El legado de Hubert Selby Jr.

Un homenaje a uno de mis escritores favoritos, fallecido el 26 de Abril de 2004.

El legado de Hubert Selby Jr

El legado de Hubert Selby Jr.

El 26 de Abril de este año, Hubert Selby Jr., uno de los genios más despreciados de la literatura americana, dejó de respirar. Probablemente sea Selby también el último de los verdaderos Beats, aquella generación pintada por Jack Kerouac a través de Dean Moriarty en « On the Road » : un grupo de jóvenes implorando su libertad, su búsqueda de lo beatífico, condenados paradójicamente, a una vida casi siempre horrorosa nada envidiable. Jack Kerouac, muerto a los cuarenta y siete años de cirrosis, William Burroughs, adicto veinte años a la heroína y Hubert Selby Jr., condenado a morir desde los diez y ocho años.

 

Pero Selby Jr. no era un Beat, al menos en el sentido estricto de la palabra. Pocas veces asistió a los encuentros de ese grupúsculo y si bien su búsqueda fue similar, nunca fue la misma. Él siempre fue un marginado, un outsider, un tipo que nunca debió ser escritor, un bueno para nada casi iletrado que murió con los pulmones calcinados. “Obstrucción pulmonar crónica” dice el obituario, ese texto que siempre trata de explicar lo inexplicable: Selby Jr. está muerto, no volverá a desafiar al alfabeto o a los doctores contra los cuales luchó toda su vida.

 

Así, fue a los dieciocho años que tendría su primer encontronazo con la realidad medical. Habiendo abandonado su casa a los quince para convertirse en marino mercante, un decrépito y enfermo adolescente bajó del barco tres años más tarde en Alemania para ser informado por los doctores que sólo le quedaban unos pocos meses para vivir. Vuelto a los Estados Unidos e ingresado en el Hospital Militar, su tuberculosis dilapidó rápidamente el dinero familiar, costándole a él tres años de cama y diez costillas extraídas de su cuerpo. La droga streptomicina había afectado su visión y audición, incluyendo su oído interno, lo cual lo hacía perder el equilibrio en la oscuridad. Para colmo, uno de sus pulmones había colapsado y le habían sacado una parte del otro. Sin embargo, “here I is“, como dijo el propio Selby Jr., el sobreviviente.

 

Seis años más tarde y con un ataque de asma, el doctor que lo atendió esta vez le dijo que simplemente no hiciese nada, que la muerte era inevitable ya que no tenía suficientes pulmones. Una segunda y tercera opinión corroboraron el pronóstico macabro dado a un joven ahora casado, sin poder ejercer oficio alguno. Sin embargo, en palabras del mismo Selby Jr., se “rehusó a morir” sólo porque un doctor se lo dijera, y de allí en adelante lo demás no fue sino rescribir toda la narrativa americana en un pequeño puñado de libros.

 

Ahora bien, como cualquier aficionado escritor sabrá, una cosa es declararse escritor o tener todas las ganas de convertirse en uno, otra muy distinta es hacerlo. Así, Selby Jr. pasó algo de tiempo sentado frente a su maquina Remington, viéndola, pensando qué diablos debía hacer. Escribió un par de cartas y luego botó la máquina para sentarse a reflexionar. Es aquí donde podemos subrayar el nacimiento de un verdadero artista. Para alguien que afirmó ligeramente, “me sabía el alfabeto, así que decidí que me convertiría en escritor“, la actitud de Hubert Selby Jr. de detenerse ante el papel virgen antes de escribir cualquier barrabasada que se le ocurriera refleja la búsqueda de un motivo. Historias hay en cada esquina, como bien sabe cualquiera. Detienes al primer bobo en la calle y te puede recitar una retahíla de cuentos y anécdotas como para llenar una enciclopedia. Para Selby, el problema literario no estaba en la historia, sino en lo que se contaba y cómo se contaba, sin hablar del Porqué.

 

En todo caso, y desde cualquier punto de vista, que un marinero medio enfermo sin ninguna formación literaria más allá de los cuatro libros de Melville y Joyce que se leyó en el Hospital, en fin, que esta persona pueda crear una obra como “Last Exit to Brooklyn” es impresionante. En este libro se percibe una necesidad narrativa, una búsqueda lingüística que no escatima sobre todo en los recursos auditivos. De hecho, cuando se le preguntó a Selby Jr. cual era su mayor influencia al escribir, su respuesta, siempre parca, fue “Bethoveen”. Tal afirmación no sorprende al leer lo esmerado que siempre serán sus diálogos, que conducen la narrativa, que guían al lector y que hasta su último libro, el sensacional “Waiting Period” no dejarán de reflejar una realidad americana, neoyorquina, de Brooklyn.

 

Claro que no toda “realidad” es bonita, mucho menos si se pasa por el calvario que Selby Jr. pasaría prácticamente toda su vida. Es por ello que no asombró que las mentes pacatas no vieran más allá de los personajes conflictivos y la violencia que engendran, decidiendo prohibir la novela durante algunos años. No es de extrañar ya que el mismo destino le fue sentenciado a Miller, Burroughs y Joyce, por no mencionar sino a algunos. Poco importa, el hecho es que finalmente pudimos acceder a lo que Allen Ginsberg llamase una “bomba oxidada de acero que explotaría sobre los Estados Unidos y sería leída ávidamente incluso dentro de cien años”. Porque Selby logró captar la angustia americana, la decepción, la violencia y todo aquello ligado a cierta población que siempre parece querer excluirse de los relatos contemporáneos.

 

Es en este punto cuando aparecen las analogías biográficas, aunque no narrativas, con los mal llamados Beats. Burroughs se “despertó de la enfermedad” como el dice, luego de veinte años de adicción, para ver “Naked Lunch” censurado por “perverso”, libro descrito por el mismo Allen Ginsberg como “un recorrido en montaña rusa por el infierno”. Selby Jr. se despertó luego de su paso por los doctores y las medicinas para crear Last Exit y verla también descartada en Inglaterra por el “obscene publications act” de 1959 (Acto/Ley de publicaciones obscenas).

 

Por otro lado, su espíritu Beatnik paralelo se nota en sus colaboraciones, una especie de doppelgänger de William Burroughs pero con menos presupuesto. Burroughs verá Naked Lunch llevado a la pantalla por David Cronenberg, Selby Jr. hará una breve aparición en la oscura adaptación de Last Exit hecha por Uli Edel. Burroughs grabará un disco con Kurt Cobain en 1993, Selby Jr. grabará con el menos vistoso Henry Rollins en 1990. Su última aparición será en la genial adaptación de Darren Aronofsky de “Réquiem for a Dream”, en el 2000.

 

Sin embargo, Selby Jr. siempre sería un marginado, tanto por su condición física como por su forma de escribir. Demasiado enfermo, demasiado demacrado y sin la desfachatez de Jack Kerouac para abandonar a sus esposas, Selby Jr. trabajaba de día y escribía de noche, a pesar de la piedra negra que latía en su pecho y que lo obligó -finalmente- a dejar de fumar un mes antes de su muerte. Este tren de vida le impedía poder participar de las fiestas y salidas de los imprevisibles Beats, quienes buscaban siempre la última experiencia vital.

 

Entonces, ¿cómo describir a Hubert Selby Jr.? No parece haber otra manera sino la de hacer referencia al Beatnik que no perteneció a la generación Beat, al escritor que nunca estudió literatura, que nunca fue premiado, que nunca fue siquiera leído antes de ser criticado. Nunca recibió una beca o una oferta universitaria, lo cual lo llevó a terminar viviendo del seguro social y de la pensión que le daba la milicia. En un mundo donde prevalece la literatura pseudo-erótica, donde “La vida sexual de Catherine M” se convierte en bestseller, donde los franceses terminan plebiscitando los esfuerzos mediocres de Fréderic Beigbeder o Michel Houellebecq, donde es difícil sino imposible evitar mediatizarse a lo Easton-Ellis para vender libros, en ese contexto preciso, Hubert Selby surge como un llamado a la modestia, a la sinceridad, a la escritura desde el corazón, desde la realidad.

 

Más que eso, su legado se concentra en la herencia de unos personajes que, al igual que el ser humano, vivían llenos de contradicciones y errores, pero a diferencia de los demás escritores, Selby nunca trató de rectificar esta conducta presente en cada uno de nosotros, según la cual humano, demasiado humano, es lo que hacemos todos, sin poder atribuir ningún tipo de juicio moral sobre el otro. A lo que sí nos podemos limitar es a ver al otro y descubrir su sufrimiento, uniéndonos a él a través de un vínculo de empatía. Y eso lo entendió Hubert Selby Jr. mejor que cualquier otro escritor contemporáneo. Una lección que serviría a más de uno en nuestro presente liberal individual de sálvese-quien-pueda. Creo que eso muestra algo de lo que fue Hubert Selby y su escritura siempre será ese reflejo, de un hombre, un artista, un rebelde y un excluido.

 

Vínculos útiles:

Site “oficial”: www.exitwounds.com/Hubert-Selby-Jr-2.htm

Nick Tosches habla de Selby: www.exitwounds.com/Hubert-Selby-Jr.htm

Entrevista a Selby: www.spikemagazine.com/1199hubertselby.htm

Artículo del New York Times: www.nytimes.com/2004/04/27/arts/27SELB.html

 

Blogs comentando a Selby:

http://fuckyoutiger.blogspot.com/2005/02/quienes-fueron-y-quienes-deberan.html

http://www.nosoloblogs.net/archivos/ultima-salida-para-brooklyn-de-hubert-selby/

 

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6 Responses to El legado de Hubert Selby Jr.

  1. Mmonicamichel says:

    Hola Vicente!
    Te escribo para felicitarte por tu magnifico homenaje a Hubert Selby Jr. Me ha gustado tanto que se lo he enviado a un amigo mio, canario como yo… Hace mucho que le hablo de este escritor, cuando lea tu texto quedarà convencido de lo alucinante de su talento.
    Muchas gracias por tu entusiasmo contagioso!.
    Ah! Efectivamente creo que Millet y Houellebecq son muy mediocres… aunque Beigbeder consigue arrancarme alguna que otra sonrisa! (Vivo en Paris, me los he leido…)
    Saludos
    Monica

  2. Niloe says:

    "Última salida para Brooklyn" me ha parecido un gran libro, así que pensaba que nos movíamos en cordenas similares…Hasta que he visto el calificativo de mediocre junto a Houellebecq. "Las partículas elementales", o "Ampliación del campo de batalla" son grandes libros que, cuando menos, han sabido ver el juego perverso que ha traído consigo la liberación sexual, ello, para mí, logrado además a través de una escritura desgarradora…pero no desgarradora abruptamente, sino lenta e inexorablemente, desde dentro, sin que te des cuenta.
    Bueno, al menos esa es mi opinión…y también lo es que por aquí da la impresión de ciertos prejuicios a lo que, por una u otra razón, termina vendiendo…

  3. Niloe says:

    Sin acritud

  4. Vicente Ulive-Schnell says:

    Bueno, creo que Michel Houellebecq es más la bulla que la cabuya. Su límite fue el primer libro, ?Extensión…?, algo bastante modesto, bien logrado, sin mucho brío pero que avanzaba un par de ideas originales, por qué no. Lamentablemente, después el humo se le subió a la cabeza… Creo que estaríamos en desacuerdo en el hecho de que para mí un escritor tiene que mantenerse humilde a la vez que intenta avanzar lo mejor que pueda su arte y su escritura. Obviamente, no es el caso de H. No puedo dejar de ver un ?faux iconoclaste? en sus últimos intentos que no son más que una colección de frases irresponsables recubiertas de ?polémica? para llamar la atención. Cuando H. Declara que le parece que el gobierno francés debería expulsar a todos los árabes y que lo dice por convicción ya que no necesita un Fatwa para hacerse famoso como Salman Rushdie, la afirmación no sólo raya en la estupidez y la egolatría sino que se vale de su posición social de manera irresponsable. Cosas que, en el país de Victor Hugo, son inaceptables para mí.
    Pero eso es sólo la ?declaración?, que hace, me dirás, y tienes razón. Sin embargo, te reto a que consigas en ?Las partículas…?, una frase taimada y bien escrita, digna de Céline, por ejemplo, alguien no menos polémico pero que sí sabía escribir. Es increíble que alguien ignore el legado de Proust, Camus y demás para retar al lector con ideas y descripciones ?polémicas? escritas al atore. Cuestionable, por no decir más.
    Por supuesto que no discuto el que te guste o no, eso es problema de cada quien. Lo que quiero decir es que cuando hablo de ?mediocre? me refiero al hecho ?no poco común, pero aplicable a Houellebecq- de conseguir una idea novedosa, hasta buena, diría, y luego estancarse y conformarse explotándola aquí y allá. Es fácil, acomodaticio y poco literario aplicar el mismo esquema a todos sus libros, los mismos personajes (con variaciones, bien sûr), las mismas situaciones… Nah, eso no reta la imaginación. Para mí (y creo que no estoy solo en mi apreciación), un escritor es alguien dedicado a explorar y crear, expandiendo los límites del lenguaje, como un William Faulkner para citar al clásico o incluso al mismo Selby, donde no encontramos dos libros iguales (en ningún sentido).
    En esta línea, tu escribes que ?Extensión…? y ?partículas? son grandes libros. Ahí estaríamos en desacuerdo. Para mí ?y esta es mi forma de categorizar las cosas-, esos libros no son más que otra expresión de la corriente neo-trash de la literatura que se caracteriza por lo antes expuesto: poca atención a la escritura y a lo literario y enfoque en temas conocidos como ?polémicos?. Para mí, están en la misma categoría de ?Rosa bonbón? (la historia de un pedófilo), ?La vida sexual de Catherine M.? (sin comentarios), ?Baise-moi? (road-trash-sex novel) o cualquier esfuerzo tonto de Beigbeder. Nada más a nivel de construcción novelística cualquier tomo de Phillip Roth se los lleva por delante, por hablar simplemente de autores mundanos y no los Nobel, etc., planteando varios personajes, varias situaciones y una narrativa no-lineal. Cualquiera que haya escrito sabe que es más fácil escribir a partir de un personaje en primera persona que va por ahí y le pasan cosas. En ese sentido, Houllebecq estaría por encima de los antes mencionados (¿se puede estar por debajo?), pero no mucho.
    Si de algo lo acuso es de conformista. Y creo que en su nivel, el conformismo, unido a la irresponsabilidad intelectual y las afirmaciones disparatadas, coincidirían en catalogarlo de ?mediocre?.
    En todo caso, esa es mi crítica y mi opinión. A diferencia de Houellebecq, yo sí admito que puede que esté equivocado y que vale la pena conversar.
    Un saludo amistoso y gracias por el intercambio,
    Vicente.

  5. Niloe says:

    Yo ni siquiera he llegado a leer Plataforma, de hecho, no creo que lo haga. Tengo la impresión de haber sacado, por el momento, todo lo que necesitaba de Houellebecq (algo parecido me pasó con Palahniuk después de un par de lecturas…). Supongo que entonces podría situarme en la línea imaginaria que tu has dibujado con tus palabras, esta es, la que le tacha de conformista y, posiblemente, la que le acusa de la repetición y el estancamiento. Eso no quita para que siga pensando que sus anteriores libros son grandes libros, y no por fragmentos, sino por su conjunto (sobre todo "las partículas elementales").
    Por lo demás, no sabía nada de la vida, comentarios o pensamientos del señor Houellebecq, luego no puedo opinar, pero invito a que nos olvidemos de ello y no juzguemos su obra por ese camino (cosa que, bien leída tu respuesta, no creo que lo hagas).
    En fin…un saludo.
    Manuel.

  6. Nosoloblogs says:

    Última salida para Brooklyn de Hubert Selby

    Hoy me he terminado de leer “Última salida para Brooklyn” de Hubert Selby, escrita en el año 1964. Es una gran novela, escrita con dureza y nerviosismo, al estilo de un periodista o de un simple observador que retrata con extremo realismo y cru…

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