En su premiada novela Abrapalabra, Luis Britto García presenta una serie de relatos entrelazados que sorprenden por su propuesta estilística y la originalidad narrativa. Uno de los textos se refiere a la vida de un diputado venezolano y es el mejor análisis que he leído últimamente sobre los problemas políticos que tiene el país.
Frecuentemente me pregunta la gente acerca de los problemas de “corrupción” en Venezuela y la representatividad política. “En Francia también hay corrupción”, me explican los franceses, por lo cual esa no puede ser la justificación de la falta de desarrollo del país. Lo que pasa es que no es lo mismo. Los diputados franceses, en cuanto a corrupción, son como un niño de siete años lanzándole piedras a una mata de mangos, los venezolanos son como Johan Santana o el ‘Kid‘ Rodríguez, con un repertorio de rectas a noventa y ocho millas por hora.
Porque lo de Venezuela no es un problema “de la gente”, como se suele decir. No es que “éste” era un adeco podrido y que lo que tenemos que hacer es sustituirlo por alguien honesto. Lo que está mal es el sistema completo, no la gentuza que lo encarna en una ocasión particular. Luis Britto García nos lo deja ver claramente en su novela, donde seguimos un diputado, Moncho, en su día a día:
“Moncho se abre paso hacia las oficinas. Saludos y gestos de reconocimiento lo persiguen. Con cara seria, Moncho dosifica los tics de reconocimiento o de distracción a medida que lo acosan
Pedidores de recomendaciones
Periodistas buscando avisos
Gerentes de agencias de festejos
Solicitantes de renovaciones de permisos de expendio
De licores
Bailarinas de mambo
Hombres del año en publicidad
Limpiabotas
Tíramealgos
Poetas en busca de becas
Selladores de formularios hípicos
Asesores electorales
Revendedores de entradas
Senadores de la República
Vendedores de rifas
Organizadores de concursos de belleza
Actrices de telenovela
Directores de academias de telepatía por correo
Comisionistas
Vendedores de condecoraciones
Oficiales en busca de ascensos
Vendedores de curitas
Abogados litigantes y de todo tipo
Fotógrafos de entierros
Directores de ministerios
Soplones
Anunciadores de lucha libre
Testigos falsos
Agregados culturales
Solicitantes de créditos agropecuarios
Técnicos de la alianza para el progreso
Expertos en paquete chileno
Gerentes de financiadotas
Vendedores de papita frita en las trancas de tráfico
Técnicos en estudios económicos
Cobradores de peaje
Campesinos tratando que le reconozcan algún tratado de reforma agraria
Traficantes de indocumentados
Gestores de exoneraciones de impuesto
Desempleados
Vendedores de permisos de construcción trucados
Concejales
Tramitadores de subsidios.
Y la loca Cruz Ceballos que en cuanto lo ve comienza a gritar el slogan electoral “¡Con Moncho, campeón! ¡Tu voto vale un millón!”, y no se calla hasta que uno de los guardespaldas le pasa un billetico.
Para todos hay, a todos se atiende, en fracciones de segundo, todos creen recibir algo
Saludos promesas Guiños
Condolencia Simpatía cavilación
Yo te aviso Ya tú sabes después hablamos
Ya le hablé al tipo eso se tarda no te preocupes
Antes de que puedan darse cuenta cómo, Moncho los ha sorteado, y se cierran ante ellos las puertas definitivas del ascensor.”
(Abrapalabra, ed. 2003, ed. Monteávila. Pp. 161-163).
Una obra que fue premiada en Cuba con el Casa de las Américas. Según Luis Britto, le llevó más de veinte años que se reconociera el mérito de su trabajo en Venezuela, pero al final se convirtió en “profeta en su tierra”.
Celebración de la reedición de Abrapalabra.
¿Y tú, qué esperas que te de tu diputado a cambio de nada? Quisiera creer que soy un “poeta buscando una beca”, pero me parece algo pretencioso. Supongo que califico más como “desempleado”; lo que pasa es que mis habilidades políticas y de negociación son bastante malas. Es probable que yo sea de aquellos que le cierran el ascensor en la cara… ¿Fotografía de las sociedades latinoamericanas?
Ustedes dirán.