Psicosis parisina (parte II): causas y efectos

Exploremos algunos elementos sociales y urbanísticos que conducen a los franceses a terminar tostados…

Creo que uno de los problemas de las sociedades occidentales (como las nuestras) es el excesivo énfasis que se da a la ciencia

Creo que uno de los problemas de las sociedades occidentales (como las nuestras) es el excesivo énfasis que se da a la ciencia. Se supone que las cosas deben ser tangibles, que se deben poder medir, para que sean “serias”, discutibles o tengan alguna validez.

 

Supongo que eso es lo que ha llevado a los arquitectos y urbanistas franceses a plantear disparates como el famoso “vis-à-vis”. Esto significa “cara a cara” metafóricamente, y literalmente que vas a vivir en el mejor estilo de lata de sardina china.

 

Me explico, esta foto, tomada desde mi apartamento, muestra lo bella que es la “vista” que se puede apreciar:

vis à vis

 

Es decir que lo que suelo ver prácticamente todos los días, no es la puesta de sol en el Moulin Rouge, ni las luces del Arco de Triunfo, ni siquiera el río Sena; más bien tiende a ser uno de mis tres vecino/as absorto en actividades como depilarse las piernas o hervir el bofe para la cena.

 

Ahora bien, cuando digo que las sociedades occidentales somos extremadamente científicas, me refiero al hecho de que en papel, en “teoría” como se suele decir, no hay nada de malo y poco práctico en que la gente viva a 20 metros de distancia. Eso es lo “científico”. Pero entonces que alguien me explique de dónde rayos sale ese ardor en el cuello o piquiña en la espalda que sueles sentir y que te obliga a voltearte para ver que el vecino te esta observando. Digo observando, no viendo, porque parece ser una manía francesa, aquí no se “ven” las cosas, se les observa, se les detalla, se les escruta, siempre con la expresión esa de frente arrugada y terror como si estuviesen contemplando a un extraterrestre.

 

No es que me preocupe. Poco me importa lo que piensen los demás, o al menos eso es lo que solemos decirnos a nosotros mismos. Pero la verdad es que pocas veces puedo hacer algo en la mini-sala, ya sea leer, escuchar música o sacarme los mocos sin que aparezcan un par de ojos galos en el edificio de enfrente acosándome.

 

Esto explica en gran parte la psicosis francesa (como la vecina Frugier…). Es como natural, yo sin querer le conozco la vida a los vecinos, lo cual suele ser bastante cómico. La del tercer piso trae a sus compañeros, les da de cenar, y siempre pone un disquito de música slow super cursi con lo cual empiezan a bailar antes de bajar la cortina, me imagino que para continuar la sesión de danza con el viejo mambo horizontal. A los diez minutos casi siempre suele salir el acompañante al balcón a fumar, como que para más cliché, imposible.

 

Pero uno se acostumbra. Ahora hago apuestas con la gente que está en la casa o con los invitados sobre cuánto tiempo creen que pasará antes de que el caballero salga a fumar o, si es un invitado asiduo a mi casa, si le parece mejor o peor partido que el anterior.

 

Supongo entonces que nos hemos convertido en proto-parisinos, sólo que en vez de fisgonearle la vida a los demás y poner cara de amargados, nos da por hacer chistes y sonreír cuando comentamos la vida de los demás.

 

Así que ya saben, cuando quieran alquilar algo en París, acostúmbrense a preguntar, ¿pero tiene vis-à-vis? Porque a los dos meses, se van a estar tirando por el balcón. A mi me retiene solamente una dosis estricta de alcohol (tratamiento corroborado por varios doctores, eh).

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2 Responses to Psicosis parisina (parte II): causas y efectos

  1. No seas tan drastico, que estoy segura que debes tener a una linda dama se pone en topless en su terraza, para bronzearse.

  2. SiLuis says:

    Le Locataire Vicente…
    de Polansky

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