Estimado lector: si usted algún día se encuentra perdido en la América profunda y ve una turba de rednecks proponiendo linchar negros, no se preocupe. Los científicos de Krisis co. han elaborado un manual de supervivencia para este tipo de situaciones que lo sacará de apuros. Presentamos al mercado el método “ku-klux-klan survival” y su lema: “mataron al negro bembón” (C.D. de Maelo incluido).
Lo primero que tiene que quedarle claro es que discutir no sirve de nada. Usted está en el mid-West: acá se lincha desde el protagonista de la novela de Phillip Roth, “La mancha humana” pa’bajo, sin excepciones.
Así que, Ave Cesar, morituri te salutant, la única solución que le queda es convencer a la turba de que hay alguien *más negro*, más merecedor de la muerte, que Usted. No tiemble: coja su tridente y su antorcha, grite algo racista y marche directo a la casa del moreno-más-moreno-que-Usted, más cercana (la empresa Krisis co. no admite reembolsos, dicho sea de paso, ni asume costos funerarios).
Fíjese que esta técnica tiene múltiples aplicaciones. Si usted es un burgués blanco en medio de la revolución bolchevique y teme que le puedan acusar de “explotar al pueblo”, simplemente inscríbase en un Comité de educación de las masas y pase a explicar lo que es “la conciencia de clase” a los obreros. Acto seguido, señale a un explotador –el dueño de una fábrica de la competencia, por ejemplo-, y ¡zas!, ya usted no es un “explotador”, es un “revolucionario”. ¿Cómo va a ser usted un explotador, por Dios, después de todas esas horas explicándole Gramsci a los pobres? No, usted es un héroe, usted es Pol Pot regresando de estudiar en La Sorbona de París y mandando a matar a todos los intelectuales con estudios en el exterior.
O digamos que usted es un adeco en Venezuela, circa 1998, viendo una propaganda electoral por televisión que amenaza con freírle la cabeza en aceite de cochino. Pues nada: salga corriendo al Comité del partido más cercano y hable pestes de Morales Bello y Lusinchi. Cuando alguien le pregunte qué hizo usted todos esos años o cómo consiguió trabajar en el Ministerio X si sólo aceptaban gente con el carné del partido, grite algo sobre los jeeps de Ciliberto. ¿Y la foto de Usted con Blanca Ibáñez? ¡Piñerúa, Piñerúa!, chille a gañote tendido.
Recuerde, querido compatriota: Usted no es un corrupto, porque hay alguien allá arriba robando más que Usted. ¿Cómo va a ser Usted un jalabolas, si lo único que hizo fue regalarle una botella de güisqui al encargado de asignar los proyectos? ¡Una miserable botella de güisqui! Jalabolas es el señor X, que le pagó un viaje a Las Vegas a dicho encargado, con putas y perico incluido. ¡Qué insulto!
Usted es un hombre digno, que sólo le pasa la factura a la empresa del almuerzo con los amigotes en la Tasca de La Candelaria una vez al mes; no como el señor X, que tiene una línea de crédito en el Diva’s a nombre de la compañía.
Lástima que no haya más venezolanos dignos como Usted. Porque en un país lleno de corruptos, adúlteros e inmorales como ellos, ¿cómo es posible avanzar?
Pingback: El “born again” adeco « Los cuadernos azul y marrón