Este renombrado artista me dejó indiferente. Aquí les dejo las razones del por qué, así como algunas de sus obras para que juzguen por ustedes mismos.
Después de asistir por segunda vez a la exposición de Yves Klein, mi diagnóstico era contundente: No entiendo al tipo, mucho menos la reacción de la gente frente a su “arte”. Fui dos veces por si acaso, ya que después de escuchar a algunos amigos alabando su obra, dije que le daba una segunda oportunidad. Qué va. No hubo electricidad, no hubo clic, éramos como el senado demócrata y George Bush: irreconciliables.
Ahora bien, entiendo perfectamente su trabajo y su búsqueda artística. No puedo estar más de acuerdo con su afirmación: “utilizar un método, sí; ser esclavo de éste, nunca”. En ese sentido, sus métodos eran radicales, pintando con fuego, lluvia y viento y tratando de obtener la impresión de todo lo que se le atravesaba en el mundo.
¡echen paja!
Klein es bastante conocido por la foto “salto al vacío” que representa toda su “filosofía”: darle al espectador la “experiencia del vacío”, una mezcla de Zen-budismo con existencialismo y, según mis cálculos, mucho peyote y benzedrina. La realidad que él quiere que experimentemos se aleja de la “representación” que tenemos “en la vida” (cualquier parecido con el discurso de un hippie-porrero que vende carteras hechas a mano es pura coincidencia).
No es “azul”: es “International Klein Blue”
Esto da paso a su propuesta, el usar el color azul, que hasta patentó como “Internacional Klein Blue”. La vida era azul, según él y, para su mérito, predijo que la tierra se vería azul de lejos antes de que Armstrong fuera al espacio y lo corroborara. Si preguntan cómo y por qué el azul, se toparán con otro discurso fragmentado e incomprensible de la parte del maestro: “el azul es lo invisible tornándose visible”. Ya a estas alturas, Yves Klein parece Gargamel persiguiendo a los pitufos para comérselos o quién sabe qué otra cosa (les dejo la libertad de imaginar para qué sirve Pitufina, por ejemplo). De ahí que sus trabajos más famosos, de “antropometría”, tratan de modelos revolcadas en azul que usaba de pincel.
“Tranquila, mami, esto es arte”
No le gustaban las gordas
Entre otras extravagancias, Klein se lanzó en un proyecto de vender pedazos de terreno vacío (es decir, aire). Esto se conoce como el “Yves Klein artwork”, cuyo objetivo era hacer que los compradores “experimentaran el vacío”. No contento con esto, cobraba en oro (leyeron bien), porque era “el material más puro”. En otra excentricidad, luego de vender varios pedazos de aire (sí, hubo gente que compró el vacío), lanzó todos los lingotes de oro al Sena. Lamentablemente, en la exposición no decían a qué altura, ya que yo tengo mi careta de buceo conmigo para este tipo de ocasiones.
“Si pica o arde es por el thinner”
Sus obras más conocidas son la pintura “carretera entre Niza y París”, que es, bueh, una pintura que puso encima de su automóvil cuando manejó entre las dos ciudades. Vuelve el gurú hippie: “quería grabar las impresiones ambientales”. Claro, amigo, claaaro… Pásenme el Prozac…
Mi problema no es, en ningún caso, algo contra el método. Entiendo su preocupación y créanme que admiro mucho sus hazañas (¿vender aire? ¡carajo!). Mi problema es que detrás del método cerebral y trabajado, no veo nada: La pintura azul se me hace azul, la de la carretera la veo como azul pasado por lluvia y no veo qué tiene de genial pegar al azar el color de la Tierra o de Marte.
A mi me encanta el arte abstracto, porque me hace sentir cosas que el arte figurativo no puede transmitir. La fuerza de un Pollock o lo depresivo de un Rothko son de las reacciones más intensas que se puedan sentir en pintura. Pero cuando Klein habla de “tomar las impresiones del fuego”, lo siento, lo que veo es papel quemado y nada más.
Ni se despeinaba…
“pedí mi cuadro bien cocido, este está quemado”
Vuelvo: entiendo el método, es un buen proyecto. Pero la obra final no me dice nada. Es como Piet Mondrian, quien se propuso que “no sintieras nada” al ver su cuadro (blanco sobre blanco, por ejemplo) y lo logró, excelente, felicitaciones… ¿Y el cuadro? O Kandinsky, quien si no entiendes toda la explicación y la gramática detrás del cuadro (el círculo rojo es sufrimiento, etc.), aprovechas poco. Su proyecto era hacer correlaciones entre la pintura y los estados del ser humano, pero eso es una tesis de pintura, no un cuadro que te haga sentir algo.
En fin, les dejo mis simples impresiones. Admiro a Klein, admiro su pasión, su fuerza, su búsqueda y hasta el que le publiquen el chorrero de textos sin sentido producto del hachís y el ajenjo. Qué bárbaro. En cuanto al cuadro… ¿Cuál cuadro?