Estamos mejorando. Cuando la Guardia Nacional quiere que la sobornes con libros, se puede decir que hemos dado un paso adelante

aduana

Estoy en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar (si es que no le han cambiado el nombre todavía, yo propongo agregarle “bolivariano” para despejar toda duda), esperando el embarque del vuelo que me conducirá a Francia. No me extraña que justo antes de tomar el pasillo de plástico ese que te conduce a la aeronave, se acerquen dos tipos con cara de matones para pedirme que vaya a identificar la maleta.

No me extraña porque siempre me pasa. Cuando voy a Venezuela compro libros que no consigo en otro lado y al pasar la maleta por los rayos ‘X’ los funcionarios piensen que son panelas de coca. Una vez uno de los policías argumentó que era ‘humanamente imposible’ que alguien leyera ‘todos esos libros’ -que eran quince piches ejemplares- así que era obvio que yo estaba tramando algo. Por poco me dice ‘te quieres pasar de listo’, como en las series de televisión que traducían en México y transmitían en Venezuela, para el desconcierto de la tele-audiencia ( ‘¿pasar de quééé?’, no, que no se haga el huevón, es lo que quiere decir -aclaraba uno con tono de semiólogo).

Así que bajé, dispuesto a pasar por la cantaleta de costumbre (que soy estudiante, que necesito los libros, que si usted cree que un narcotraficante va a tener una maleta tan despedazada como la mía, no, no estoy en drogas pero ando resacado de la fiesta de despedida de ayer, etc). Y me encontré con el ‘tipo ideal’ weberiano del funcionario aduanero: alto, barrigón (no digo gordo, no vaya a ser que lea esto y me meta en problemas), bigotudo, sudado y grosero. Es decir, él se refiere a mí como ‘chamo’ pero se enfurece cuando lo trato de ‘pana’. Los animales son todos iguales, pero…

El ectoplasma en cuestión abre mi maleta para encontrar, ¡o, sorpresa!, libros. Pero yo me incomodo cuando empieza a ojearlos. Me incomodo porque me gusta leer de todo y detesto los clichés. Esas cosas como cuando entras a casa de un ‘izquierdoso’ y tiene la Segunda declaración de la Habana, al lado de los discursos del comandante Marcos, el diario del Ché en Bolivia, La condición humana de Malraux y pare usted de contar. Cuando le preguntas si se leyó ‘la fiesta del chivo’ de Vargas Llosa, retuerce los ojos y explica, psicóticamente, que Vargas Llosa es de ‘derecha’. Lo mejor en este caso es preguntar por Borges, porque más anti-izquierda imposible pero, ¡carajo! (esto amerita un carajo), qué pluma, mis amigos.

En fin: tengo un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina, al lado de Del buen salvaje al buen revolucionario, si quieren saber. Leo todo. Tengo el Mein Kampf y El Príncipe de Maquiavelo al lado de Lao-Tzé y El Principito. Me gusta crear confusión.

Y mi maleta era así. Tenía un ensayo de Pino Iturrieta sobre Bolívar, la nueva edición de Los Amos del Valle y el libro ‘Hugo Chávez sin uniforme’, de Barrera Tyszka, entre otros. Qué suerte, que el engendro de militar sacó el libro de Chávez de primerito. Me puse súper nervioso porque lo vi ojeándolo con fascinación y sabía que debajo de ese estaba la autobiografía de Carlos Andrés Pérez (vale decir que empecé a leerla y no pude. Me repudió por sus aires de grandeza, ni que fuera De Gaulle. Ya la retomaré). Intenté entonces detener su búsqueda pero no hacía falta, el ‘oficial’ estaba de lo más absorto con el libro.
-Wow, qué buen libro -me dijo, como si ya se lo hubiera leído-. ¿Dónde lo conseguistes, (sic) chamo?
-Mi estimado gendarme de la república, ese se consigue en cualquier librería.
-¿Ah, sí?
-Pues claro. Es más, Barrera T. se acaba de ganar un premio y está a la moda, si es que se puede hablar de modas literarias en Caracas.
-Ah- (funcionario embelezado como dormido): Es que me gustaría leerlo…
-Pues vaya y se lo compra, mi oficial…
Y aquí vino lo que los cubanos llaman ‘la talla’, mira la talla:
-¿No me lo puedo quedar?
¿? ¿? ¿? (sin palabras. Luego recapacité): NOOOO.

No me lo creerán, pero el tipo se puso bravo. Bravo porque yo no le quería ‘regalar’ mi libro, un libro que no se consigue en ultramar. Lo más cómico es que se veía que era ferviente admirador de Chávez. “¡Tiene foticos!”, me dijo, viendo ilustraciones de la infancia del Comandante-, pero muy ignorante, ya que no creo que el libro de Barrera sea una apología al presidente. No lo he leído todavía, pero lo tengo pendiente. Por lo menos no me lo quitó ni encontró el de CAP, lo cual creo me hubiese hecho perder el avión…

P.D.: Para todos los interesados, terminé la tesis. Ya veré cuándo la defendemos, pero este karma se acaba pronto. Quedó de lo más rara, es probable que no valga ni medio, pero bien. Así es la vida…

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One Response to Estamos mejorando. Cuando la Guardia Nacional quiere que la sobornes con libros, se puede decir que hemos dado un paso adelante

  1. Gus says:

    Me pasó lo mismo tantas veces. Me lo puedo quedar? Esa es la frase.

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