Notas egipcias (parte 4 de 9)

Hoy vimos la muerte cara a cara, entendimos más sobre la resurrección y la momificación, montamos dromedario y exploramos el lado Oeste de la ciudad.



Notas egipcias (parte 4 de 9)

Notas egipcias (parte 4 de 9)

Luxor

¡momifiquémosle, Ramsecito!

 

25/02-Luxor

 

5.00 am.

Salimos de madrugada para el valle de los Reyes y entramos a la tumba de Ramsés IX, Ramsés VII y Siphtis. Casi puedes sentir el Ka de los faraones evaporarse y desaparecer del más allá cuando profanamos el reposo sagrado. Veo “el libro de los muertos“, el conjunto de instrucciones que grababan en los muros sobre cómo pasar al más allá y ser juzgados por Mâat, a través de la pluma de la justicia. En la escena más famosa, Anubis te lleva a la balanza y si tu corazón pesa más que la pluma, un perro con cuerpo de león y cabeza de cocodrilo lo devora. El libro de los muertos es una colección perdida de papiros de los cuales uno de los mejor preservados data del año 1240 antes de Cristo. Comprende encantaciones mágicas y fórmulas para sobrevivir al viaje eterno.

 

En todo caso, si las cosas salen bien, accedes al cielo con Osiris, Isis y Nephtys donde vives y reencarnas eternamente como el sol. Por supuesto que un día aparece un arqueólogo para perforar la piedra y descubrir tu momia. Hasta aquí te trajo el río, bacalao… Bien contaba William S. Burroughs que en las “Western Lands”, la ciudad sagrada, había dos momias echándose palos en un bar. Una le dice a la otra: “Oye, ¿qué es ese huequito de luz que tienes en el cahcete?”, como quien señala un lunar. “¡Mierda! ¡Carter descubrió mi tumba!”, exclama la otra y comienza a deshacerse. El fin de la eternidad.

 

Pero los faraones no eran ningunos santos en vida tampoco. Al momificarlos había que colocar pistas falsas y trampas para los profanadores que perturbaban el sueño sagrado. Las paredes de las tumbas solían tener una momia de mentira, es decir, bajas por el túnel cubierto de hieroglíficos y encantaciones falsas para llegar a “la tumba” con la momia de un esclavo, por ejemplo. Sin embargo, había una pared falsa que tras ser derrumbada daba paso a el verdadero túnel que baja a la tumba, decorada con los hieroglíficos en serio. Abajo consigues la sala del faraón con la Letanía de Ra, la fórmula que explica cómo convertirse en pájaro con cabeza de hombre y volar al más allá con su Ba (las tres entidades egipcias, Ba-Ra-Ka).

 

De todos modos, los tipos eran unos celosos que se la pasaban peleando y robándose las almas. A la reina “barbuda” Hatchepsout su propio hijo la borró de todos los relieves del templo de Karnak. Y los curas eran los peores. Al pobre faraón Ramsés le robaron la máscara de su momia y los distintivos ya que decían que era ilegítimo e indigno de una vida eterna. Se supone que el Ka al volver a la tierra, necesita reconocer al cuerpo, y si te quitan la máscara y tus distintivos, tu Ka se pierde y vaga en el limbo eterno sin saber cuál es tu momia. ¡Bicho! ¿Dónde está Ramsés? No lo veo más… El faraón, que no era pendejo y sabía que lo tenían en salsa, escondió dos distintivos más entre las telas de su momia junto con el libro de los muertos enrollado. Se salvó de broma… “Los engañé”, debe estar pensando. En cualquier caso, nadie escapa a los arqueólogos… ¡Puf!

 

2.00 pm.

En la tarde exploramos Tebas del lado Oeste. Alquilamos unos dromedarios y damos un paseo. Mi guía, un niño de siete años, sólo sabe decir “My name is Mohammed” y “My camel is Shakespeare”. Esto reduce un poco la conversación. De vez en cuando me mira y me pregunta, ¿Good Camel?, y yo respondo, yes, yes.

 

Paseando por este lado de Luxor vemos un poco más de desarrollo: carros, tiendas mejores, cafés y la gente un poco mejor vestida y cuidada. Sin embargo, pasamos por un barrio popular y la desazón es la misma. Las calles son de tierra, las casas de barro y la gente anda descalza. Nuestros camellos defecan en la calle, lo cual no impide que al cruzar una esquina aparezca una niña de dos años, pies desnudos, que apenas sabe hablar, repitiendo sin parar y extendiendo la mano: damedamedamedame a todo el que pase. Al regresar, nos piden el tradicional “bakchich”, propina; que es lo único que he aprendido en árabe. No sé decir gracias. Creo que nunca lo he escuchado.

 

6.00 pm.

En la tarde salimos a caminar y no llegamos lejos. En la tercera esquina del primer pueblo, luego de esquivar tres o cuatro “bakchich”, vemos un grupo alebrestado por algún motivo que no logramos discernir. Después nos damos cuenta de que han rodeado a una pareja de turistas y los están acosando por un euro. Preferimos entonces hacer marche-arrière y meternos en un café a fumar pipa árabe. Pido sabor a manzana y conversamos con un habitante amable, el único hasta ahora. Hablamos de los precios de las cosas, los turistas, el islam. Termino la pipa (que volveremos a probar en el Cairo) y nos despedimos amablemente. No pide bakchich, no sé si debería dárselo o si lo ofenderá. Al final no le damos y no se ve preocupado. Creo que es un musulmán de verdad.

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3 Responses to Notas egipcias (parte 4 de 9)

  1. Caribe says:

    Shakran es gracias.
    Esa pipa es una nota! Creo q en Egipto la llaman Chibcha xq las 5 palabras q se las aprendi en ese dialecto del arabe, el resto lo llama Arguile y es una noooooota yo aca a veces la fumo con una amiga palestina y su familia.
    Tambien la he visto en Londres fumandola en la calle en barcitos, imagino en Paris debe ser bien comun tambien con tanta poblacion arabe.

  2. Mila says:

    En Margarita la fuman en todos lados!

  3. diego says:

    es vacan la cultura egipcia

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