Una entrada no apta para menores de edad…
Estoy en un bar de Bastilla, al sur de París, con un grupo de amigos y conocidos, un viernes por la noche. Estamos tomando cerveza y conversando en una mesa que está cerca del baño, al fondo del bar. Es por esto que veo un movimiento raro alrededor del baño, con el típico grupito de fulanos sospechosos como los hay en cualquier bar.
Cuando voy al baño, me encuentro con una cola larguísima, como de diez personas, algo raro dado el tamaño del bar. Pero cuando le pregunto a la persona que tengo adelante, me dice que no está en la cola y, luego de preguntarle al siguiente y al siguiente, termino de tercero, con todo el mundo detrás de mí, esperando quién sabe qué, como si el mejor lugar para estar en un bar fuese en la fila para ir al baño.
Se abre una de las puertas, hay sólo dos baños -uno para cada sexo-, pero se abre el baño de mujeres y entra una pareja: uno de los tipos extraños que vi antes con una chica que había visto besándose con otro tipo en el bar. Raro, pero qué importa.
Salen luego de un buen rato, supongo que estaban intimando, nada extraño en la vida nocturna de cualquier ciudad y algo que no me concierne ni me interesa (mientras no sea mi chica, eh). Pero veo que la muchacha en cuestión sale primero y luego el fulano se vuelve a meter en el baño, ahora con un tipo. Hmm.
Barajo varias hipótesis: (1) La tipa era prostituta (tenía cara de dañada, demacrada, pero no de puta profesional) y él le pagó al amigo de la chica para, como decía El General, ya tú sabes. ¿Pero entonces qué hacía el tipo luego con otro chico?
(2) El chico era el prostituto, y se le estaba vendiendo al otro muchacho. Hmm. No tiene sentido, porque la chica con la que estaba antes no tenía para nada cara de pagar por sexo. Voy al baño (finalmente) y vuelvo a mi mesa.
Todo está claro: si no es prostitución es droga, algo que me cuadra mucho más. Sigo viendo movimientos entre el grupo del muchacho y otra gente que llega, parece que lo conocen, aquí. Bueh. Bebo cerveza y le comento a mi novia si no vio el movimiento. Ella, tan casta, no tenía (ni tiene) menor idea de lo que pasa. Será paranoia mía. Poco importa.
Sin embargo, llega J., un amigo común del grupo y conocido drogómano. Veo que la primera persona que saluda es al grupito éste. Hmm. Raro, sobre todo porque ahora mi novia me dice que sospecha algo porque conoce el hobby de J.
J. se instala con nosotros y empezamos a hablar sobre el nuevo disco de los White Stripes. Veo que no le quita la mirada al grupo que sigue frente al baño. En una de ésas viene el movimiento tradicional: “qué pasó, J.”, saludo, estrechón de manos y pase del paquetico. Qué poco original, tantos años después de pánico en Needle Park y las técnicas no han cambiado.
William Burroughs decía que no puedes afirmar que conoces una ciudad hasta que sabes dónde están las putas y los dealers. Tenía razón, en cierta medida. Vale la pena hacer algunas aclaratorias al respecto. En primer lugar, no veo nada de malo en experimentar un poco con ciertas drogas psicotrópicas, sobre todo si se enfoca a observar los cambios preceptuales. Pero el consumo debe ser esporádico y los resultados se gastan muy rápido, lo que hace que pierda interés la sustancia. Es por eso que no veo sentido tampoco a los grupos que andan promoviendo el uso de Marihuana o Extasis, creo que es algo muy personal y que depende mucho de la persona (y de la personalidad) y por lo tanto no se puede generalizar. Lo que sí estoy convencido es en la descriminalización como existe en muchos países de Europa (excepto Francia) porque el mantener una estatuto criminal sobre las sustancias ‘blandas’ amalgama una gran cantidad de la población: gente trabajadora, científicos, ingenieros y pare de contar, con verdaderos criminales. En Francia, por ejemplo, si a un estudiante de medicina lo detienen con un porro, le abren un expediente judicial, lo que significa que no podrá ejercer como médico, abogado y otras profesiones donde hay que tener un expediente limpio. El sentido de esto para mí es inexistente, no sólo por la contradicción obvia (muchísimos médicos fuman) sino por la injusticia de que el médico pueda ser un borracho empedernido y seguir siendo cirujano pero no poder tocar en un grupo de Reaggue los fines de semana. Como decía Condorito, exijo una explicación.
Ahora bien, si algo he aprendido en esta vida, es que las verdaderas drogas, a.k.a. Cocaína, Heroína, Codeína y Morfina -básicamente todo lo que termine en ‘ina’-, son una basura que no lleva a ningún lado. Personalmente no les veo sentido, para mí las experiencias preceptuales pueden ser interesantes (hasta cierto punto muy limitado), pero el uso prolongado de coca sólo trae malas noticias.
Por suerte, he tenido la oportunidad de conocer mucha gente en diversos continentes. Lo que distingue a los yonkis (adictos a drogas duras) de cualquier otra persona es el cambio en la personalidad, siempre para peor. Tuve un amigo pegado en Ketamina (un relajante muscular), por ejemplo, y de las cosas más estúpidas que he visto hacer a J. es meterse Cocaína y Ketamina (conocido como Calvin Klein en los bajos fondos).
No digo que sea tonto desde un punto de vista moral, para mí la moral no existe. Pero andar con yonkis es horrible: Se vuelven egocéntricos y paranoicos, creen que les estás velando la droga todo el tiempo y se vuelven obsesivos con esconderse para no compartir. Tienen cambios radicales de humor, pasan de reír a gritar, de bailar a buscar pelea. Te dejan tirado en la mitad del bar a las cuatro de la mañana cuando prometieron llevarte para la casa en su carro, vuelven tres horas más tarde con excusas ridículas.
Eso es lo que me rompe los cojones. Que cada quien haga lo que quiera (siempre ha sido mi lema), pero cuando tengo que terminar arrastrándote fuera del bar con un botellazo en la cabeza o me dejas tirado y te desapareces, ahí tenemos un problema. Esto es lo que son las drogas, lo demás es juego de niños. Conozco gente que se va a las tres de la madrugada a tocarle la puerta al dealer para pedirle coca o que pasa dos días rogándole al médico que le dé un récipe morado para comprar morfina. No conozco a nadie que se haya ido temblando de una fiesta a comprar marihuana de madrugada o que espere tres días seguidos a que su dealer vuelva para comprar hongos alucinógenos. Hay una gran diferencia.
En lo que a mí respecta, me encuentro en un dilema: J. me cae bien y es excelente persona (cuando no anda en las suyas). Le he dicho un par de cosas pero no me escucha. Por ahora anda viviendo de la herencia de una abuela, se la pasa metido en una casa de los suburbios de París, sentado en el patio todo el día con su guitarra y su bebé recién nacido. Anda con discursos ridículos de yonki tipo, “si estás tomando menos de un gramo diario y puedes mantenerlo así, estás bien”. Pero es un excelente guitarrista, lo que pasa es que nadie quiere tocar con él (¿ustedes tocarían con alguien así?).
No sé, hasta cierto punto me siento responsable, pero he hecho todo lo que he podido. Cada quien escoge, y creo que está lo suficientemente viejo para saber lo que hace. Tomar drogas a los veinte es estúpido pero hasta comprensible, hacerlo a los treinta luego de haber pasado por varias adicciones (J. estaba pegado en metadona) es francamente echar tu vida por la ventana. Triste que nuestra generación termine en lo mismo que las de antes…