A veces pienso que ésta es la utopía del mundo. Que todos tenemos igualdad de oportunidades. Sin embargo, el sistema emana un olor fétido: el de las millones de víctimas, rezagados y demás que nunca pudieron surfear la ola de la economía galopante.
¿Capitalismo salvaje?
“God bless America”
Publicado en: El Nuevo Cojo Ilustrado, 2005.
Graduado, con ganas de realizar estudios superiores y conocer el mundo, busco postgrados en Europa. Me inclino por París, capital de la cultura del mundo. Debo admitir que llegué a Francia con la idea de ver un país de mayor igualdad. Era, como suele adjetivarse, el último bastión del socialismo democrático del mundo occidental. Es un sitio donde las personas le abren la puerta a las viejitas o donde se debe dar el puesto en el metro a una señora embarazada. Una capital donde se respira cultura, donde la gente camina entre violines y pinturas de Courbet. La casa de la bonne bouffe, sitio donde es imposible conseguir un plato malo de comida o un vino pasado en un restorán. En fin, París, capital del mundo cultural y desenvuelto.
Sin embargo, la capital francesa no ha logrado escapar al azotamiento de un sistema económico en el cual no cabemos todos. No sólo existe déficit de puestos, sino que los que entran son unos pocos. El capitalismo sin freno no ha sabido escapar a esta megalópolis. En la cola para legalizar mis papeles de estudios ante la prefectura de policía, me uno a la marea humana de ilegales y marginados. Sorprende la cantidad de ex-soviéticos. Entre ellos hablan y comentan en su lengua, siempre un poco tosca para el oído no acostumbrado. Espero mi turno. Luego entro a un típico establecimiento de la burocracia, esos donde dice « de las oficinas 212 a 250 » y cuando pasas te encuentras con que van de la 300 a la 350. Tres horas y cinco funcionarios más tarde obtendré el sello que me convierte en “estudiante”, con derecho a pagar impuestos, comprar teléfonos celulares, en fin, ése tipo de cosas.
Salgo y en el metro me consigo con un sujeto que se arrastra sobre las rodillas y suplica « S’il vous plaît » que le des un euro, o un centavo de euro, o un ticket de restorán, o lo que sea. Los franceses lo ven como si no existiera. En la próxima estación sube un personaje de rasgos indios que intenta tocar un acordeón y luego te pide dinero « por la música ». En Chatelet, me consigo con otro que dice que no es desempleado, que nadie se declara « en chômage » (paro) porque quiere, que le compre por favor una revista de turismo de París, porque él se dedica a eso mientras consigue trabajo. En Saint-Michel hay uno más sincero que se arrodilla en la calle con un cartel que proclama simplemente « tengo hambre », mientras parece rezar. El congreso francés reacciona con contundencia: Se aprueba una medida según la cual los vagabundos, “clochard” en francés, no serán llamados de esta manera en los periódicos y demás medios de comunicación, debido al carácter peyorativo de la palabra. En todas las plazas y parques de París, los sin techo ascienden de “Clochard” a “sans domicile fixe” (sin domicilio fijo), o “S.D.F.” como se suelen llamar actualmente. El frío sigue penetrando entre sus harapos, pero a nivel de etiquetas, qué estilo: S.D.F. No me llame “Clochard”, ni Huelepega, ni Vago; yo soy un S-D-F, protegido por el Estado. Jamás se había visto tanto humanismo en el país ejemplo de la declaración de los derechos del hombre.
Tomo unas vacaciones, esperando alejarme de tanta miseria y pesimismo. Así, en New York, la capital del mundo, un sujeto yace echado sobre la acera con un cartel que te informa que tiene Sida, que va a morir, que tengas piedad, que le ofrezcas algo. Pocas cuadras más adelante, un ruso vende camisas estampadas con la cara de Marx y Lenin. Espectacular sincretismo contemporáneo post-mcCarthista. Por quince dólares puedes caminar por Broadway con una camisa roja y los padres del comunismo sonriendo en tu torso. En Berlín, dos jóvenes se sinceran y te dicen sencillamente que son alcohólicos, que les des dinero para comprar cerveza. En Amsterdam, un joven me interpela pidiéndome un euro, pues él « no tiene que hacerlo, pero se ve obligado ». En Florencia y Venecia aparecen sujetos más audaces que quieren venderme viajes maravillosos o libros increíbles por módicos precios.
Sigo viajando, sigo vagando entre vagos: En Londres un tipo toca la guitarra y me acosa con la actitud típica inglesa porque me ve leyendo 1984, de Orwell. Me dice que los extranjeros no son bienvenidos, que no le quite “su trabajo” a pesar de que nunca fui buen guitarrista. Conozco a un venezolano en Asturias, España, quien me explica que era PTJ y que se fue del país ante el miedo de que lo mataran los malandros. Ahora, trasnochado como portero de una discoteca dominicana y luego de haber trabajado como obrero en la construcción, me dice que esta ahorrando para devolverse, así sea a hacer las veces de carne de cañón de un escuadrón suicida. Huyo hacia Barcelona, donde consigo compatriotas abogados o ingenieros atendiendo mesas o limpiando pisos por sueldos miserables, sin esperanza alguna. La cosa no está mejor para los locales o los europeos: En Praga conozco a una mesonera cuyo sueldo es de un euro la hora, trabajando de noche; y en todas las estaciones de trenes que atravieso estoy obligado a caminar en puntillas a través del colchón de cuerpos durmiendo, echados, quién sabe si muertos.
¿De dónde salen estos excluidos? ¿Quién les da vela en el entierro de la globalización, o mejor aún, quién les quita la vela? A veces pienso que ésta es la utopía del mundo. Que todos tenemos igualdad de oportunidades. Sin embargo, el sistema emana un olor fétido: El de las millones de víctimas, rezagados y demás que nunca pudieron surfear la ola de la economía galopante. El empresario sagaz que reduce puestos de empleo y ahorra activos para la compañía no se ve afectado por ello. Él sale de su carro directo al ascensor y a la secretaria con café caliente en la mano. Solamente somos nosotros los que pagamos este precio social. Cuesta vidas, cuesta almas, y sólo los que caminamos por un mundo unipolar nos damos cuenta.
¿Está mal el sistema? ¿Debería cambiarse? ¡Francamente, no lo sé! Pero que alguien me explique, por favor, economista, político o filósofo, como debo justificar y sentirme bien cada vez que un sobrante se me acerca a pedirme doscientos bolívares. Pues yo ya he tirado la toalla de la resignación. Seré obtuso, seré ignorante, pero exijo argumentos racionales. Ello, o las sociedades, no sólo la nuestra, se irán por la borda. Tal vez sea hora de repensar el mundo. ¿O tal vez no? La adicción a la droga más fuerte del planeta, la salsa Ketchup, deja poco espacio para mi grito que pregona: ¡Utopistas del mundo, uníos!
Vicente Ulive-Schnell.
http://ulive.free.fr/blog.
Yo leí con detenimiento tu blog y decidí de tomar mi tiempo para pesar/pensar bien mis palabras antes de escribir. Empezando por que inmerso en la francofonía, yo se que se me escapan muchos galicismos y de repente lo que digo no es lo que estoy pensando. Y siguiendo por que el tema que has tocado es muy delicado y no puede tratarse a la ligera sobre todo si más tarde reutilizas este texto o resulta que da pie a otros trabajos.
Los problemas de las fantasías que nos inventamos en los trópicos en relación a los países ricos, a la ?civilización? y al ?desarrollo? lo dejo de lado, creo que merece una reflexión a parte.
En cuanto al capitalismo salvaje en los países ricos lo mejor es acudir a la perspectiva histórica para entenderlo. Seguramente has estudiado mas, mejor y mas recientemente la historia del capitalismo y el desarrollo industrial que yo, y sabes que la explotación comenzó por casa y empezó de lo mas salvaje. Poco a poco el trasporte y el comercio se desarrollo lo suficiente como para poder exportar el ?progreso? a las colonias y los otros restos del mundo.
Los pobres tanto en Europa y los Estados Unidos pasaron de ser eso, ?pobres?, a ?marginales? de una sociedad de consumo. Una diferencia cualitativa de talla.
La explotación del capital se instituyo como modelo en el resto del mundo con sus variantes más o menos brutales.
Es imposible de hacer una generalización justa, pero el fenómeno de ?adoctrinamiento?, de ?formateo? de la sociedad civil al capitalismo en Europa colaboró al desarrollo de organizaciones e instituciones que protegen al trabajador y ayudan a los marginados. La famosa ?Sécu?, el RMI y las ?retraites? en Francia son un ejemplo; los sindicatos y cámaras de pequeños y medianos empresarios son otra. La consecuencia es cierta paz social y buena calidad de vida.
Pero este equilibrio se quebró allá por los años ochenta. La doctrina Tatcher/Reagan ha profundizado la explotación.
El capitalismo exento del ?peligro? soviético puede darse a fondo. Otra vez la explotación comenzó por casa y son los europeos y gringos los que van a sufrir los primero golpes de tal cambio.
La reducción de gastos sociales va a la par de la represión.
Hoy hay en gringolandia más prisioneros que nunca. Europa va por el mismo camino. Habrás visto como en este quinquenio el gobierno/MEDEF han reducido los derechos (acquis sociaux) de los trabajadores, hay mas poder para la policía, los derechos civiles han sido reducidos, se criminaliza de más en más al ciudadano mientras que las leyes se arreglan para que los ricos sean mas ricos: pueden hacer negocios mas ?obscuros?, siguen siendo subvencionados por el dinero publico y pagan menos impuestos.
Yo pienso que tienes mucha suerte poder hablar de la pobreza como observador. Me imagino que te das cuenta la suerte que tienes de ser un hombre (y no una mujer), joven (y no viejo) mas o menos occidental (y no africano por ejemplo) mas o menos bien parecido (creo yo), heterosexual (y no gay), doctorando (y no ignorante), políglota (y no analfabeta). Si actúas con tino tú puedes escapar a la maquinaria que destruye a los hombres. Si quieres, incluso podrás salvar algunos náufragos de la catástrofe.
Pero no se si confiar mucho en ti y en tu suerte. Por lo que leo en tu blog, te falta método y compensas la indisciplina por el resuelve. Aunque eso no es tan grave en tu caso.
Lo que realmente me preocupa es esa visión negativa con que percibes el mundo. ¿Estas consciente? Le das demasiada importancia al lado malo de las cosas. Yo no sabré encontrar las palabras justas para describir mi perplejidad ante tu actitud desvalorizante. Y no se si tu te conformas en desvalorizar al otro o si es que tu mismo no crees en ti.
Yo solo espero que encuentres tu vía para escapar al sufrimiento a tiempo.
Yo estoy en eso todavia…
Estimado amigo Luis :
En todo caso, gracias por la posibilidad de intercambiar ideas y opiniones. Solo quería comentarte un par de cosas, ya que me da la impresión de que, dentro de todo, estamos más o menos de acuerdo. En lo que respecta a la « rigurosidad » que tanto reclamas, sólo puedo decirte que mis escritos son igual de rigurosos que los de cualquier periódico de opinión, ya que son eso, artículos de opinión. Las limitaciones estilísticas y de formato de un pujante journal tratando de salir de abajo ?como el Cojo- impiden que se escriban cosas más « rigurosas », o profundas. Es difícil ?sino imposible- ventilar en dos pá ginas los problemas del capitalismo, por lo cual reivindico la mirada sociológica ingenua tan de moda en Francia, en fin, nada que no consigas en trabajos como los de Pierre Bourdieu.
Te invito, si así lo deseas, a leer mis trabajos metódicos y rigurosos, que publico en la revista Léxicos (igual estás invitado a participar si así lo deseas : lexicos.free.fr ) . Por otro lado, el problema que ventilo personalmente ha sido trabajado por Jeremy Rifkin, entre otros (« El fin del trabajo ») como una contraposición a la utopía industrial de « menos trabajo » y más calidad de vida; lo que estamos viviendo es todo lo contrario, horarios más cargados y menos poder adquisitivo. Cabe hacerse la pregunta por qué.
De todos modos, no nos vamos a poner intensos? Lo que me preocupa, a nivel personal, es el diagnóstico aparecido en el NY times hace unas semanas: la nueva forma de explotación es la esclavitud mental. Es decir, la empresa te da toda la libertad de hacer lo que tú quieras, pero comienza a construir toda un estructura a tu alrededor donde sólo existe la empresa. El concepto de trabajar siete u ocho horas para luego dedicarte al esparcimiento desaparece y es sustituido por un ser obsesionado cuya vida gira entorno a la Coca-Cola o la Microsoft.
No creo que preocuparse por esto sea ser ?pesimista?, como tú dices. A mi me entrenaron en la Universidad para crear espacios de crítica constructiva, donde la sociedad discute y avanza, y no reivindico ni creo hacer nada más allá de eso. No veo de qué sirve ser ?conformista?, o decir que todo está bien, primero que es una visión básica y hasta hipócrita y segundo que no produce ningún tipo de avance. En lo personal, vengo siendo una especie de hijo del capitalismo reaganiano del cual hablas, de esa generación descontenta que no ve avances sino retroceso y mentiras en todo el asunto. Si mirar con escepticismo una propaganda de FranPrix donde dice, ? ¡usted puede ser parte de esta increíble familia! Venga a ser cajero con nosotros mañana? y aparece una foto de una chica sonriendo, en fin, si mirar eso y decir que es una estafa y una basura y que no es la vida que quiero, si eso es ser pesimista, pues lo reivindico, lo soy por todo el cañón. Que yo sepa, el capitalismo nos vende sueños que se supone podemos alcanzar, denunciar y decir que no es el sueño de nadie ser barrendero o chofer de taxi, y que aquél que diga lo contrario es un estafador, probablemente con mucho dinero, tomar ésta actitud no me parece ni irresponsable ni exagerada y mucho menos ?pesimista?.
Solamente para terminar, es bastante conveniente que las sociedades ?avanzadas? construyan conceptos o nombres (clochard, beggar, tramp, etc.) ante situaciones muchos más complejas y personales que un concepto, simplemente para no mirar la problemática cara a cara. Decir que es inhumano e indecente tener que ?aceptar? la existencia de gente que vive en la calle, convivir y tener que construir nuestras sociedades con tal paradoja, esa es mi interrogación. Acúsenme de idealista, lo admito, pero hasta el sol de hoy nadie me ha podido explicar como es posible que después de dos mil años (más o menos) de vida civilizada todavía haya gente que no sabe de dónde va a salir su próximo plato de comida. Cómo es posible (o posible de argüir) que en una sociedad que logró conquistar la luna todavía haya gente comiendo comida de perros o durmiendo en la calle. La derecha no tiene la respuesta, simplemente lo ignora o lo trata como un pseudo problema. A mí esa postura me da asco. Simplemente. Sin embargo en el artículo traté de ser un poco menos directo y más poético, como bien dije, es un periódico de opinión donde se conjugan muchas cosas.
Espero que estés bien,
Recibe un saludo,
Vicente.
Estamos de acuerdo.
El ultimo parrafo de mi comentario anterior lo improvise a ultima hora y creo que simplemente esta de más.
El capitalismo es salvaje. La historia humana esta llena de paginas negras y hay algunas que parecen volver a repetirse: Estamos ante un "salvese quien pueda" donde los fuertes tienen todas las de ganar. Es otra vez la era del señor y el campesino, solo que en vez de nobles tenemos comites de empresa.
Yo no lei en NY Times pero en estos dias cayo en mis manos un ejemplo de Marianne (ya se, no es comprable pero que le vamos a hacer) en el que se describe como se explota cada vez mas cada profesion (piloto de avion, ejecutivo, etc +/- una docena en total), las conclusiones eran de terror.
Seguiremos en contacto. Saludos, Luis.
Hellow’s!
Bueno, creo que nadie se plantea mucho dormir en la calle o quedarse sin dinero, son cosas que te ocurren y listo. A veces creo que "la vida" tiene que darte algo y es bueno aventurarse a buscar ése algo, es mas o menos así como terminas sin dinero perdido en la mitad de la nada. Aparte de que, como los demás pueblos y ciudades que veníamos visitando (Salamanca, León y Gijón) habían sido tan acogedoras y desenrolladas que pensamos que toda España seria así. Tamaña decepción cuando llegamos a las diez de la noche a Atocha y vimos a unos tipos robándose un carro. Sin embargo, créeme que se aprenden cosas. Mas que todo cuando te preguntas como diablos terminaron los otros ahí, había familias enteras durmiendo en el piso, la desolación es patética.
En Francia tuve que hacer un trabajo en la Banlieu norte, Bobigny, St. Denis y La Courneuve; entrevistando "squatters" mas que todo africanos y haciendo el eufemismo que llaman "estudio de necesidades". Ahí te das cuenta de lo que es la otra Francia. Esta gente era amabilísima y atenta, pero tenían unos horarios de trabajo implacables. La mayoría era "femme de menage" y se levantaban a las cuatro de la mañana. Vivian, francamente, como ratas. Es ahí donde te empiezas a preguntar qué rayos pasa, no sé como habrá sido tu historia (creo que me dijiste que eras venezolano?) pero yo recuerdo los cuentos de gente que se iba a Miami y a los dos meses había controlado casa y carro y vivían cómodamente, etc. Mentiras, no lo sé, lo que sé es que la imagen que te dan cuando vives en el "tercer mundo" es que en el primero se vive mejor, sin los problemas y las situaciones sociales de nosotros. Imagínate cuando te bajas del avión en De Gaulle y te llevan al barrio de Barbès…
A mi me parece preocupante la situación socio-económica como se nos plantea. Todo parece ser cuestión de estadísticas y dinero. Un ciudadano vale esto, produce tanto. Luego nos explican que todo no es el trabajo, pero no saben bien explicarnos entonces qué es. Pasé una noche entera escuchando a un amigo hablar sobre Empresas Polar, donde trabajaba y donde parecía que le habían lavado el cerebro. Todo era Polar, me explicaba, había cambiado de suavizante de ropa porque si se enteraban que no usaba el de Polar le iba mal en el trabajo. Por Dios. Lo peor es que le gustaba. No creo ser el tipo mas interesante del mundo, pero hablar toda la noche de lo bueno que son los productos de la empresa Polar, paso y gano.
Ahora bien, en Francia no parece ocurrir lo mismo. La gente maneja un poco mas ciertos temas y cuando vas a reuniones puedes conversar de política, arte, cine; lo que sea. Lo que me preocupa es que esto no se valora y que la derecha parece querer convertir a los franceses en PDG tipo mi amigo. Bastante conveniente, sobre todo cuando el gerente de la Polar (los Mendoza) se la pasa en una subasta de Sotheby’s o Christies comprando pasteles de Degas. Cultura y esparcimiento si, para ellos, tú cómprate el suavizante, la leche y la harina Polar o te va a ir mal porque no "crees" en la empresa. Bollocks. Claro que no creo. Yo vengo de nueve a cinco, páguenme lo mío que después tengo otras cosas que hacer y que ver; vivir, por ejemplo.
En todo caso, creo que si no nos planteamos dos o tres cosas otra vez vamos a terminar hipotecando a nuestros hijos para pagarles la prote a esta banda de degenerados banqueros.
Un saludo,
V.
"cuando vas a reuniones puedes conversar de política, arte, cine; lo que sea…"
En tu proxima reunion con franceses arriestage a decir lo siguiente:
1) "Las conversaciones de cocina me fastidian, me parecen de lo mas pueriles.
Es realmente una bobada grave hablar de recetas y postres".
2) "La energia nuclear me parece peligrosa.
Con tanta energia renovable y no contaminante a la mano me parece un suicidio utilizar la nuclear.
La energia nuclear parece barata solo por que es financiada por la colectividad "à son insu", ademas con el tratamiento de los residuos radioctivos se hipoteca el pais por generaciones"
3) "Francamente no sé que tiene Aurelie Nemours que no tenga el catalogo Dulux Valentine…"
4) "Yo no se por que en Francia nos quieren siempre hacer llorar con la vida de los campesinos cuando uno ve que tienen tan pocos prejucios para engatuzar a los consumidores.
Me compre unas fresas buenisimas olorosas y sabrosas como nunca habia probado antes y ademas son baratas por que son españolas.
Luego me cuentas el exito que tuvistes… ;-)))
Lei el articulo y da para pensar en muchos aspectos, aunque por otra parte aca donde vivo veo muchisimos carteles de "help wanted" por esa misma razon no justifico tener gente pidiendo dinero cuando existe empleo, lo justificaria en paises del tercer mundo donde las economias estan bien dañadas.
Aca en EUA el sistema de seguridad da mucho para abusar tambien, mucha gente puede alegar no tener empleo y sencillamente vivir del gobierno y de muchas otras personas de clase media que religiosamente van a sus puestos de trabajo.
Tema complejo, toma tiempo leer no solo tus articulos sino mas aun los comentarios =)
Recuerdo en Lyon haber visto a un "mendigo" pidiendo, paso a los pocos minutos y estaba mandando mensajes de texto y con un libro en la mano. No digo que todos sean asi, pero tampoco podemos asumir que todos son individuos productivos.
Nos leemos.