Hay poca gente más infeliz en la vida que el político que irrumpe en la pantalla del televisor con esa mirada condescendiente, de abuela que ofrece galletas y leche, para explicar a los espectadores que él o ella saben y entienden los travails de nosotros los asalariados.
Son el tipo de cosas que te hacen querer romper el aparato, es Palermo fallando tres penales y el River perdiendo, humillado.
Porque -y me van a perdonar el lenguaje a lo Maradona, y vaya qué argentino que me salió este texto-, qué coño sabe un hijodeputa que gana cuatrocientos mil euros al año sobre lo “duro” y lo “difícil” que es estirar el sueldo mínimo. En Francia, “la vaca” Segolène Royale (la vaca es su apodo, no lo inventé yo, eh) se va en una perorata llena de pathos sobre la “desigualdad” y cómo es posible que los ricos ganen tanto y todos los etcéteras que ya conocemos, y propone un “impuesto a la fortuna” para que esos desgraciados dejen de “burlarse del pueblo”. Acto seguido, los media descubren lo que todos sabemos: que Segolène Royale es uno de los políticos más ricos de Francia, que su “denuncia” era tremendo gargajo escupido pa’rriba y que el impuesto que pretende pasar afecta, en primer lugar, a “la vaca”.
Por eso es que los europeos no creen más en los partidos de izquierda tradicionales. La gente se siente estafada y manipulada y no se identifica con “la izquierda caviar” de salón, que jamás ha pisado una fábrica pero pretende que los obreros voten por ellos. En cambio, en el otro lado de la acera tenemos a la derecha sin complejos: una parranda de banqueros que dicen defender… los derechos de los banqueros. Así no se puede competir.
El partido socialista francés (P.S.) y alemán (S.P.D.) son una burla. Carecen de credibilidad, no tienen proyecto ni ideas y se dedican a gritar, como viejas cacatúas, que la derecha lo está haciendo mal, sin poder jamás atisbar, ni siquiera remotamente, una idea alternativa.
Es decir, ¿puede haber prueba más contundente de los vicios de la especulación y la usura inherentes al capitalismo que el derrumbe financiero orquestado por dos docenas de individuos? ¡Un puñado de bichitos enfluxados en un edificio de Manhattan, capaces de poner la economía mundial de rodillas!
¿Y qué hace la izquierda? Balbucea. Se esconde. No avanza análisis, ni soluciones. Entonces la gente, que no es tan estúpida como creen los políticos, deja de votar por el S.P.D. en las elecciones alemanas. ¿Existe mayor desconexión entre un partido y los ciudadanos? El S.P.D. es incapaz de articular la crisis en un discurso eficiente y termina revolcado con la menor cantidad de votos desde la guerra.
La paradoja más grande es que Francia se salvó de la crisis gracias al sistema “social y proteccionista” que Sarkozy pretendía desmontar. Es decir, el adefesio nepotista que gobierna a los galos fue salvado por las políticas que él mismo detesta. ¿Ficción? La publicación más conservadora y reaccionaria de Inglaterra, The economist, le dedicó la portada a esta paradoja y no duda en hablar de “una nueva jerarquía en Europa”, con Francia a la cabeza, seguida de Alemania y luego Inglaterra.
Sin embargo, está bien que mueran el P.S. y el S.P.D. ¿Merecen ser salvados unos partidos gobernados por dinosaurios tecnócratas desconectados de la realidad, incapaces de analizar la mayor crisis financiera de las últimas décadas? Claro que NO. La basura se echa en el basurero.
Finalmente, tenemos acceso a discursos alternativos por parte de partidos pequeños fundados por inconformes salidos de las filas de los partidos tradicionales. Porque si bien el S.P.D. sacó un número irrisorio de votos, es mentira que los alemanes votaron en masse por la derecha. Igual que en las elecciones de eurodiputados, la gente prefirió inclinarse por el partido verde y demás micropartidos, que dejarse engañar nuevamente por los snobs dizque de izquierda del P.S. y el S.P.D.
Obviamente, hay mucho camino por recorrer y esta fractalización de la izquierda en minipropuestas no llegará lejos a menos que logre articular propuestas macro. Porque el hecho de que los verdes tengan razón al exigir la prohibición del maíz transgénico no significa que tengan la más remota idea de cómo gobernar un país o enfrentarse a Irán y China.
Pero algo es algo. Deslastrarse de los elefantes emperifollados con cero credibilidad es un progreso bárbaro que abre las puertas a discursos alternativos y le da legitimidad a todo tipo de movimientos como los críticos del G8, los ecologistas y los verdes.
Es por ese camino que aparecerá la nueva izquierda, al independizarse del partido comunista (muerto hace tiempo, Dios gracias) y de los partidos socialistas que fueron secuestrados por una burguesía con complejo de culpa que terminó ahogada en patéticas peleas interinas por poder y control.
Que en paz descansen.
Qué despreciable es el ser humano. O sea, que despreciable soy yo; que no vi esta película cuando salió en el cine porque me dejé guiar por los comentarios de algunos que la tildaban de “oscura” y “sombría”. Menos mal que existe la internet y que hoy en día podemos 
¿Ha llegado el sistema capitalista a sus límites? Tienen razón los Presidentes que se mofan de la caída estrepitosa de la economía norteamericana?
Cansado de que la derecha me reprochara no haber leído a uno de sus teóricos más prominentes, le metí el diente al clásico de 

















El nuevo disco de Muse, “
El problema de tener un “
Una de las diferencias fundamentales entre la política de izquierda o derecha radica en la concepción que se pueda tener sobre el ciudadano. Desde el enfrentamiento entre Rousseau y Hobbes -“el buen salvaje” contra la naturaleza violenta y errática del hombre-, los sistemas buscan regular, con mayor o menor grado de injerencia, las reglas, leyes y convenciones que evitarán que los Homo Erectus se despedazen a golpes y puedan dirimir sus diferencias de manera pacífica.
Una característica fundamental de la derecha dura, la derecha halcón, es flotar en un delirio supremacista incapaz de reconocer la validez de los argumentos del otro. La derecha no perdona, se encuentra en una lucha histórica que la opone a sus enemigos, quienes deben ser reducidos a papilla por cualquier método al alcance de la mano.
El puesto requiere una persona cínica, de probadas habilidades retóricas y poca conciencia o remordimiento. Favor adjuntar pruebas a su candidatura: Fotos de un(a) amante a quien Usted juró que no era casado y/o que dejaría a su esposo(a) por él/ella, videos de Usted manipulando el contador de kilómetros del carro para venderlo más caro, croquis sobre su contacto en los Caracas-Magallanes para entrar sin hacer la cola.