Todas las personas de más de diez y ocho años han pasado por aquí, al menos en los países occidentales y democráticos.
Corrían los años noventa. Era un domingo, temprano en la mañana y, si todo salía bien, al final del día debería haber finalmente consumado mi primera vez. Se habían hecho los preparativos necesarios, habíamos sopesado reflexiones y pensamientos ligados a lo que marcaría mi paso a la edad adulta, si así se le quiere llamar.
Llegué al sitio algo nervioso, ante la expectativa de lo desconocido. Había que hacer cola como suele suceder en estos lugares. La gente pretendía moverse con discreción, sin hacer demasiado caso a los demás que también esperábamos turno. La gente avanzaba al ritmo de los minutos que se deshojaban delante de nosotros y la pausa no hacía sino acentuar el nerviosismo de cada quién.
Me tocó turno y realicé los intercambios necesarios con una señora sentada a una mesa. Ella me indicó hacia dónde ir y me señaló una cabina un poco más allá.
El lugar era cerrado y oscuro, y la privacidad se veía garantizada por una pequeña cortina negra que aislaba mi cabina del exterior. Ya no había posibilidad de retractarse; había que asumir la responsabilidad con hombría y no vacilar demasiado.
Al fondo la vi, abierta como una papeleta. Tenía que escoger y sabía que de mi elección dependerían muchas cosas. Es típico dudar justo cuando se llega al momento preciso del acto y, a pesar de que uno ha pensado mucho lo que va a hacer, aparecen otras posibilidades, interrogantes que nos hacen vacilar. Pero no había vuelta atrás así que decidí seguir la elección que tanto había ponderado y asumir las consecuencias.
Sólo faltaba consumar el acto, algo en lo cual no se podía fallar. Me dirigí hacia su abertura sedienta, esperando mi deposición, y calculé distancias para embocarle de una vez. Mis manos temblaban pero una última inyección de adrenalina me dio la serenidad que necesitaba. Vacilé un segundo antes de clavarle mi papeleta en el medio de su urna abierta. Hubo alivio. Hubo satisfacción.
Salí del lugar sintiendo que un peso se me había quitado de encima. Afuera me esperaban mis padres, quienes me habían traído a este lugar luego de explicarme la importancia del acto. Mi viejo me miró con una sonrisa pícara antes de preguntarme qué tal.
-Ahí. Bien, supongo. Alea Yacta Est -respondí, con mi cita de Ásterix favorita en latín. “La suerte está echada”, ya no hay nada que hacer. Mi viejo propuso ir a celebrar a un restaurante de Pizzas y tomarnos unas cervezas. Una vez que nos instalamos y a nivel de la mitad de la Pizza Reina y la segunda cerveza, entramos en detalle.
-Ya eres parte de la sociedad -me explicó mi viejo-, ahora tienes que ver las consecuencias de tus actos. Pero, al final, ¿qué hiciste?
-Hmm, nada. Voté nulo. La verdad que no creo que haya ningún candidato que valga la pena. Sellé todos los partidos y tiré la papeleta en la urna -respondí, mientras ordenaba otra cerveza.
No sé qué tan decoroso sea votar nulo la primera vez. Pero desde ése día empezaron mis desencantos y desatinos con la política nacional. El acto en sí ha ido perdiendo algo de gracia; ahora todo es automatizado. Sin embargo, cuando recuerdo esa primera vez y cómo luego fuimos al centro de votación al ver el conteo manual de votos y la llenada de actas en una pizarra, admito que lo hago con algo de nostalgia. Cada vez que me toca ejercer este acto de nuevo, tomo algo de tiempo para recordar esa primera vez y analizar mis votos posteriores. Ha llegado ese momento para mí.
yo fui solo mi primera vez a votar, por dió
yo tambien fui solita mi primera vez y vote por el goshoooooo
Yo tambien fui solita y tambien estaba (estoy) desencantada de la politica, de esa puta vieja que al fin y al cabo se vende al mejor postor. Aunque no creo en ella sigo haciendo cola para llegar a la pregunta de rigor: quien es el menos peor de todos los podridos que se lanzan esta vez?
Excelente post!
Mi primera vez fue en una elección de lo más inútil, tan demagógica que daba asco.
Era una consulta popular para ver si estábamos de acuerdo con reformar la Constitución Provincial y cambiar nomeacuerdoquécosa que lógicamente les convenía a todos. El resultado era muy obvio "Sí, reformen la Constitución". Pero el Gobernador insistió con la consulta popular para después poder andar diciendo "¿vieron? el pueblo eligió que sí, como yo decía".
En fin. Voté en blanco.
Excelente narración del hecho, mas allá del acto de votar. Comparto tu visión de lo nostálgico que resulta recordar los conteos manuales, el llenado de las actas, las madrugadas de resultados a cuentagotas y otros menesteres.
Aunque me he apuntado a perdedor en todos las elecciones a las que he asistido, la derrota de la primera vez fue mas traumática.
Ahora ya no reflexionamos solamente acerca de por quien votar, hemos llegado más allá y estamos debatiendo si es o no conveniente votar, yo sigo creyendo que sí, a pesar de los pesares.
Salud.
Bueno si, es cierto yo estoy en un país occidental y democratico.
Fuí y voté nulo pero le hice creer a mi mamá que había votado por el borracho de Lusinchi. Me consintió mucho ese Diciembre y cuando se enteró del engaño en vez de enojarse se rió hasta las lágrimas. Para ella era perdonable todo , menos votar verde.
slds ♥
Vaya fiesta que te montó tu "viejo" por votar… supongo que cuando pasaste o pases por la otra cosa por la que deberíamos pasar todos (jeje) te haga un banquete…
Oye, no lo hagas nulo entonces. controla tu adrenalina y no metas todo lo disponible, por mucho que no te convenza la situación…
Ah, sé que es una pijada, pero Alea iacta est… es con "i", no con "y"… cosas del latín… de hecho la Y es, en realidad lo que los griegos escribían en minúscula como "u" y en mayúscula "Y"… vamos que no hay "y" en griego… (y se lee como la "u" fracesa, ya sabrás…lo que viene siendo la mítica "i" griega, que es la "u"/"Y").
Fdo.
El Chapas.
No, no es una pijada, créeme que ese tipo de aclaratorias me parecen muy importantes. Creo que somos demasiados los que despreciamos la ortografía y la gramática y terminamos escribiendo barrabasadas. Hago lo que se puede, pero no es fácil, el ?que galicado?, por ejemplo, aún no lo domino.
Gracias entonces, por el ?alea iacta est?, que proviene menos de leer Platón en griego que de mi cultura infantil de Asterix. Así que aparte de eso y ?Ave Cesar, morituri te salutant? o como se escriba, mi griego es lamentablemente nulo. Es mi vergüenza personal. Mi oveja negra. Cómo rayos se me ocurre estudiar filosofía si no sé griego. Pero ya llegaré, ahora ando estudiando alemán y cuando termine eso capaz que paso al griego y el latín? Vainas de ocioso.
¡Saludos y gracias!