha unidireccional, y ello contribuye a la narración.

Por otro lado, leyendo los comentarios en YouTube, aparece una curiosa crítica: las pocas quejas que existen afirman que el trabajo es “demasiado largo”, ya que son 17 partes de YouTube. Francamente, no podría estar más en desacuerdo. Las películas o los libros no pueden ser “demasiado largos”, eso no es un criterio de evaluación. Pueden tener, “problemas de ritmo”, “problemas de edición” y de guión, pero ¿qué diablos quiere decir “demasiado largo”? ¿Es el Götterdamerung de Wagner “demasiado largo”? ¿Es “2066” de Bolaño, “demasiado largo”?

No. Es cierto que “El documental de Venezuela” hubiese podido beneficiarse de un editor experto, quien probablemente hubiese reducido la película a 45 minutos. Igualmente, estoy seguro de que un editor con ojo de lector le hubiese quitado al menos 200 páginas al Ulises de James Joyce. Pero son criterios estéticos, no hay una edición buena y una mala. Porque ¿cómo diablos podemos pretender que todos los M.C.s del país den su opinión sobre “La tiradera” o “el rap consciente” si no les damos metraje?

Además, “El documental” está lejos de ser un trabajo de edición azaroso ya que funciona en varios niveles. En las secuencias dedicadas a “la tiradera” o las peleas entre M.C.s, Viloria, con algo de picardía o ironía, presenta las declaraciones de Rekesón y de El nigga una detrás de otra, donde vemos a los dos raperos, peleados a muerte después de una “tiradera” clásica, explicar que no les interesa la confrontación, que ellos son puro amor.

Por todo esto y más, el señor Leonardo Viloria no cuenta sino con mi más grande admiración y respeto. Sus esfuerzos por “crear una cultura hip-hop” y trascender el bling-bling son colosales. Completamente autodidacta, Viloria maneja muy bien los principios básicos de la cinematografía, como se puede ver en los demás videos que ha dirigido para su disquera, UnderC Family. Su postura, desinteresada y humilde, es un respiro de frescura en un país dominado por los cogollos y los músicos engreídos. De hecho, si algo me hizo volver a escuchar hip-hop venezolano (un género que daba por perdido), fue su hit viral, autoproducido y outsider, “Señor Presidente“. Si no lo han escuchado, háganlo ya.

Acá los dejo con la primera parte de “El documental. Disfruten.

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La libertad es ahora

LIBERTAD EN INTERNETUna noche amenizada por las cervezas y la buena conversa, le decía al pana de rayasypalabras que creo que vivimos el momento de mayor libertad posible en el mundo virtual. No hablo de las revoluciones en el mundo árabe, hablo de la posibilidad que se presenta ante cada uno de nosotros de hacer realidad nuestros sueños.

Me explico. ¿Usted quiere ver una película? Basta hacerlo en “streaming” (ya que las leyes de derecho de autor aún no han legiferado sobre el tema); ¿Usted quiere escuchar un disco? Basta con buscar un buen sitio de escucha en línea. ¿Desea hacer un cortometraje, escribir un libro, grabar una pieza de música? Hoy en día, tenemos la posibilidad de procurarnos los programas para hacerlo. Estos están allí y son accesibles, a pesar de que los políticos crean que pueden pasar leyes para detener el intercambio de archivos en Internet.

Internet se ha convertido en el lugar de todos los sueños, de todas las posibilidades. Es una comuna hippie virtual donde los ciudadanos pueden encontrar una forma de emancipación ante las corporaciones transnacionales y su hambre de poseerlo todo, privatizarlo todo, comercializar todo.

Sin embargo, esto no durará mucho tiempo y pronto asistiremos a la lucha descarnada entre las corporaciones que se disputan este espacio para apropiárselo y privatizarlo. Internet es como el Far West norteamericano, en la época de la colonización, donde los inmigrantes partían al galope sobre las tierras vírgenes para enterrarles su bandera y reclamarlas de su propiedad.

En esta carrera sin fin, nosotros somos los indiecitos que observan, desde lo alto de la colina, cómo estos desconocidos se reparten nuestra tierra, nuestro espacio virtual, nuestros sitios de intercambio en línea.

Todo esto enmarcado –en-mar-ca-do, no somos salvajes, ¡eh!- en un ejercicio retórico con aires pseudos leguleyos donde, acá Amazon, acullá Apple, bajan sus pantalones para medir su virilidad ante el público de esta batalla grotesca.

¿Recuerda el científico que pretendía registrar el ADN humano bajo su nombre? Según él, si usted tomaba medicamentos que afectaban su ADN (como los esteroides), debía pagarle a él, ya que estaba cambiando su ADN. Claro, dirán algunos, él fracasó; pero eso no impidió que la corporación Monsanto registrara y privatizara los tomates. Dicho de otra manera, esos cow-boys enterraron su bandera en todas nuestras ensaladas.

¿Exagero? ¿Y la señora que pretendía adueñarse del sol? Sale a caminar un día soleado y, ¡zas!, pague los royalties correspondientes…

¿Y la empresa que vende parcelas en la luna? Invierta ahora. Sus nietos le agradecerán cuando construyan una mansión en un cráter.

La luna, el sol, el Far West americano, Internet; ¿existe alguna diferencia? Para nada, cuando se trata de apropiarse de un bien (otrora público) para explotarlo y hacer dinero, justificando esto con el discurso neo-liberal radical (“nada es gratuito, alguien tiene que desarrollarlo”, etc.).

Lo que nos salva es que las leyes de Derecho de Autor no han cambiado (aún) para incorporarse al mundo 2.0. Las palabras “streaming” y “descarga” no aparecen en las leyes sobre el Derecho de Autor y deben ser interpretadas. Es por ello que nadie sabe muy bien cómo regular los sitios de intercambio o si Spotify debería pagar más a los artistas por disponer de sus discos.

Cada uno interpreta la ley como mejor le conviene (es el Far West, no lo olvidemos), por lo cual toda cultura o producción cultural se reifica como mercancía y es evaluada bajo un criterio simple, pragmático y directo: cuánto cuesta ahora.

Es por esto que debemos prepararnos a escuchar argumentos sobre por qué debemos pagar por cosas que ya nos pertenecen. Los indiecitos podremos ver a los cow-boys de Amazon, Google y Apple despedazarse en la lucha alrededor de la nueva aplicación “Amazon Cloud Drive“, que le permitirá disponer de un disco duro virtual en línea. ¿El único problema? Amazon cree que los usuarios deberían tener el derecho de subir sus archivos, películas y discos, sin pagar, mientras que Google y Apple se encuentran en discusiones para tratar de rentabilizar el sistema. Según ellos, usted deberá pagar para escuchar la música que se encuentra en su ordenador y que ya le pertenece (es igual a tener dos iPods porque no pueden sincronizarse sino con un número limitado de ordenadores).

Pero nadie puede ganarle a la editorial Harper-Collins en lo que respecta al pillaje del mundo de los libros electrónicos. Según estos cow-boys, sus libros electrónicos estarán disponibles en las bibliotecas públicas de los Estados Unidos por un período determinado: 26 descargas de usuarios (a pesar de que sólo uno puede descargarlo a la vez). Después de este tiempo –más o menos un año, grosso modo-, las bibliotecas deberán pagar otra vez para procurarse el libro que ya tenían en su catálogo.

Vemos por qué el panorama es sombrío en lo que concierne a la Internet, nuestros derechos y nuestro uso de ella. No es osado afirmar que, después de las batallas legales, siempre seremos nosotros, los usuarios, quienes perderán. Es factible creer que, en el futuro, no dispondremos de Spotify gratuito (ya es el caso), ni de sitios para visionar películas en “streaming” o intercambiar contenidos.

Hay que aprovechar, ahora. Hagamos películas. Grabemos discos. Publiquemos libros. Pronto, todo esto será demasiado caro.

Desde acá estaremos avanzando ciertas ideas orientadas en ese sentido, sobre cómo hacer cortometrajes sin presupuesto o publicar novelas de manera virtual.

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En busca del dorado (“Yo maté a Simón Bolívar”)

YMSB2(Extracto de la novela “Yo maté a Simón Bolívar” [Yang] publicada por MaSa Editorial)

En busca del dorado (interludio)

El cacique sacerdote de los muiscas sintió el líquido pegajoso recorrerle la piel, lamiendo sus poros y convirtiéndolo en parte de la ofrenda. A su alrededor, apostados en la orilla de la laguna, los indígenas brillaban con el reflejo del sol en sus adornos de oro que parecían dar vida a los colores de sus plumas. Saboreó el momento, calculando cada paso que lo llevaría a la balsa de juncos.

El séquito se acercó, llevando consigo el precioso remanente del Dios Xué. La laguna de Guatavita se mostró impaciente, levantando olas como labios que esperaban saborear el más fino néctar. El cacique tomó el polvo y levantó la ofrenda. El heredero estaba listo. Cerró los ojos y respiró las órdenes de la laguna mientras repartían el oro en finas capas a lo largo de toda su piel.

La efigie humana fue conducida a la balsa entre la admiración de los demás muiscas y la mirada sabia de sus antepasados. Los espíritus tendieron la alfombra al elegido y lo transportaron hasta el centro de la embarcación. Sus pies fueron cubiertos de oro y esmeraldas dignas del nuevo rey.

Los cuatro caciques desnudos subieron a la balsa y sintieron el viento arañar sus brazaletes, coronas y orejeras de oro, y llenar sus bocas con un sabor dulce. La balsa partió con el cacique sacerdote guiando el paso hacia su destino con su rectitud dorada y orgullosa.

La laguna rumió y se desperezó con las primeras piezas de oro golpeando su garganta. El sacerdote empezó la ofrenda y dialogó con los espíritus, dejando caer el oro con humildad y respeto. Los cuatro caciques lo ayudaron a vaciar el botín en el estómago de la bestia ante los rayos rozagantes del dios Xué que parpadeaba nubes y se regocijaba en un arco iris de placer.

El batir de las banderas anunció a los muiscas a orillas del lago que era el momento de saludar su nuevo señor y príncipe. Estallaron los bailes y las danzas multicolores que entremezclaban la plumería. Xué tomó una bocanada de calor y roció a los muiscas con la salud de sus rayos, bendiciendo la cosecha y prometiendo agua en abundancia.

El conquistador Nicolás Federmann escuchó el relato perplejo. Su conocimiento precario del chibchano no le permitía ir más allá de las imágenes desparramadas de espíritus y dioses bailando en una orgía de vivos y muertos. Repitió la pregunta. Dónde vivía este indio dorado. El rey dorado. No sería Gonzalo Jiménez de Quesada quien lo encontraría antes que él.

-De pie, holgazanes –ordenó el alemán, repartiendo patadas con su pesada bota.

La expedición reunió los insumos necesarios y se presentó, de forma dispareja, frente a su jefe. Federmann suspiró ante la fila de indígenas y soldados mugrientos que intentaban sacar el pecho en posición de firme bajo el caliente sol del nuevo continente. Se sintió decepcionado. Era un triste final para el ex Gobernador de la nueva colonia. Sin embargo, la familia Welser le había encomendado encontrar el paraíso dorado y él sabía que lo podía lograr.

Los mosquitos mordieron sus pieles con fiereza mientras el machete abría paso entre la maleza. Los muiscas eran escabullidizos, taciturnos y de poco fiar, como todo indígena de este inhóspito territorio. Era difícil acampar sin correr algún riesgo, y dejar la protección de los expedicionarios en manos de un indígena o de un soldado novato podía significar que sus cuerpos en reposo serían devorados por la jungla durante la noche.

El indígena-guía parecía vacilar, dando indicaciones complicadas o disertando en torno a cosas que Nicolás Federmann no entendía. Señalaba el cielo, introducía un dedo en la tierra, intentaba estudiarlo, arrancaba en una dirección, se detenía y volvía sobre sus pasos vacilando. Los conquistadores no sabían qué pensar. Temían que si forzaban la paciencia del indígena éste los condujera hacia una trampa, hacia un nido de animales salvajes donde perecerían todos, muiscas incluidos. Esta extraña raza no parecía reflexionar individualmente, todas sus frases formaban parte de un discurso colectivo incomprensible sobre el tiempo, o la falta de tiempo, o la negación del tiempo, o algo relativo al espacio o el universo. Eran primitivos, salvajes, incivilizados que creían que el relámpago significaba algo peligroso, más allá de la posibilidad de una buena llovizna. Federmann se rascó la barba y empezó a abrirse paso en la dirección indicada por el guía.

Pasaron los días, las semanas; la expedición llegaba a los meses de insolación, desnutrición y pasos vagabundos en un mar verde de plantas afiladas y agresivas. Los indígenas no parecían preocupados, resignados a un destino sobre el cual no tenían ninguna responsabilidad. Era esta apatía la que reducía su raza a simple carne de conquista. Era su falta de razonamiento científico y su fe ciega en voces etéreas que los guiarían y los conducirían por los caminos más seguros, lo que les impedía desarrollar técnicas eficaces de guerra. La historia le daría la razón a Federmann, ya que mientras sus casuchas de bahareque se quemaban bajo las llamas de la conquista, las ciudades europeas florecían y se desarrollaban con avances de ingeniería, urbanística y cultura.

Nicolás Federmann se sintió perdido, como si la selva lo hubiese engullido y su expedición no fuese sino una columna de excremento bajando por el intestino del nuevo mundo. Embistió al indígena que estaba acuclillado y parecía hablar con una piedra. El maldito dorado, le dijo, estoy perdiendo la paciencia. Los otros indígenas recogieron a su camarada y miraron con desprecio al conquistador. Pero el guía levantó una mano y explicó que debían ser pacientes, que estaban muy cerca. Señaló unas rocas que se erguían como un desfiladero a un día de camino y explicó que los espíritus señalaban ese lugar como lo que estaban buscando.

La expedición avanzó, impaciente, hacia el precioso botín. Era aquí que Federmann haría fortuna e inscribiría su nombre en la historia. El Dorado. El olor a oro lo propulsó en una carrera hacia las montañas.

Recorrieron el desfiladero durante días, escarbando las paredes e investigando todas las grutas y aberturas. Sin embargo, el musgo se deshacía en sus manos y sus cuchillos chocaron con una dura y fría piedra oscura.

-Hijo de puta –exclamó el conquistador, tumbando al guía de una patada-, nos has perdido a todos. ¿Dónde está el oro? ¿Dónde está el rey dorado?

Nicolás Federmann jaló al guía por sus cabellos para que entendiera y señaló las paredes desnudas. Dónde está, preguntó. El indígena permanecía calmado, protegiendo su cabeza con sus manos y mirando al suelo. Fue la primera vez que habló claro.

-Los espíritus dicen que no buscan en el lugar adecuado. Aquí está la riqueza más grande jamás vista en la tierra.

El conquistador lo soltó con repudio y echó otra mirada a las montañas.

-¿Riqueza? ¡Estamos perdidos en la mitad de la jungla, imbécil! ¡Aquí no hay nada! –dijo, lanzando una piedra contra las inmensas paredes naturales que los encerraban.

-No están buscando en el sitio correcto –repitió el guía. Federmann se volteó y lo miró a los ojos. El indígena señaló un pozo más adelante.

-Ahí está lo que quieren, lo que los convertirá en lobos obesos, elefantes pesados incapaces de moverse, que se pierden en el abuso de la tierra. Los dioses saben lo que dicen. Esa riqueza está maldita. Es la puerta a todo lo que el hombre siempre ha querido, pero también es la puerta a la perdición.

Nicolás Federmann se acercó lentamente al pequeño pozo, seguido por los soldados más valientes. El suelo pareció moverse, eructar. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no era el suelo lo que se movía. Una espesa capa, negra como la muerte, brotaba de las entrañas de la tierra y envolvía sus botas. El conquistador se agachó y hundió su espada en el caldo. La hoja salió cubierta de una pasta oscura que parecía devorarla mientras bajaba hacia la mano de Nicolás Federmann. Este lanzó la espada, asqueado, y la vio consumirse entre las burbujas de líquido para perderse en el pozo por siempre.

-Vámonos de aquí –sentenció-, este sitio está maldito. Dios proteja a quienes intenten sumergirse en esta abominación.

El grupo se limpió las botas lo mejor que pudo antes de emprender la marcha de vuelta a la confederación Chibcha. Un soldado volteó cuando llegó a la entrada de la selva y echo un último vistazo al lugar. Más tarde, frente a sus camaradas, alrededor del calor del fuego, juró haber visto una burbuja inflarse encima del pozo y girar, como si lo estuviese estudiando, antes de explotar y manchar las paredes, y el futuro de esas tierras, con el betún que cambiaba riquezas por el alma de las personas.


Contraportada

11 de abril de 2002. En el Centro de Caracas, a escasas calles del Palacio de Miraflores donde se encuentra el Presidente de Venezuela, suceden enfrentamientos armados donde caen abatidos decenas de ciudadanos. La crisis institucional, social y política que le sigue constituye el polémico escenario sobre el cual se teje uno de los proyectos literarios más arriesgados de la literatura venezolana contemporánea.

A través de dos personajes opuestos pero complementarios, la novela Yo maté a Simón Bolívar pasea al lector por los discursos predominantes utilizados por el gobierno y la oposición, a la vez que construye una complicada telaraña de intrigas y tramas diferentes. Valiéndose de una diversidad de estilos tomados de la novela negra, la narración en primera persona, el surrealismo y las mangas japonesas, Yo maté a Simón Bolívar nos presenta un país radicalmente dividido donde se construye una novela que debe ser leída “desde ambos lados”, ying y yang, para ser entendida a cabalidad.


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      En busca del candidato perfecto

      hcfEl Coronel Smith se deslizó por los pasillos del Pentágono con sus zapatos lustrados y su ritmo de orden cerrado, mecánico y sincronizado. Al doblar la esquina del sector « Allende », se dirigió hacia la puerta marcada « Venezuela » y presentó su insignia ante el lector electrónico. Adentro, saludó :

      -Buenos días, Chuck, Jim; cómo sigue el proyecto, «Chicharrón de rabo ‘e cochino».

      -Avanzando, mi Coronel. Hemos logrado tabular todos los factores, insertar los datos… Pronto podremos realizar la simulación esperada –respondió Chuck, señalando al ordenador HAL 9000 que seguía ronrronando tranquilamente en la esquina de la habitación.

      -Qué bien. A ver si le vemos el queso a ese aluvión de dólares que hemos invertido en ese puto país, ¿eh? Esos venezolanos nos salen más caros que criar un hijo bobo, fuckshitballs…

      Después de servirse su tercera taza de café americano, aguado y edulcorado como beso de preadolescente, Smith se sentó y ordenó que lanzaran la simulación.

      -Verá, mi Coronel : en esta columna –Jim señaló un lado de la pantalla-, hemos insertado las variables correspondientes a la « descripción psicosocial de Hugo Chávez ». En esta otra, las « expectativas del venezolano ». Acá, « creencias » y por último, un ligadito proveniente de las encuestadoras de ese país. Utilizando una intersección vectorial de 3 planos, lograremos…

      -Joder, Jim. Qué ganas de hincharle las pelotas a la gente la de ustedes. Sólo corre el maldito programa. Fuckshitballs…

      HAL 9000 pareció parpadear antes de iluminar su pantalla y empezar a procesar la información. Después de algunos minutos –años luz, en el mundo de los ordenadores-, la máquina empezó a tragar papel y escupir impresiones.

      -¡Tenemos el diagnóstico! –se emocionó Chuck, corriendo para tomar la primera hoja y leerla en voz alta.

      Análisis del perfil ganador para las elecciones del 2012 (estudio cruzado)
      Tomando en cuenta los factores característicos de los principales gobernantes que han logrado conducir de manera exitosa la política de este país del tercer mundo, podemos discernir que el candidato con mayores oportunidades de arrastrar electores en Venezuela deberá ser:

       -Agradable, simpático y bonchón, rozando la intromisión ;
      -Desfachatado, capaz de decir lo primero que se le ocurra sin medir las consecuencias ;
      -Sin escrúpulos ni ideas fijas, el candidato puede afirmar « A » y su contrario al mismo tiempo, para luego afirmar que nunca afirmó « A » ;
      -Extremadamente ignorante e incapaz de entablar un debate racional ;
      -Mujeriego, fiestero y preso de los impulsos fisiológicos más incipientes a todo momento (como la diarrea) ;
      -Agresivo e insultante cuando la ocasión lo amerita, el candidato hace afirmaciones que rayan en el racismo y el antisemitismo ;
      -Iconoclasta social, no tiene problema en ir contra las normas y exhibirse « como es » ;
      -Megalómano, paranoico y neurótico, es fumador compulsivo, bebe café y alcohol y, a pesar de que no lo admite, todo el mundo conoce su obvio consumo de drogas ;
      -Disociado al punto de prometer hechos fantásticos o imposibles, siempre con una sonrisa en la cara ;
      -Sexy, adorado por las mujeres y envidiado por sus cercanías con Top Modelos Internacionales.

      Chuck se dejó caer en un sofá, cansado después de su lectura apresurada.

      – ¿Es todo? –Preguntó el Coronel-, ¿de dónde vamos a sacar un especimen así para proponérselo a la MUD?

      -No se preocupe, Coronel, el ordenador también nos hará un retrato robot –Jim fue hasta la impresora y le llevó la hoja impresa al Coronel. Este la observó confundido, entretejió las cejas y exclamó :

      – ¿Qué es esto? ¿Un chiste de mal gusto?

      -Es… ¡Es Charlie Sheen! –gritó Jim por encima del hombro de Smith-. Tiene algo de sentido, desde cierto punto de vista…

      La pantalla de HAL se iluminó con una simulación de un debate entre « El candidato » y el Presidente Chávez. El venezolano ponía cara seria, de héroe del Museo Militar, y lo arengaba, « ¡yanki de mierda! ¡Vete al carajo, mil veces al carajo! », mientras Sheen fumaba y sudaba psicótico antes de espetarle, « ¡Troll! ¡Eres un troll ! ¡Si no están con Charlie Sheen son trolles y serán destruídos! », a lo cual el debate seguía, « ¡Yo soy la reencarnación de Bolívar! », « ¡Yo tengo sangre de tigre! » ; « ¡Yo soy el pueblo! », « ¡Yo soy un ganador! », « ¡Me cogí a Courtney Love! », « ¡Me cogí a todas las putas de Las Vegas! » ; hasta que el ordenador se apagó , recalentado, y dejó al grupo inmerso en un  silencio absoluto.

      -Joder… -se animó a exclamar Chuck después de algunos minutos-, ¿y cómo le hacemos para que Charlie Sheen sea candidato? Ni siquiera es venezolano…

      – ¿Y eso qué importa? –El Coronel se puso de pie con cara de satisfecho-, en ese país las leyes no valen nada. Ledezma, venezolano y todo, fue sustituido por una muñeca inflable que los venezolanos todavía creen es un ser humano, y las milicias bolivarianas, rechazadas en el Referendum del 2007, son el orgullo más reciente de ese gobierno. Ustedes verán, les mandamos unos cuántos dólares a los magistrados, desesperados y sedientos ya que ahora sólo pueden ganar hasta 12 sueldos mínimos, y cambiamos las leyes para postular una Pizza Domino’s, si nos da la gana… Buen trabajo, muchachos.

      Y fue así, y con su promesa de decretar todos los días como día de la Secretaria hasta el fin de su gobierno, que Charlie Sheen se volvió Presidente de la República anti-troll de Venezuela, luego del Eje de los países anti-troll no alineados, luego de las Naciones Unidas contra los trolles y finalmente de la vía Láctea.

      Del universo no, porque allí ya gobernaba Dios, y ella fue la única que no cayó arrodillada a sus pies, específicamente a nivel de la pretina de su pantalón.

      Y ya está.

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      Caracas, 2046

      caracas2046

      Querido diario:

      Tengo que escribirte hoy para contarte que conocí a un tipo genial. Se llama Chu Wo, pero los aborígenes le decimos Chúo. Es ge-nial y ha sido amor a primera vista. Pero no nos precipitemos…

      Hoy fue día de cobro y Chang se mostró extremadamente generoso con sus aborígenes: no sólo nos dio un bono de 10 mil yenes, sino que nos regaló dos salvoconductos nocturnos para Nueva Tianmen y nos dijo que fuésemos al bar del Hotel Four Dragons frente a la plaza. No podía creerlo: ¡Yo, una aborigen en el Four Dragons! Estaba tan emocionada que casi se me cae mi Mao-Pad mientras le dejaba un mensaje a Marisabel para decirle que se pusiera su mejor ch’ang-p’ao de colores y me acompañara.

      Decidí celebrar con una arepa de lumpias en Bruce Lichis’, el local que acaban de abrir entre la Plaza Bolivariana y la estación Maoítos, cerca de Shanghai Grande. Gracias a Dios que Chang me dio el salvoconducto: un par de soldados del ejército rojo me pidieron mis papeles mientras caminaba por el Boulevard. Parece que el rumor que circula por el barrio es cierto: a nosotras, las aborígenes jóvenes y bellas (¡sexy!) se las llevan al callejón de la kungfutada y te obligan a que se lo mames, si no tienes papeles. A Misladys la desaparecieron, después de que publicó la denuncia en su cuenta de Carelibro bolivariano. Dicen que el Inspector Bracci Roa la echó al río Wai-ru, donde están todos los cadáveres…

      Pero me disperso. No quiero pensar en cosas malas. Volví al barrio 4 de febrero en Subte, ya que de verdad que el servicio ha mejorada desde que quebró el Metro y se lo vendimos a los españoles. Ahora es de lo más Futurama, con pantallas virtuales por todos lados. Vi una propaganda del nuevo Mao-Pad visuo-táctil (¡quiero uno!) y las nuevas Tetómetras que son francamente asquerosas. Qué mal gusto. Yo estoy contenta con mi modelo 36-B inflable, a pesar de que están medio vencidas y tengo que rellenarlas cada dos horas. Pero la propaganda de las nuevas Tetómetras, donde al cantante Papi Opio le traen dos vasos de sake en cada una de las tetas de una bee-atch, es sencillamente denigrante.

      Hoy tuve suerte y pasé la alcabala de control en sólo media hora de cola. Hace tiempo que los rebeldes barbáricos esos no le ponen bombas al muro; menos mal. No sé cómo me sentiría sin el muro que separa el Waraira Repano de la ciudad, con sus pantallas de televisión bellísimas, desde las cuales podemos ver al Chamán cuando se dirige a nosotros. ¡Qué fea sería Caracas sin el muro! La montaña de basura del Waraira Repano estropearía la vista de nuestros edificios resplandecientes y limpios.

      Hay quienes dicen que antes de la purga de blancos e intelectuales de 2028, el Waraira Repano era una montaña llena de árboles. Claro que esto es sólo propaganda subversiva, igual que la gente que quiere convencernos de que nuestro mar antes no era negro y viscoso, sino transparente. Puros discursos politiqueros para negar los avances que el gran Chamán le ha traído al país…

      Marisabel llega a mi rancho emocionada, pidiendo ver los salvoconductos. Trae consigo un par de cervezas Tsingtao y una botella de Bacardí que compró en una tienda de yenes convertibles. Su nuevo novio, Lao To, le ha regalado el último Proyector Virtual Personalizado que trajo de un viaje a Hong Kong. Me alegro mucho por Marisabel, me dice que Lao trabaja como ingeniero en la sede de Petróleos De China en La Campiña (corre el rumor de que el nombre de la urbanización lo van a cambiar para “piña” a secas, ya que los chinos no pueden pronunciarlo).

      El nuevo Proyector Virtual Personalizado es increíble, han resuelto el problema de animación en los ángulos. Al encenderlo, vemos el discurso diario del Chamán, quien aparece, obeso pero bello como siempre, en medio de mi sala. El Chamán explica que las Fuerzas Maoístas Bolivarianas por la Dignidad y la Soberanía de la Humanidad (FMBDSH) han logrado una importante victoria en la región de Peshawar, donde los imperialistas hindúes han mordido el polvo y se encuentran en franco retroceso. Marisabel y yo brincamos de alegría y pensamos que pronto Juan y Álvaro volverán a Venezuela.

      En la noche, cuando llegamos al Hotel Four Dragons, veo al hombre de mi vida, Chu Wo. Se parece al protagonista de la tele-novela virtual In the mood for long love, con guión genial de John Manuel Silva. Luego dicen y que somos xenófobos, ¿cómo vamos a ser xenófobos si Silva se hizo millonario con títulos en lengua extranjera? (él también escribió la tele-novela política, Eternal sunshine of a red-spot mind, por si no sabían. Lo del plagio no lo seguí, por cierto).

      En fin, cuando veo a Chu parado en una esquina con su pipa de opio y un vaso de sake entre sus manos, caigo rendida a sus pies. Apenas suena el nuevo éxito de Pequeña perra, “cógeme por el culo, papi”, me llevo a Marisabel de la mano y empezamos a bailar frenéticamente. Con discreción, meto la mano bajo mi ch’ang-p’ao de seda azul e inflo mis Tetómetras hasta su máxima capacidad, y sacudo mi Mao-Pad en mi mano derecha mientras bailo, para que vea que no soy una pobretona. Él me observa, se queda viendo mi salvoconducto y se acerca, con un ni hao de voz grave y muy sexy, al que trato de responder con mi ni hao nervioso y mi mandarín lleno de acento aborigen.

      Juro que Chu debe haber gastado como 300 mil yen esa noche. La pasamos fenomenal. Los pormenores no los voy a contar, pero amanezco en el balcón de su sublime pent-house en el Parque Wang frente al Museo de Arte Ming Internacional (MAMI). Prometemos volver a vernos mañana. Hoy, pedí el día libre y sólo pienso relajarme y dictarle esto a mi Mao-Pad. Creo que soy feliz.

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      Historias de una publicación parisina (parte 2): Editoriales

      studentLlegamos a la pregunta freudiana de siempre: ¿el tamaño importa? Después de que el escritor juzga –de manera egocéntrica e insegura, por supuesto-, que los garabatos cuneiformes que ha logrado arañar en un pedazo de papel merecen ser publicados, ¿qué tipo de editorial debe buscar?

      Sólo puedo hablar desde mi propia experiencia, un compendio de rechazos y humillaciones dignas de un bizco sin dinero en Ibiza. Tengo la piel literaria tatuada, como el protagonista de Memento, de mensajes pre-fabricados de los editores, del tipo, « Estimado escritor (porque ni la decencia de buscar y copiar tu nombre tienen, los perros): Lamentamos informarle de que, a pesar de la indudable calidad de su manuscrito, nuestra línea editorial no corresponde a su texto. Le deseamos la mejor de las suertes futuras y vaya a tomar por el culo, gracias ».

      Así que si vienen acá a preguntar cómo se hace para recibir un contrato de Alfaguara, Penguin Books o Gallimard, pues no tengo la menor idea. Supongo que lo mejor es escribir siete tomos sobre niños magos que van a academias impronunciables o historias de vampiros adolescentes asexuados. No sé cómo conseguir un agente. No soy la Lady Gaga de las letras. Hay demasiados aspirando a eso, al poder literario no le queda un sólo pelo en las bolas que no esté siendo jalado por alguien.

      Lo que sí les puedo decir es que las pequeñas casas de edición tienen sus ventajas, no muchas, pero sí considerables. Cierto, ya lo sé: Si publicas con una pequeña editorial no vas a ser distribuido en el Corte Inglés o poder satisfacer tu ego con un cartel inmenso con tu foto en la Fnac. Si eso te preocupa, relee el párrafo anterior y luego trata de seducir a Boris Izaguirre o algo, no sé.

      Es por esto que, después de leer tu contrato editorial y asegurarte de que nadie te está tratando de estafar, lo primero que debería preocuparte si publicas con una pequeña editorial es la distribución. Hay una diferencia inmensa entre una mala distribución y una distribución inexistente. Lo primero siempre se puede negociar y presionar para mejorarla, pero si tu libro se va a vender en dos librerías que quedan detrás del arcoiris y que nadie conoce, poco importa que hayas escrito Millenium, eso nadie lo va a comprar.

      Sin embargo, suponiendo que todo va bien, que la distribución propuesta es pequeña pero eficaz, que se plantea algún tipo de contacto con la prensa para promocionar tu libro y que el editor no pretende reescribir toda tu novela, es acá donde podemos hacer pagar a las editoriales pequeñas, por decirlo de algún modo, o simplemente sacarle ventaja al hecho de que nos publique una pequeña casa de edición.

      Esto lo digo porque existe una inmensa libertad en las publicaciones independientes, una especie de Livin’ la vida Bolaño, que los escritores consagrados envidian (y no sin razón). Aparte de quitarte de encima el dolor de cabeza de ventas, de saber que la Editorial pretende vender veinticinco mil ejemplares y que cualquier cifra más pequeña es un fracaso estrepitoso, existe algo que se conserva al trabajar con un editor independiente: la tan cacareada « libertad creativa ».

      Porque el hecho de que sea una editorial independiente la que te publica significa que tu libro es más tuyo que nunca, que puedes controlar la edición desde el principio y que muchas veces la editorial agradecerá que el escritor se involucre y proponga portadas o formatos.

      Las portadas de Gallimard, por ejemplo, se me hacen horrorosas: un color beige-viejo aburridísimo que en lo personal me recuerda un manual de colegio. Al poder controlar la portada del libro se puede jugar con la ventaja de ser « independiente » : Sí, hay pocos ejemplares editados, pero son únicos y se distinguen por su originalidad.

      Pero hay más que eso. Si eres un desadaptado con inclinaciones psicóticas (como este servidor), el hecho de trabajar con una editorial independiente  es como darle un tobo de pintura a Jackson Pollock: nada mejor que tener el apoyo de la editorial para proponer las actividades más estrafalarias que puedan hacerse o dar rienda suelta a la imaginación y al poco sentido del ridículo que se puede tener gracias a las nuevas tecnologías (para hacer videos de autopromoción, por ejemplo).

      Digamos que no se trata de comparar universos ya que son completamente disímiles. Sin embargo, las ventajas y las posibilidades de la publicación independiente no son nada despreciables, sobre todo en esta época, donde cualquiera con un teclado y una buena idea puede sacudir al mundo.


      Linkeo, ergo existo:


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