El banco de favores según Tom Wolfe


—¿Ha oído hablar alguna vez del Banco de Favores?

—¿El Banco de Favores? No.

—Mire, todo lo que ocurre en este edificio, todo lo que ocurre en el sistema legal de Nueva York, funciona a base de favores. Todos hacemos favores a todos los demás. En cuanto alguien tiene la más mínima oportunidad, corre a hacer algún depósito en el Banco de Favores. Una vez, al comienzo de mi carrera como vicefiscal, estaba llevando la acusación en un caso y me enfrentaba a un abogado, un hombre mayor, que se dedicaba a maniatarme y fastidiarme. Era judío. Y yo no tenía ni idea de cómo manejarle. De modo que fui a hablar con mi superior, que era un Asno, como yo. Y el tipo me llevó directamente a ver al juez, en privado. El juez también era un Asno, un viejo de pelo blanco. Jamás lo olvidaré. Cuando entramos, estaba de pie junto a su mesa, jugando al golf. Uno de esos juegos de golf en miniatura. Golpeas la bola, y en lugar de agujero hay una especie de copita con una pendiente que baja hasta el suelo. El juez ni siquieta levantó la vista. Estaba apuntando a la copita. Mi superior nos dejó solos, y yo me quedé allí plantado, sin saber qué hacer, y el juez me dijo: «Tommy…» Todo esto sin dejar de preparar su golpe. «Tommy —me dijo—, pareces un buen chico. Ya sé que hay un hijoputa de judío que te lo está poniendo todo muy complicado.» Me quedé pasmado. Ya se lo imagina… todo eso era absolutamente contrario a las normas. No se me ocurría nada que decir. Y él me dijo: «No te preocupes por nada, Tommy.» Y seguía sin levantar la vista. De modo que le dije: «Gracias, juez», y me fui.

A partir de ese momento, el juez comenzó a complicarle la vida al abogado. Cada vez que yo empezaba a decir: «Protesto», el juez, antes de que yo llegase a la segunda sílaba, decía: «Acepto la protesta.» De repente parecía que yo fuese un genio de la fiscalía. Pues bien, esto no fue nada más que un depósito efectuado en el Banco de los Favores. Yo no podía hacer absolutamente nada por aquel juez, al menos de momento. Un depósito efectuado en el Banco de Favores no es un quid pro quo. Es como ahorrar para los días de lluvia. El código penal tiene muchas zonas borrosas, y es precisamente en esas zonas donde puedes actuar. Pero si cometes una equivocación puedes meterte en problemas muy graves, y necesitas ayuda con la mayor urgencia. En fin, mire a esos de ahí. —Y señaló a los abogados que rondaban por entre los grupos del vestíbulo. Luego señaló a Mickey Elevator—. Lo que hacen es ilegal. Podrían detenerles. Sin el Banco de Favores, estarían acabados. Pero si has ido haciendo depósitos periódicos en el Banco de Favores, te colocas en una situación que te permite hacer contraros. Así se llaman los grandes favores: contratos. Y hay que apañárselas a base de contratos.

—¿Por qué?

—Porque en los juzgados todo el mundo piensa lo mismo: si no cuidas hoy de mí, mañana no cuidaré yo de ti. Lo cual, a no ser que tengas una gran confianza en tus propias fuerzas, es una situación temible.
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La hoguera de las vanidades (Tom Wolfe)
– Note Loc. 7966 | Added on Monday, June 24, 2013, 09:34 AM

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