Más sobre Bolaño

Aquí les dejo un artículo del diario “Brecha” sobre el enigmático autor de 2666. Roberto Bolaño es mi tipo de escritor, puro rock ‘n roll y fineza con un manejo de la estructura novelística impresionante. Seguirán apareciendo libros y publicaciones, más que todo de la parte de los cerdos editorialistas: En Barcelona me tropecé con una nueva edición de textos de Bolaño, que decía, “el editor los compendió a partir de los archivos que dejara Bolaño en su computadora”. Es decir, retazos y esquelas, vendidos ¡por la bicoca de 20 Euros! La escritura es un negocio, así que cuidado con lo que compran. Recomiendo con los ojos cerrados “Los detectives salvajes” y “2666”; según el artículo a continuación, varios volúmenes de poesía y cuentística también son dignos de atención. Ustedes dirán…

Tristísimo Bolaño
Por Francisco Tomsich (diario Brecha, Uruguay, 13/05/07)

Sería interesante hacer una encuesta entre jóvenes escritores latinoamericanos para saber cuál es el grado de influencia declarada de Roberto Bolaño en ellos, y con qué otros autores compite el chileno en el campo de la literatura en lengua española.

Es probable que, al menos en el género narrativo, su presencia sea casi hegemónica, pero esa evaluación no pueden hacerla las personas que están leyendo a Bolaño, primeramente porque no tienen tiempo para pensar en otra cosa y en segundo lugar porque esas personas desarrollan una especie de alergia a las encuestas y a todo tipo de ejercicio intelectual que pretenda estrechar el perímetro aireado que crean a su alrededor los libros de Bolaño, que al menos para este cronista representan la ilustración de su concepción más elevada de lo que significa, en el pasado más reciente, la buena literatura. Claro está que el pasado reciente ya se permite ser una carga, y además Bolaño tiene muchos libros en los que habitan textos de calidad despareja, pero en cada uno de ellos se transparenta la autenticidad de su experiencia literaria, el virtuosismo técnico y una originalidad nada forzada.

Su genealogía literaria es rebuscada y significativa, su periplo vital es enrevesado y, para decirlo de un modo convencional, multidisciplinario, su imagen pública es la de un perpetuo adolescente de cigarrillo perenne. Sus obsesiones son la literatura, la literatura y la literatura, pero se decanta por una serie de temas favoritos, eminentemente literarios (los personajes de novela negra, el viaje del latinoamericano, la doble vida, la búsqueda del maestro, el exilio, entre otros), que desarrolla en su obra hasta darles un espesor fundacional y hacer surgir de ellos nuevos temas y motivos. Summa bolañesca es Los detectives salvajes, de 1998, una de las novelas más importantes de la literatura latinoamericana del siglo xx, que relata las aventuras que un par de literatos latinoamericanos patéticos y heroicos corren, juntos y separados, por tres continentes, mientras se empeñan en dar con el paradero de una ignota escritora mexicana de vanguardia. El retrato despiadado y tierno del destino huérfano de la literatura latinoamericana es uno de esos hallazgos de Bolaño.

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, y Diario de bar son textos de Bolaño sólo a medias, porque fueron escritos a cuatro manos con el escritor catalán A G Porta a finales de la década del 70 y principios de los ochenta. Sin embargo, y como tiende a conceder Porta en un texto preliminar titulado “La escritura a cuatro manos”, la faena pesada (la corrección, la estilización final, el envío de la obra a concursos literarios) parece ser asunto de Bolaño, y el tono general es del todo bolañesco, aunque contribuye a esta afirmación el desconocimiento casi absoluto de la obra de Porta, con quien Bolaño había pergeñado un proyecto de escritura conjunta bastante ambicioso que se extendió incluso a una invitación para participar en la redacción de La literatura nazi en América.

El libro contiene casi todos los elementos comunes en la literatura de Bolaño: una serie de personajes oscuros que se dedican vagamente a la literatura mientras vegetan en los bares y las calles, un crimen o serie de crímenes absurdos que desatan una peripecia ridícula o trágica con visos de absurdo, un libro o proyecto de libro que pergeña un personaje y se inserta en el texto principal. Ana y Ángel son dos estudiantes latinoamericanos en Barcelona que se aplican a robar y asesinar ejecutivos de una pequeña empresa local mientras la madre de Ana es obligada a emigrar y Ángel planea una novela para un personaje llamado Dedalus. El capítulo titulado “Un encuentro con la poesía catalana”, de un humor tierno y pizcas de absurdo, y “Las ramblas son nuestras”, que narra una noche de copas de un improvisado y bizarro grupo de poetas, son de esos momentos que justifican cualquier libro, pero más allá del interés de éste para cualquier admirador de Bolaño, puede decirse que se trata de una nouvelle entretenida, que (incluso en este ejemplo temprano y bipolar) nunca pasa por ser completamente paródica, sino que una suerte de pudor, o ternura, o sentido del propio ridículo, detienen a Bolaño y a Porta en un límite de la ironía, y allí se revela el carácter profundo de los personajes y éstos adquieren una vida que no se agota en la mera manipulación y combinación de tipos y estereotipos literarios.

En cuanto a Diario de bar, se trata de un cuento en forma de diario que relata la historia de Mario, un exiliado chileno que se dedica a escribir por las noches y baja al bar de Vila a tomar un café por las mañanas. La historia de un sucidio de otro latinoamericano en el barrio oficia de contrapunto a esta rutina, y a modo de espejo permite atisbar en la propia vida de Mario, hasta que sucede la identificación. Un cuento tanguero, sólidamente estructurado, que no se olvida fácilmente a pesar de la buscada desidia con que se desarrolla la historia. Es curioso que Porta intente difuminar las fechas de composición de estos textos apelando a su mala memoria, la vaguedad de las entradas de su diario y las contradicciones y olvidos en que incurrió el propio Bolaño. Sobre Diario de bar dice: “aparentemente el lenguaje empleado nunca pudo ser escrito por mí”.

Tres es un libro de poesía. Se sabe que Bolaño defendía su poesía con más fervor que su narrativa, pero también se sabe que no necesitaba defender demasiado sus novelas y cuentos, a cuya sombra su obra en verso o prosa poética puede pasar desapercibida. Editado el año pasado, Tres reúne una serie de textos en prosa escritos en Gerona en 1981, un poema largo de 1993 y prosas de 1994. Los primeros, reunidos bajo el título “Prosa del otoño en Gerona”, tienen mucho en común con los Consejos… y Diario de bar: bajo ese escritor latinoamericano exiliado, pobre y solo que protagoniza en diversas formas los textos de esa época se reconoce al propio Bolaño. En “Prosa del otoño en Gerona” esa identificación es más evidente, porque la narración, que de todos modos oficia de esqueleto apenas visible en repeticiones, personajes y unas pocas acciones (llamar por teléfono, pasearse desnudo por el cuarto), se difumina en una serie de fragmentos que rondan obsesivamente el momento de una separación. Una de las virtudes del texto, señalada por todos sus críticos, es la presencia de ciertas palabras o frases que le otorgan a algunos momentos un espesor simbólico inquietante: “Instante Atlántida”, “Universidad desconocida”. “Los neochilenos” es un poema largo, una épica desprolija que recuerda a Los detectives salvajes y cuenta en primera persona el viaje delirante de un grupo de músicos por el norte de Chile, Perú y Ecuador. Más parece, para recordar a Camilo José Cela, una “purga del corazón” infinitamente melancólica: “¿Y cuál es la relación, dijo Pancho,/ entre Morfeo, dios/ del sueño/ y morfar, vulgo/ comer?/ Sí, eso dijo,/ abrazado por la cintura/ de la bella Margarita,/ flaca y casi desnuda/ en un bar de Lince, una noche/ leída y partida y/ poseída/ por los relámpagos/ de la quimera./ Nuestra necesidad./ Nuestra boca abierta/ por la que entra/ la papa/ y por la que salen/ los sueños: estelas/ fósiles/ coloreadas con la paleta/ del apocalipsis”. Con un tono confesional, también signado por los elementos autobiográficos, la tristeza, los amores y odios literarios, “Un paseo por la literatura” es un conjunto de textos brevísimos, a veces casi aforismos, unidos por el “Soñé que…” con que empieza la mayoría de ellos. Están habitados por escritores, casi todos: “Soñé que estaba soñando y que en los túneles de los sueños encontraba el sueño de Roque Dalton: el sueño de los valientes que murieron por una quimera de mierda”. Bolaño conoció a Dalton y también a sus asesinos, cuando vivió en El Salvador. Otros ensayan la implosión del concepto rector: “Soñé que una tormenta de números fantasmales era lo único que quedaba de los seres humanos tras mil millones de años después de que la Tierra hubiera dejado de existir”. Números, no palabras. La tristeza desoladora de Bolaño.

® Diario Brecha, 2007.

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