Un nuevo culto amenaza con imponerse como la religión dominante. El monstruo volador del espagueti causa furor y abre debates teológicos por todo el mundo…
Llegué a esta “religión” gracias al excelente libro de Richard Dawkins (que recomiendo ampliamente), “The God delusion” (el engaño de Dios). El utiliza la religión (el “pastafarianismo”) como un ejemplo de la regresión al infinito (reductio ad absurdum) que nace de la confusión entre teología, ciencia y educación.
El “pastafarianismo” surgió por primera vez en el 2005, cuando un físico de una Universidad norteamericana decidió protestar la decisión de la Corte Suprema de ese país de enseñar “el diseño inteligente” como alternativa a la teoría de la evolución en los cursos de biología de los colegios. Según el autor de la carta que dio nacimiento al “pastafarianismo”, Bobby Henderson, no hay razón de enseñar una sola forma de diseño inteligente, eso sería discriminación, y su Dios, el “sagrado monstruo volador del espagueti” tiene una explicación legítima de lo que ocurrió cuando el mundo se creó.
De ahí que empiece una parodia muy bien estructurada de lo que es esta confusión (entre ciencia y teología), donde Henderson “demuestra” cómo cuando un científico mide un evento, lo que sucede “en verdad” es que el “sagrado monstruo volador del espagueti” (“SMVE” de ahora en adelante) mueve su varita mágica y confunde a los científicos. Entre otras revelaciones que presenta esta religión, está el hecho de que el “cielo” de los pastafarianos conste de “volcanes de cerveza” y una fábrica permanente e infinita de strippers. Sus rezos terminan en “Ramen”, que es un tipo de fideo chino (los adeptos de Naruto lo conocerán bien).
Sin embargo, la prueba más contundente del “pastafarianismo” radica en e hecho de que sus adeptos deben rezar vestidos de pirata. Sí, escucharon bien. Esto “demuestra la veracidad” del pastafarianismo, ya que el calentamiento global y el aumento en el número de terremotos y huracanes se debe a que el número de piratas ha venido reduciéndose drásticamente desde los años 1800. La correlación existe, y en un argumento digno de David Hume, la iglesia del pastafarianismo hace la prueba empírica de que una correlación no equivale al descubrimiento de una causa.
Lo más cómico de todo esto es que el debate ha cobrado vuelo, tanto así que a Henderson le ofrecieron 80 mil dólares por escribir “El evangelio del SMVE”, publicado en el 2006. Dicho libro explica todos los preceptos del “pastafarianismo”, y los ocho “preferiría que no lo hicieras” que el SMVE le dio al pirata Mosey en el monte Salsa mientras atravesaba el desierto. Estos incluyen el “preferiría que no le hicieras a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti, sobre todo si eso incluye lubricante, cuero y Las Vegas. Ahora, si al otro le gusta también, llévalo a sus últimas consecuencias, toma fotos y por favor, usa condón”, lo cual refleja la mente abierta y sexualmente liberada de los pastafarianos.
En lo que respecta al “diseño inteligente”, los pastafarianos proponen el “diseño no-inteligente”. Según su teoría, el SMVE tiene que haber estado borracho, drogado o haber cometido errores a la hora de crear al mundo. Para esto tienen pruebas: si el SMVE no se equivocó, ¿cómo se explica la existencia de la música disco o Jar-Jar Binks? Pruebas irrefutables…
Esta “religión” va ganando adeptos en internet dada la posibilidad teórica de oponerse al fundamentalismo religioso, sobre todo aquél que busca fundar las religiones en la ciencia y la verdad. Así, cuando el creacionista Kent Hovind ofreció un millón de dólares al científico que pudiese dar pruebas de que la teoría de la evolución es “la única forma posible” en la cual se creó el universo, los pastafarianos ofrecieron lo mismo a quien pueda probar de manera irrefutable que Jesuscristo no es el hijo del Supremo Monstruo Volador del Espagueti. La lógica da para todo, supongo.
Aquí los dejo con un trabajo artístico producido por los pastafarianos. En cuanto a ustedes, ¿pastafarianos o no? Lo más complicado es conseguir el traje de pirata… Si ven a Johnny Depp por ahí me avisan.
