John Barnes, asesor experto en campañas electorales, tomó un pequeño sorbo de café y sopesó la mejor manera de explicarle la situación al Comediante en jefe. El reluciente Salón Ayacucho había perdido su esplendor de antaño, pero lo poco que quedaba del flujo petrolero, que era exprimido como teta de vieja, garantizaba un mínimo de recursos para mantener la ilusión andando.
-Anti-imperiador –dijo Barnes renuentemente y pensó en el idiota que había cambiado el apelativo del Comediante en jefe en el 2015 y su poco sentido de la estética lingüística-, tenemos que diseñar la estrategia para la campaña del 2018.
El “Anti-imperiador” se volteó rápidamente, en un solo movimiento, como le habían dicho sus asesores de imagen. “Juvenil”, “energético”, “ágil”, era la consigna. El sombrero de Napoleón que había comprado al gobierno francés y que le había ganado las elecciones de 2016, se tambaleaba sobre su cabeza como un barco borracho. Barnes sintió un escalofrío recorrerle la espalda, como niño obligado a abrazar a la tía arrugada y sobre maquillada que desprende el olor del perfume de otra época.
-¡Barnes! ¡Cómo estamos, Barnes! ¿Listo para otra campaña admirable? ¡Los barreremos! ¡No volverán! –El Anti-imperiador se sentó, con los ojos irritados y enrojecidos. El asesor miró el cuadro de Bolívar que colgaba detrás y observó que la mirada del prócer parecía interrogar con desprecio al sujeto sentado en la silla Presidencial con el sombrerito anacrónico y ridículo en la cabeza.
-Estem… Sí. Pues verá, tenemos algunos problemas para levantar su imagen. Lamentablemente, sus ideas de llamarle, “el chivo que más mea”, “la verga de Triana” y “el cuatriboleao’ mayor”, no han conseguido eco en las encuestas. Hay que buscar algo mejor, algo que distraiga a la gente de la ausencia total de agua, electricidad y carreteras transitables, entre otros.
-¡Barnes! ¡Te preocupas mucho, Barnes! ¡Pues ya! ¡Tengo la solución! ¡El pueblo quiere ayudas! ¡El pueblo quiere misiones! ¡El pueblo quiere resultados en la mano! ¡Ajááá! –gritó el Anti-imperiador, llevándose el dedo índice a la cabeza como solía hacer al dar con una idea genial-, ¡reconstruiremos un Estado completo! ¡La Guaira, vaya! ¡Eeee, La Guaira! ¡Playas! ¡Desarrollo! ¡Carreteras!
-Pues no, Presi… digo, “Verga de Triana”. Eso sólo recordaría las promesas del ’99 y el fracaso estruendoso en ese Estado.
-Claro, claro; tienes razón… ¡Listo! ¡Bingo! ¡Unimos los Estados a través de la comida! ¡La Pan-arepa! Pan del griego, digo, eso me lo explicó Luis Britto ayer. Como todos allá en Grecia comían pan, pan quiere decir “todos”, tú ves, Barnes…
-Hmm. Cómo decirlo. Eso nos va a asociar con “La ruta de la empanada”, que la gente percibe como un fracaso… Además, 75% de la población pensaba que “freír las cabezas de cochino en aceite hirviendo” era literal y pensaban obtener empanaditas de orejas de cochino. Dicen sentirse decepcionados. Y 90% de los encuestados preguntó qué significaba la palabra “literal” y lo asoció a dos camas, superpuestas. Luego hacían chistes de mal gusto sobre el sexo… -la voz de Barnes disminuyó poco a poco.
-¡Pues eduquémosles! ¡Misión educación! ¡Fundemos una Universidad!
-No, no, no: 60% de los graduados de la bolivariana están desempleados. El otro 40% son buhoneros… Hay que separarse de esa imagen.
-Me la pones complicada, Barnes, ¡me la pones complicada! ¡Pareces pitcher del Magallanes! ¡Tuki! ¡Listo! ¡Paso por “go” y cobro 200! ¡Gallinas! ¡Todo el mundo con gallinas en las casas! ¡Genial!
-Nope. La gente todavía se acuerda de los gallineros verticales…
-¡Regalamos vergatarios!
-Tenemos años “regalando” vergatarios. Nadie ha visto uno todavía.
-¡Misión vivienda!
-Mala idea. Nos identificará con los re-ultra-über damnificados del 99+2004+2010 (gracias por botar al asesor de imagen anterior, por cierto).
-¡Eureka! ¡Neveras! ¡Neveras pa’ to’el mundo! Ron pa’ to’el mundo… -El Anti-imperiador empezó a hacer un bailecito.
-Imposible. No hay electricidad…
-Y ron pa’l questá sentao… Y ron pa’l questá parao…
John Barnes se puso de pie, saludó al Anti-imperiador con un gesto de la cabeza y le dijo que él conseguiría la fórmula secreta. Se retiró, a hurtadillas, sin darle la espalda al personaje que seguía meneando sus capas de grasa bajo el sombrerito de Napoleón.
En la tarde, Barnes supervisó la rueda de prensa conducida por el Afroamericano Istúriz. El Ministro para el Poder Popular de la Reivindicación de los Valores Oprimidos por la Plusvalía Capitalista (MinPoPoReVaOpPlCap), sonrió y se dirigió a las cámaras:
-Buenas tardes, ¡pueblo de Venezuela! ¡Patria grande de Bolívar! Estamos orgullosos en presentar la nueva misión para desarrollar al país, creada directamente, di-rec-ta-men-te, ¡digo!, por nuestro Anti-imperiador. La misión, “borrón y muela nueva” promete repartir, entre cada uno de los venezolanos; ¡todos!, sin importar su tolda política, ¡una goma para borrar y un cuadrito de Chiclets Adams! ¡Así es, amigos! ¡El gobierno revolucionario trabaja por ustedes! Reclame su borra y su chicle, ¡ya! ¡He dicho! ¡Viva! ¡Abran la boca, que les echo unos cuadritos de chicle, lo qués ya! ¡Mastíquenlo lento!
Al día siguiente, el Anti-imperiador había conquistado 80% de la intención de voto. El gobierno, valiéndose de los aviones militares, hizo llover Chiclets Adams sobre todo el país, ya que las carreteras eran inutilizables. Los venezolanos masticaron, algunos hasta tragaron, y fueron felices, para siempre.
Es decir, todo lo contrario: esta pequeña nota es para decirles que la gente de
(
Una noche amenizada por las cervezas y la buena conversa, le decía al pana de
(Extracto de la novela “Yo maté a Simón Bolívar” [Yang]
El Coronel Smith se deslizó por los pasillos del Pentágono con sus zapatos lustrados y su ritmo de orden cerrado, mecánico y sincronizado. Al doblar la esquina del sector « Allende », se dirigió hacia la puerta marcada « Venezuela » y presentó su insignia ante el lector electrónico. Adentro, saludó :

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