El poder autocrático de Nicolás Sarkozy

La revista “Marianne” N°537 (4 al 10/08 de 2007) presenta un análisis interesante de las derivas personalistas del gobierno francés. El artículo intenta comparar la política sarkozista con el ruso Vladimir Putin y un tal Hugo Chávez. ¿Delirio mediático o comparación justificada? El lector decidirá…

Que alguien compare la derecha republicana de Nicolás Sarkozy con la izquierda furibunda de Hugo Chávez parece ser disparatado. Pero en este artículo, Jean-François Kahn hace preguntas (que me parecen pertinentes) sobre las instituciones de su país y el rol de los media en lo que respecta al gobierno francés. Evidentemente, no traduje todo el artículo -es largo-, pero les coloco algunos párrafos dignos de leer.

El autor del artículo, Jean-François Kahn, empieza relatando la gira de Sarkozy por África, donde sus declaraciones ‘directas’ despertaron la cólera de los estudiantes senegaleses y gaboneses. Según el presidente francés, el problema de los africanos es su ‘incapacidad a proyectarse hacia el futuro, inventarse un destino e imaginar el progreso’. La base genético-cultural que él plantea raya en el racismo lombrosiano más básico y generó reacciones a nivel mundial, aunque en Francia el tema se mantuvo algo callado. Esto da pie al autor para comparar a Sarkozy con Putin, presidente que los media extranjeros repudian pero que, según él, ha logrado una mayor estabilidad económica para su país y ha hecho progresar a Rusia, a pesar de atacar las instituciones fundamentalmente democráticas.

‘La oposición sistemática de nuestros media a Vladimir Putin ignora el hecho de que el sucesor de Yeltsin ha establecido la seguridad y la estabilidad de su país -si ignoramos el establecimiento de clanes mafiosos-, contribuyendo así al desarrollo económico de Rusia y a la recuperación de su importancia geo-política. Igualmente, está claro que el tsar del Kremlin ha establecido un régimen que le da la espalda a aquello que consideramos ideas democráticas y republicanas modernas’.

‘Lo mismo podría decirse de Hugo Chávez. La oposición furiosa de nuestra prensa a su revolución ‘populista’, ¿no busca ocultar el hecho que, por la primera vez en la historia de la América Latina, un presidente elegido democráticamente destina lo esencial de los recursos a una política de lucha contra la miseria, planes de alfabetización y de salud. Sin embargo, ningún republicano o demócrata verdadero podría contentarse y aplaudir el régimen [régime] bonapartista-peronista de poder ultra-personalista que el hombre ‘pesado’ de Caracas está instalando’.

‘Igualmente, objetivamente podemos reconocer este o aquél mérito a la política sarkozista, así como aplaudir el talento y los méritos del personaje. Pero, utilizando la misma objetividad, debemos alarmarnos o inquietarnos al ver nuestro sistema institucional pasar a un régimen de poder ultra-personalista que tiene cada vez menos que ver con nuestro modelo demócrata-republicano’.

(…) ‘¿En qué país de Europa asistimos a una concentración de poder análoga? ¡En ninguno! ¿Usted se imagina a la alemana Merkel, al italiano Prodi, (…) al rey de Bélgica; compitiendo con sus ministros, explicando ‘la verdad’ desde arriba y sobre todos los temas: dando consejos sobre la estrategia del equipo nacional de rugby, comentando el Tour de Francia, animando un concierto el 14 de Julio organizado por él mismo con artistas que él trajo, yendo a Bruselas a hablar con la comisión europea, dando explicaciones evolutivas sobre el retraso de los africanos, utilizando su esposa como ministro de exteriores, dándole armas nucleares a Kadhafi, presentándose como salvador de Europa, de Darfour, del Líbano, de la Macedonia, nombrando comisiones elegidas a dedo para aprobar proyectos hechos por él, apareciendo en todos los media, todos los días para explicar todos los temas o simplemente aparecer haciendo footing, montando caballo, acariciando bebés, abrazando estrellas de cine (…)?’. [Ndlr. Todos estos hechos, evidentemente, se refieren a las actuaciones de Sarkozy].

‘Francia está cambiando, pero para peor. Solamente Rusia, entre las democracias del viejo continente, puede compararse a lo que está sucediendo con nuestras instituciones?’. Pero lo que me parece más interesante, son las tres opciones que plantea Kahn para ‘defender las instituciones republicanas’:

1.- Repudiar toda oposición sistemática al gobierno, y no dudar en aplaudir cuando exista algún mérito. Esto se refiere a todo lo que esté conforme con los intereses del país, de sus ciudadanos o de un principio básico de justicia social.
2.- Criticar, en cambio, toda medida que nos parezca va en el sentido equivocado (y contra nuestras convicciones), sin negar, cuando sea el caso, que son medidas que corresponden a un proyecto explícito de país que fue democráticamente aprobado o ratificado por una mayoría electoral.
3.- Resistir por todo medio posible a la deriva monárquica-bonapartista de un poder ultra-personal que da la espalda cada vez más a los principios que caracterizan y definen un régimen democrático y republicano de verdad.

Creo que el señor Kahn tiene razón en muchos puntos. La diferencia, si me preguntan a mí, es que los intelectuales franceses no están tan politizados y pueden aprobar o rechazar con argumentos las acciones gubernamentales sin ser agredidos o vilipendiados por el otro grupo, sea de gobierno o de oposición. En estos días me estaba preguntando justamente eso: ¿dónde están los intelectuales venezolanos? ¿Dónde está la gente pensante, que se supone es responsable de mantener siempre un debate abierto, un espacio de disensión, de discusión, para mejorar las gestiones gubernamentales? ¿Será que somos como dice Roberto Bolaño en 2666, seres inexistentes jalabolísticos que sólo buscan un puesto en algún ministerio? Y si es así, ¿quién se encarga de mantener el equilibrio discursivo? ¿Las universidades polarizadas? ¿Los media (inexistentes) y jalabolísticos, cada uno para su lado?
Creo que tenemos mucho que pensar al respecto.

Número 537 de ‘Marianne’

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