Yann Moix ganó el prestigioso premio Renaudot este año con su novela “Naissance” (Nacimiento). El libro es un coloso de más de mil páginas donde el autor reivindica su postura exclusivamente literaria, despegada de la sociedad de la información, de los 140 caracteres y del fix rápido. Su trabajo es fascinante y valiente, sobre todo vistos los tiempos que corren; y el hecho de que todavía existan premios con el coraje de destacar “Naissance” nos obliga a darle el beneficio de la duda al sistema del club de los favores que tanto hace para aplastar y destruir cualquier talento impredecible y fuera de lo común.
En “Naissance”, lo que el narrador recibe y vive es completamente inaceptable. El autor explica entonces querer compensar la violencia de su infancia con la violencia de la palabra, una investigación sobre lo inaceptable, sobre la palabra límite. Citando a Sade y a Georges Bataille, Moix se libra a un verdadero tour de force literario:
“Respetamos demasiado a nuestras madres. Deberíamos pegarles, humillarlas y violarlas con más frecuencia. Deberíamos defecarles en la cara. No defecamos suficiente sobre nuestras progenitoras. Madre, ¡oh, madre!, te meo la cara, este orine es producto de las lágrimas. Igual que la Virgen María, lloras con mi orine en tus cachetes… Soy tu aborto sucio, me retuerzo de la risa, esta risa es una tristeza al revés, una expectoración de desespero. Me vas a traicionar sin tregua; tanto que no sabré jamás lo que significa “vivir”. Estoy condenado a verte como una estatua de apariencia dulce, pero realmente malvada, silenciosa, con una fisura donde debería haber una sonrisa”.
El escritor, quien no ha dudado en defender a la Ministra francesa Christiane Taubira ante el racismo más ralo y bajo del que es víctima (“mona”, “toma tu cambur”, etc.), representa una nueva forma de intelectual en Francia, alguien que asume sus valores y no tiene pelos en la lengua para defenderlos. Porque Moix no sólo rechaza la escritura “popular” o “para las masas”, sino que se distingue de ciertos postmodernos bien pensantes para quiénes nada está claro, todo es cuestión de manipulaciones y juegos de poder oscuros en los cuales es mejor no inmiscuirse.
Así, a pesar de que “Naissance” sea un libro complicado, pesado y a veces insoportable, el proyecto literario, humanista y social de Moix es admirable por su ambición y su radicalismo. Veremos hasta dónde llega en el futuro.
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Encore un poste véritablement plaisant