La ley más estúpida del mundo

“Todos los franceses son solidarios,

Pero hay unos que son más solidarios que otros”.

Todos los seres humanos nos jactamos de vivir bajo el gobierno más cabeza hueca que exista. Cada vez que aparece una nueva ley, no falta alguien que la critique o que diga que el gobierno debe estar ocupado por una delegación de mongólicos, viendo lo tapado de la idea.

Ejemplos hay muchos. ¿A quién con dos dedos de frente se le puede ocurrir que el Acta de Nacimiento se venza? Sin embargo, eso pasa en Venezuela. Llega un punto en el cual no puedes probar que naciste, por más que te aparezcas en carne y hueso delante del burócrata y trates de justificar que tú eres tú. En algunos estados de los USA (el país campeón de la prohibición) está prohibido practicar ciertas posiciones sexuales, aunque sea con tu esposa/o y aunque ella/él esté de acuerdo. Lo tonto no es tanto la ley, sino los juicios que se llevan a cabo. En Francia, por citar un último disparate, está prohibido colocar ceniceros en la barra de los cafés, porque la ceniza puede caerle en el aguardiente al de al lado y causarle una embolia, o quién sabe qué. No se extrañen entonces de ver el piso lleno de colillas y ceniza, lo cual te obliga a poner tu bolso en el taburete de al lado a causa del asco.

Todo esto para llegar a mi descarga. El país que gana el premio de ley más estúpida del 2005 no es Irlanda prohibiendo fumar en los bares, es Francia, con su “día de la solidaridad”.

Hoy, como todos probablemente sepan, se celebra en Francia el lunes pentecostal, por lo cual nadie trabaja. Es un feriado, como el carnaval en Latinoamérica. Pues sucede que el gobierno, ahorcado ante la falta de plata, decidió ELIMINAR la vacación para producir un “superávit” y lograr pagar el retiro de los viejitos, ya que el hueco fiscal es más o menos del tamaño del Gran Cañón o de la jeta de George Bush. La lógica explica que si una fábrica trabaja un día más y le paga igual a los empleados y obreros, bueno, la compañía de pepitonas picantes tendrá más latas al mismo precio, ganará más plata y pagará más impuestos. A menos que nadie compre las pepitonas. Pero ése es otro tema.

Suena bonito. Pero yo, que trabajo en un colegio, no le veo lo “productivo” de ir otro día, lo cual gasta electricidad, comida, agua, etc., y no “produce más conocimiento” o lo que sea. Yo entiendo que si no abren los colegios, los padres no pueden trabajar, etc., pero vamos a los hechos: Your humble narrator resultó ser el único pendejo en el Metro que tuvo que trabajar. No cuestiono la ley por “estúpida”, cuestiono al gobierno, que decreta que la gente tiene que ser “solidaria”, ¡y permite que ciertas alcaldías no abran! Por Dios, llamé al Hospital para sacar cita con un médico y me dijeron que no trabajaban hoy. Un Hospital. Del Estado. Hay que ser vagabundo.

Por otro lado, parece más bien una burla ya que si de alguien tengo mala impresión desde que llegué a Francia, es de los viejos. No tengo nada en contra de la gente en sí, pero si me preguntan por los viejos amargados de París, recuerdo a una vieja que le daba por mover los muebles TODAS las mañanas a las siete de la madrugada, incluyendo sábados; otra vieja que me echó a la policía y me prohibió tocar clarinete a pesar de que eran las tres de la tarde y un viejo que me acusó de “robarle a Francia” (¿dando clases de inglés y escribiendo en El Cojo Ilustrado?), por sólo mencionar a los que recuerdo.

Al final, pasó lo que todos sabíamos: apareció un economista “corrigiendo” los cálculos para decir que no se hizo la plata esperada y solamente trabajamos los pendejos -que solemos ser los mismos que pagamos impuestos-, mientras los políticos, los dueños de las empresas y todos los sindicatos en pleno rechazaron la jornada de trabajo y hasta tuvieron el descaro de irse a Cannes.

Así es la vida. Se burlan de nosotros… Otra vez.