Ya lo hemos dicho, ¿para qué preocuparse más? Estamos viviendo la debacle de nuestro sistema, aparece la escasez de recursos como el agua, los cambios climáticos y predicciones económicas desastrosas. Esta fiesta se acabó. Toquen el alma llanera y que cada quien coja para su casa, porque al bar se le acabaron las bebidas alcohólicas.
Algunos breves comentarios para abrir la discusión sobre esta victoria “histórica” (¿histérica?) de la derecha liberal en Francia.
Por suerte -o coincidencia-, se acaba de publicar esta novela que escribí hace algunos años en la capital venezolana. Es un texto que intenta dar algunas visiones sobre la ciudad, a través de cinco personajes distintos.
A muchos escritores les gusta plantear novelas donde la tela fina que mantiene a las sociedades unidas se desmorona, tratando de demostrar así lo poco que nos mantiene civilizados. Estos dos autores tienen una aproximación distinta al ‘caos social’ y vale la pena hacer un contraste.
Qué decepción, francamente. No decepción con los candidatos -no se le puede pedir peras al horno-, sino con una Francia cansada de pensar, de buscar, de innovar. Esto no va a cambiar, nadie quiere que cambie y seguiremos en la lucha eterna de defender valores de hace cincuenta años. El Herodes francés debería proponer matar a todos los viejos, pero ni Sarkozy ni Segolène serán la encarnación gala del emperador romano.
Sin hablar de la cuestionable selección de víctimas. ¡Qué desperdicio de balas! Esta gente no se da cuenta de lo caras que son las municiones y de la cantidad de sufrimiento que hay en el tercer mundo para fabricarlas. Si así fuera, no andarían por ahí disparando sobre cualquier mediocre ignorante.
“Todo tiene su final”, como decía Héctor Lavoe. Creo que es más cuestión de etapas. Así que, mientras me rebanaba los sesos escribiendo la tesis y tomaba la siesta en una hamaca (uno de los puntos negativos de conservar los rituales alimenticios de Venezuela: después de comer un plato de caraotas con arroz, vas directo a la siesta. Los franceses almuerzan sándwiches); tuve un sueño: eran los cuadernos azul y marrón.
Este es uno de mis capítulos favoritos, pero también es uno de los más largos. Así que lo edité y lo coloqué en línea (mocho) para ver qué sabor de boca les deja.
Como les comenté anteriormente, aquí les dejo la introducción al libro y algunos detalles para que sepan de qué va. Espero lo disfruten.
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