Eleanor Marx, la hija del autor de Das Kapital, compartió su vida sentimental con un aprovechador de oficio, el doctor Edward Aveling. Éste chupó dinero de todos los que puedo, incluyendo a Engels, e incluso le birló la herencia a Eleanor.
Pero ese no es el caso. En 1886, la pareja emprende una gira norteamericana para propalar ideas “socialistas”: los sindicatos obreros y demás. Es así como, en el Evening Standard de Londres del 13 de enero de ese mismo año, encontramos este interesante artículo:
El doctor Aveling y su señora son dos lujos que a los perturbadores de la sociedad en la otra orilla del Atlántico resultan muy caros. Durante trece semanas, la dama y el caballero en cuestión anduvieron de gira americana, dictando conferencias y cobrando por ello 1.300 dólares. Alguien ha hecho ver que el precio es “más bien desmesurado tratándose de socialistas que profesan de corazón la causa de los pobres y su bienestar”.
(…) La cuenta (…) se desglosa en rubros tales como corsage bouquet de veinticinco dólares para la Sra. Aveling, cincuenta dólares en puros habanos para el doctor y cigarrillos para su esposa de gustos “emancipados”. Nada más el consumo de vinos y licores durante una estancia de dos días en un hotel de primera supuso 42 dólares. (…) Entre una cosa y la otra, la factura redondea una bonita suma. Dictar conferencias sobre el socialismo es ocupación sin duda lucrativa.
(En: El señor Marx no está en casa, de Ibsen Martínez, pp. 185-186).
Bueno, de lo leído se desprende que el socialismo no sirvió ni para quienes lo inventaron; es decir, si lo asociamos a ésa especie de sensibilidad exacerbada y convertida en una perspectiva justiciera del mundo, tan cacareada y justificada hoy por tanto nostálgico de futuro.
Un poco de contexto: Sí bien “el socialismo” jamás ha podido ser aplicado en ninguna parte, también es cierto que “el neoliberalismo” y la desregulación de los mercados tampoco. Por eso es que muchos halcones radicales republicanos se quejan justamente de que “nunca ha habido” un liberalismo puro (y por ende, según ellos, tampoco hay libertad absoluta).
Más que tachar toda inciativa de colectivismo como el seguro social nacional o los planes de retiro nacionales (que son lo que ha impedido que muchos países europeos sean despedazados por la crisis económica de Wall Street), lo único que resaltaría es que hijosdeputa aprovechadores siempre ha habido, en toda tendencia, en toda política. Idiota aquél que crea que el Dr. Aveling o Diosdado son “socialistas” simplemente porque se etiquetan como tal. No: son aprovechadores lambucios, gente de la peor calaña que le sabe a mierda las condiciones de vida de los pobres y que sólo se valen del discurso para acumular dinero y poder porque no tienen talento alguno para conseguir éxito si no es por el chataje, el atropello y el abuso.
Meterlos en el mismo saco que Martín-Baró, por ejemplo, que dio su vida para tratar de ayudar a la gente o incluso con los socialistas suecos, es un exabrutpo.
Ese es el punto de esta entrada.
Saludos.
Vicente,
Quizás tengamos que llegar a la conclusión de que las ideologías en el mejor de los casos ayudan a movilizar masas a veces para cosas buenas en momentos específicos – revolución industrial en Europa, p.e.-, en el caso más normal ayudan a manipular masas para intereses de grupos muy particulares y egoístas.
Al final de cuenta no he visto ningún defensor de una ideología cualquiera que quiera vivir con todas las consecuencias de lo que predica, nunca. Apenas ven el lado que les gusta y no quieren sacar cuentas para resolver toda la ecuación y ver cuán real es la sustentabilidad de su modelo. No quieren ver lo que ellos u otros tendrían que pagar.
Yo he mencionado que muchas posiciones que tengo son vistas como “liberales” o capitalistas en Europa, aunque en EUA definitivamente me verían de “izquierda” (aunque sabemos cómo en EUA casi todo el resto del mundo lo es).
Para mí esos suecos y esos Martín-Baró veían ante todo ciertos principios humanos como propulsores de sus acciones y no a ideologías que quisiesen explicar el todo.
Algo que me asombra es cóm gente de derecha e izquierda sigue intentando defender sus respectivas ideologías como si su interpretación socio-económica fuese una ciencia exacta.
Tanta tinta, papel y energías se han gastado en explicar las bondades de un modelo X o Y como si se tratase de explicar el comportamiento de los microbios y las bondades de la pasteurización.
Quizás todas estas ideologías persisten por un par de razones:
– la dificultad cada vez mayor de tener una visión global
– la casi absoluta imposibilidad de tener al menos un vistazo de diversos ángulos (ver lo que ve el del barrio, ver lo que ve el campesino venezolano, ver lo que ve el chico en su escuela bávara, ver lo que ve el bohemio en Berlín o París, ver lo que ven los chicos soldados en Congo o los hijos de banqueros en la zona este de Bruselas o en Londres)
– la persistente necesidad de cada individuo de unirse a clases que se distingan del resto de la humanidad.
Marx decía que las religiones eran el opio del pueblo. Para mí las ideologías de cualquier color vienen siendo lo mismo.
Cuando tratamos de ver a los humanos en un contexto mayor, como una de las ramas de los homínidos que consiguió el poder en base a la evolución de su precórtex, a mí las ideologías se me antojan cada vez más como mitos.
Por cierto, en BBC escuché hace unos meses una discusión sobre una nueva biografía de Engels.
http://www.amazon.co.uk/Frock-coated-Communist-Revolutionary-Friedrich-Engels/dp/0713998520/ref=sr_1_3?ie=UTF8&s=books&qid=1275135149&sr=8-3
Parecía interesante.
Entre los revolucionarios rusos uno encuentra ante todo a burgueses que jamás tocaron una pala (como Lenin, a quien probablemente la mayor motivación fue la ejecución
de su hermano, implicado en el atentado a Alejandro II) o prófugos que al final terminaron siendo los jefes de la Cheka y organizaciones semejantes.
Respecto a los suecos de nuevo: es curioso leer los diarios de Miranda. En su tiempo en Suecia él describe cómo el rey mucho tiempo atrás había dictaminado que para que un chico o chica pudiesen participar en la comunión luterana (que significaba también en la vida social de aquel entonces) tenían que saber leer y escribir.
Eso y otras cosas semejantes llevaron a que Suecia tuviese un nivel de alfabetismo súper alto muy temprano.
Miranda describe también otras medidas para procurar empleo a los pobres desempleados que a mí me parecen más progresistas que lo propusieron muchos otros siglos después.
Rey súper absolutistas al final terminaron siendo más progresistas que muchos de esos “revolucionarios” que surgieron en América Latina mucho tiempo después.
Vicente:
el contexto que añades al artículo, complementa de alguna forma lo ya dicho y se agradece. Mi comentario iba dirigido a los Dr.Aveling de hoy, que disfrazan sus ambiciones bajo una máscara de sensibilidad social o como quieran llamarle. Gente como Diosdado Cabello habría “prosperado” incluso en la Alemania nazi, eso a no dudarlo. Nada que ver con Martín-Baró o el modelo nórdico.
A lo dicho por Kepler, tampoco le falta razón.
Saludos.
Sí, creo que todos vamos por la misma vía. Si bien las ideologías, su uso y sus juegos de poderes es un tema (bastante intricado), más allá de las ideologías, llegamos a la máxima de que un hijo de puta es un hijo de puta, del color que sea.
Como bien comentamos en otro lado: si esto fuera una revolución de verdad, el Ché hace años que hubiese fusilado a Diosdado…
Saludos
A este artículo le quedaría bien una nota de pie de página tipo ‘cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia’. Me recordó a todos esos ‘intelectuales’ que viven haciendo turismo ideológico con el dinero de ‘todos los venezolanos’ (Ramonet et al).
Con respecto a las ideologías coincido con Kepler, para mí no son más que cultos con exactamente los mismos problemas.
Esta cita es de un libro que estoy leyendo sobre cambio climático (‘Whole Earth Discipline: An Ecopragmatist Manifesto’ de Stewart Brand) pero que aplica en mi opinión a la búsqueda de soluciones para todo problema relacionado con desarrollo:
When roles shift, ideologies have to shift, and ideologies hate to shift. The workaround is pragmatism – “a practical way of thinking concerned with results rather than with theories and principles.” The shift is deeper than moving from one ideology to another; the shift is to discard ideology entirely.
Sí, la idea del pragmatismo está en la base de la “justicia” y la “moral” de la globalización: está claramente explicada en el libro de Richard Rorty, “Contingency, Irony and Solidarity”:
http://en.wikipedia.org/wiki/Contingency,_irony,_and_solidarity
No es para enrredar la cosa, pero hace tiempo que por acá montamos una crítica a la postura pragmática, debido a lo mismo que veo en las posturas globalizadoras de “productividad” (aka, la gentrificación de Manhattan y París, por ejemplo), que hay una serie de intangibles que el pragmatista, en su afán de unir todo al presente, el inmediatismo y el utilitarismo económico, desconoce por completo.
De allí que, como siempre me gusta ejemplificar, Van Gogh hubiese sido considerado un vago improductivo en términos pragmáticos en su época, y hoy en día produce más a la ciudad de París que el banquero que pagaba sus impuestos anualmente…
Esa es otra discusión, claro está.
Saludos a todos.
En el caso del pragmatismo basado en utilitarismo económico estoy de acuerdo contigo. Pero el caso de pragmatismo como búsqueda de soluciones a un problema en el que ya se nos está acabando el tiempo (si es que no es muy tarde ya) como lo es el cambo climático, o en el caso de eliminar injusticias producto de las fallas del mercado, el enfoque basado en resultados en vez de teorías pareciera resultar el más viable.
El caso de los ‘social/environmental entrepreneurs’ es bastante interesante. Son personas que buscan satisfacer necesidades de sectores excluidos y corregir daños ecológicos usando ese mismo mercado que generó los daños y exclusiones. Y, según quienes se han dedicado a estudiarlos, una característica común en todos social/environmental entrepreneurs exitosos es su completa falta de apegos ideológicos, lo que les permite adaptarse a las condiciones de su entorno incierto y cambiante. Ojo, su objetivo principal no es el enriquecerse, pero no por ello dejan de usar las mismas herramientas que usan quienes desarrollan actividades que generan desigualdad.
En el movimiento ambientalista también se están dando cambios donde cada vez son más los que desechan dogmas ideológicos y se guían por la información proveniente de la ciencia.
Bueno, ya te había comentado que no soy un gran lector del tema ecológico pero que una de las mayores satisfacciones que encontré en mi vida es la aceptación, sotto vocce, del Chicago Boy Jeff Sachs en su libro “Common Wealth” sobre *la imposibilidad* de resolver el problema ecológico dejándolo entre las manos de las empresas privadas y sus valores pragmáticos e inmediatistas.
Sachs sostiene que es necesario realizar una presión estadal y supra-nacional para que las empresas inviertan en tecnologías verdes cuyo desarrollo, ahora, les sale muy caro y poco rentable comparado con la lluvia de dólares que pueden dar a sus accionistas si sólo continúan destruyendo todo el planeta.
Sí, quizás debí darle un poco de contexto a la cita. Brand no propone un pragmatismo donde todo vale, pero sí advierte de lo perjudicial que ha sido para el movimiento ambientalista el amarrarse a ideologías, donde se establecieron hipótesis inamovibles para atacar problemas que requieren de una gran flexibilidad y apertura a nuevas ideas. Y en mi opinión esa visión es aplicable a áreas fuera del tema ecológico, puesto que al final, los problemas ecológicos no son sino consecuencia de los problemas de nuestras sociedades. De hecho el asunto del cambio climático va mucho más allá del movimiento ambientalista, porque engloba y refleja todos los problemas de nuestra civilización y para su solución son escenciales profundos cambios en nuestras formas de gobierno. El rollo político y el económico son tan importantes como el tecnológico.
En cuanto al asunto de las ideologías, siempre he notado que al uno expresar desapego a corrientes ideológicas específicas siempre recibe como respuesta el escenario apocalíptico de la lucha encarnizada y sin compasión, donde sólo sobrevive el más fuerte. Me parece que es una visión bastante maniquea del asunto, los valores no son exclusivos de las ideologías, estas sólo proponen herramientas (teorías) para la alcanzarlos, pero la existencia de esos valores no es dependiente de las teorías, y de hecho las antecede.
Es muy parecido a esa visión donde se afirma que valores como la bondad hacia el prójimo y la solidaridad desaparecerían en un mundo sin religiones, como si estos valores fueran producto exclusivo de la moralidad religiosa.
Para algunas personas, las teorías en las que se basa su ideología se convierten en dogmas incuestionables, y si resultan inapliables en la práctica el problema siempre va a estar en la realidad y no en la varacidad de sus teorías/dogmas. Y es ahí donde veo la gran falla común en las religiones y las ideologías. Cuestionar los dogmas de fe (en el caso de las religiones) o los principios teóricos en los que se basan (caso de ideologías) implica la posibilidad de renuncia a ellos, y por ende una renuncia a pertenecer a dicho grupo.
En otras palabras, pedirle a un socialista que considere la posibilidad de una organización de los medios de producción distinta a la planteada por el socialismo equivale a pedirle a un cristiano considerar la inexistencia de dios en el sentido de que ambos se volverían agnósticos y dejarían de pertenecer a su respectivo culto. Uso socialista porque es un ejemplo que tenemos muy cercano los venezolanos en este momento, pero igual aplicaría para un neo-liberal, un anarquista, un libertario, etc.
Para mí más provechoso resulta en plantear valores comunes y mantener la mente abierta en cuanto a las posibles formas de alcanzarlos. Claro que esto resulta más fácil de decir que de llevar a la práctica, pero realmente no le veo sentido al apego a teorías rígidas en un mundo tan cambiante, dinámico y todavía tan incierto para nuestro conocimiento incompleto y limitado de la realidad.
Sí, estoy bastante de acuerdo. Lo del cambio climático es grave, grave. Ayer leí que en el Reino Unido, más de la mitad de la población “no cree” en el cambio climático, “porque el invierno fue frío”. Resulta que ahora es cuestión de opinión pública, no de ciencia. Si la mayoría “no cree” que la tierra se mueve, pues debe ser así. A ese nivel, hemos involucionado.
El apego enfermizo a la ideología ha sido denunciado por la propia escuela que los alienados pretenden seguir: si algo entendieron de Marx, debería ser la necesidad de pensar fuera de las casillas. Pero profesan un miedo cuasi clerical, como bien señalas, idéntico a la tesis de Smerdiákov en “Los hermanos Karamázov”, donde Dostoievsky avanza la idea de que, sin religión, los hombres no podríamos distinguir el bien del mal.
Este apego enfermizo, esta ideología que, para liberarlos los amarra a una ideología, es lo que conduce a comentaristas en esta página, por ejemplo, a defender cualquier aberración porque lo dice un gobierno “socialista”.
Esto permite *no pensar*. Porque, si leíste o entendiste, “Manufacturing Consent” de Noam Chomsky, sabrás que ese consenso se manufactura *desde el poder*. Que si bien es cierto que Rupert Murdoch impone su idología a punta de mentiras, *el gobierno* también manufactura su consenso, utilizando medios igual de cuestionables. Ni Chomsky, Ni Galeano ni intelectual alguno de izquierda que presenta análisis (no los Bandwagon Starbuck Socialists, como Sean Penn y Oliver Stone) dirá que denuncia sistemas de “opresión” o “matrices de opinión” para que un militar autócrata se enrosque en el poder y lance insultos a diestra y siniestra. Hasta gallos patarucos como Michael Moore entienden eso.
Sin embargo, pensar lleva tiempo y es complicado. Entiendo por qué la gente actúa colocando etiquetas y desentendiéndose del asunto, porque es mucho más fácil. Es por eso que concuerdo con ustedes en que la ideología, in abstractum, lapidaria y religiosa, es una gran traba al pensamiento, como lo han dejado entrever los comentaristas que pasan por acá a tratar de manufacturar consenso a favor del gobierno, sin argumentos y a punta de insultos.
Saludos.