A veces me despierto pensando por qué tengo que sentir como que le debo algo a la sociedad, o más bien por qué diablos no lo mando todo a la mierda de una buena vez. ¿Hay algo que valga la pena “mantener” en esta horrible ilusión de bienestar que es la civilización occidental…
La apuesta es simple: embaucar al desafortunado individuo para hacerle creer que participa mientras se le roba su alma y su individualidad y se le reconforta con excesos de consumismo. La paternidad se ha convertido en el opio de nuestra sociedad, “debemos dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos”, especialmente para “nuestros hijos”, mocosos imberbes indeseados en la mayoría de los casos, o capaces de crear infelicidad y desolación donde quiera que aparezcan, a lo Condolezza Rice (manitos infantiles impregnadas de chocolate que se baten contra las paredes blancas de la casa del huésped, “Juanito, mi amor, ¿qué haces? Nooooo, te dije que no molestes al señor…”).
En fin, la paternidad o la necesidad de reproducirse en un pequeño engendro es problema de cada quién. Personalmente, hasta ahora no me siento lo suficientemente importante o útil como para querer perpetuar mi existencia. Pero ése no es el problema.
Lo que yo no entiendo es por qué, después de cientos de años en los cuales los seres humanos han destruido, devastado, consumido y violado al planeta, la humanidad espera que nosotros vengamos a limpiar el porqueriero. Somos la generación culpable, la que debe “reciclar” la que debe taparse los ojos y soltar una lagrimita cada vez que una fucking ballena se niega a fornicar y reproducir su especie, que debemos indignarnos cada vez que un magnate con más dinero del que podrá contar en toda su vida, vierte la mitad de un buque petrolero en una playa e intoxica a cientos de peces.
Pues hoy amanecí diferente; hoy no veo sentido a todo este circo. Si Dios quiere acabarlo todo, pues yo lo ayudaré. Porque no merecemos sobrevivir como raza. ¿De qué raza hablo? Hablo de esta engordada y consumista raza humana, que se regocija en el odio y en la destrucción, en la conquista y en las guerras petroleras, mientras intenta alegrarme y decirle que todo va bien porque logré ahorrar suficiente dinero en un empleo asqueroso para comprarme un I-Pod, y luego enchufarme y alienarme del mundo. Hoy, por el día de hoy, gracias a ti, sociedad de mentiras y traiciones, haré las cosas diferentes.
Hoy le demostraré al mundo que el rey está desnudo, que no quiero ser más parte de este saltimbanqui para tarados mentales. Hoy tengo ganas de incendiar todo el bosque del amazonas, de echarle litros y litros de kerosén, y verlo todo partir en llamas en un solo momento, no de a cuenta gotas, como hemos venido haciendo. Quiero que vengan esos empresarios, que arrancan miles de hectáreas por minuto para hacer aún más dinero, venir y decirme que está mal, que le hago daño al ambiente, que no lo siga haciendo.
Hoy voy a ir a una reunión de ecologistas, y me montaré en la tarima para sodomizar un maldito panda frente a sus rostros atónitos. Le daré una lección al osito mediocre ése de colores, si sólo hubieses sido un poco más singón hubieses salvado a tu especie, pero no; tenemos que venir nosotros a ayudarte, quién coño te crees, sufre y muérete de una maldita vez.
Asaltaré una fábrica de neveras, y llenaré la calle de compresores para abrirlos todos al mismo tiempo y decirle adiós a la capa de ozono que nos martiriza desde hace años. Para qué el preámbulo, ese derretir la capa poco a poco con suspenso y caricias como si fuéramos vírgenes; pues no, esto es hard-core gagging, unos minutos y estaremos todos libres de intriga, achicharrados y fritos como buen reflejo de la mediocre sociedad.
Qué importa, al final, sincerémonos de una vez. Que arda el museo del MOMA mientras utilizamos La Guernica como rolling paper para fumar nuestras esperanzas. Aceptemos, de una buena vez, la desolación y muerte en que hemos convertido nuestro mundo, y hagamos las cosas de manera radical. Un comienzo nuevo. Un mundo de verdad lamentable y destruido, pero sin falsas explicaciones, sin discursos sobre el progreso, la libertad y la mejora en el nivel de vida de “todos”, un todos que no es más que el cinco por ciento del planeta, atrofiado y pudriéndose en su gordura y sus carros y sus burdeles y sus casinos y sus tecnologías inservibles, mientras el resto del mundo agoniza y desaparece lentamente. Pues no, mi hermano, bienvenido al verdadero sentido de la palabra “humano”: Todos sufriremos y pagaremos por el horror que hemos infundido al mundo y escucharemos los gritos de terror de los más pudientes e irresponsables líderes cuando el techo de su mierda se les venga encima.
No habrá excepciones. Si queremos cambiar el mundo, cambiémoslo de una buena vez, en lugar de hacerle la prote a los medios de comunicación que nos piden ser “sensibles” con este tópico durante un par de semanas y que luego olvidemos eso y seamos “comprensivos” con algo o alguien más. Fuck you. No cuenten más conmigo en su teleteatro. Hoy viviré para mí…
(Aclaratoria para la gente que suele confundirse: Texto 100% ficción, basado en el intento de desarrollar un personaje para fines novelísticos. Y sí, le llevaré una copia a mi psicoanalista).
Un texto visceral, si hasta me parece ver como te sale espuma por la boca mientras reventás a patadas a un empresario del petróleo al tiempo que quemás el amazonas y con un palo le das a Moby Dick (diría que es un texto "punk" si me gustara el punk). Curiosamente en estos últimos días pensaba algo similar. En Argentina, desde la crisis socioeconómica de finales del 2001, se instauró una moda que a varios ya nos tiene hartos: llorar con lágrimas de cocodrilo ante cualquier mínimo indicio de pobreza, de discriminación, de injusticia y de corrupción político-empresarial. Ahora hay que andar con mucho cuidado (y si estás en los medios de comunicación, mucho más) Tenés que pensar muy bien lo que vas a decir porque ante cualquier "equivocación" te van a tildar de fascista, de neoliberal, de alineado con Bush, de genocida (?¡). Pero eso sí, mientras hables bien del Che Guevara, de Fidel y de Chávez, y hables mal de Israel (por ejemplo) no importa nada: ya sos cool y eso es lo que verdaderamente tiene valor (¡y que el mundo se siga quemando! ¿a alguien le importaba en realidad? ¡el medio oriente está lejos!) Y no sé porqué ahora me acuerdo de esa célebre definición de "progre": aquel que se siente en deuda con el mundo y pretende pagar esa deuda con el dinero de los demás.
Bueno, creo que me fui un poco por las ramas y que esto terminó siendo un pequeño post dentro de tu blog… te mando un gran saludo, que es al fin y al cabo lo que quise hacer en realidad.
uhmm cada personaje de ficcion tiene gotas de realidad. La realidad puede llegar a ser una novela y la ficcion puede inspirar o premonizar la realidad. Este mundo esta jodido, el ser humano es el cancer del planeta, y ese cancer ya esta en metastasis. Excelente post en todo caso ça te fait penser!!!
Muy buen post…muy interesante. Este mundo es una mierda, es verdad. Pero desgraciadamente no se pueden pensar las cosas con demasiada profundidad, porque dan ganas de irse pa’l c——. Vete de vacaciones a Venezuela, te tomas unas cervecitas en la playa, unas guarapitas, bailas salsa un poquito, y despues te vuelves a tus cosas con mas energias 😉
Un saludo de una venezolana de Paris,
C.
Es la típica gota que derramo el vaso.. es como la ultima persona con conciencia en el planeta… preocupada pero a su vez desconcertada al ver que todos los demás les importa mierda lo que pase y en un intento desesperado por llamarles la atención y hacerles ver que esta mal la decadencia en que vivimos, se propone realizar una demostración extrema de destrucción diciéndose a si mismo: quizás si quemo la selva amazónica, reflexionen sobre lo mierda que han sido con el planeta y cambien… al menos así la selva no se habrá carbonizado en vano…
Esta excelente el personaje… muchas veces me he sentido así.. me encantaría pegarle un tiro en la chayota al ultimo panda del planeta? (ojo, es ficción jojo)