Me encuentro luchando contra un “malicious script” que se infiltró en mi blog desde hace unos días. Si notan que mi bitácora está fuera de línea, caída, o da mensaje de error, se debe a eso. Todavía estoy escudriñando el fondo del problema, y para aquellos que navegaron hasta acá buscando soluciones o respuestas, les dejo algunos vínculos útiles que conseguí:
Un grupo de amigos se reunió para tratar de explotar el talento particular de cada quién en un proyecto conjunto. Un escritor, un fotógrafo, un actor y un músico decidieron hacer una película.
Pero no tenían plata.
Nació “Permanence“.
Cuando no tienes dinero, optas por el cine “guerrilla“: rodar sin permiso, rápidamente y utilizando todos los recursos que puedas conseguir de manera gratuita.
Los costos finales, después de sumar el alquiler de algunos equipos (la cámara, una pedorra Sony PDX-10, era prestada), gastos en comida (convencer a la gente de trabajar gratis es difícil; sin comer, imposible) y la escena más onerosa de la película (el bar, donde, al invitar a todos los extra, nos volamos la mitad de presupuesto), fue de 400 euros.
Problemas, obstáculos y aprendizajes.
1) Rodar en París es fácil: (a) Pocas ciudades se prestan al asalto y pillaje de sus calles, parques y paradas de metro, como París. Los colegas, muchos norteamericanos, explican que rodar así en Nueva York es imposible. La capital gala no tiene límites: sólo nos paró la policía una vez e inventé un cuento de estudiantes y pasantías que funcionó. Ni siquiera nos quitaron la cinta. (b) La escena del Metro (la última) fue rodada sin permiso. Creo que poner a un africano vestido con un turbante a caerle a coñazos a un catirito en la mitad de un andén y luego hacerlo caminar por los rieles, es suficiente prueba de lo tolerantes que son en París. O quizás tuvimos suerte.
2) Es el sonido, estúpido: De nada sirve rodar escenas perfectas si los diálogos no se escuchan. En los “bloopers” al final de los créditos escucharán el sonido original de la escena del puente y el parque, inutilizable. Si no fuera por mi amigo Mauricio Quero, ingeniero de sonido que trabajó gratis e instaló un micrófono en su clóset para hacer el voice-over (una pesadilla) hubiésemos tenido que gastar miles de euros para arreglar la cinta.
3) Editar y montar el video tú ahorra dinero pero multiplica los dolores de cabeza: 3 de la mañana, estoy reunido con el co-director montando la película. El Final Cut Studio Pro pirata, bajado de Piratebay, hace los updates automáticamente. “Inserte la nueva clave”. Kaputt. Perdimos la película. Estuvimos hasta las 6 de la mañana probando claves en internet hasta desbloquearlo. Además, al no poder pagar un editor, tuvimos que enseñarnos nosotros mismos cómo utilizar el programa. Es decir, al principio, alguien me recomendó un editor que vivía al norte de París y podía trabajar gratis. Simpático, el tipo. El único problema es que su trabajo, para hacer dinero, era dealer. Sí, de drogas. O sea, que mi editor estaba o dormido (hasta las 5 pm) o arrebatado (de las 5 a las 10 pm) o haciendo “diligencias” (de las 10 a quién sabe cuándo). Así que renunciamos al editor, nos encerramos a aprender y vimos todos los videos de Final Cut y leímos todos los foros. Juro que si vuelvo a escuchar la vocecita con acento australiano que dice, “introducing Final Cut Studio Prow” (con ese “ow” que hacen ellos), me lanzo al metro.
4) Correr la arruga es crear problemas en post-producción. Si no tienes claro el guión, el shot-list y la producción serán un desastre, tendrás que pensar in situ dónde poner la cámara, cómo dirigir a los actores, etc. Es cine guerrilla: los actores se quieren ir (trabajan gratis), la policía puede llegar, la gente se fastidia. Ahora bien, si no resuelves esos problemas en el rodaje, sólo te creas problemas en el montaje: escenas faltantes, imposibilidad de hacer el raccourci narrativo porque no tienes cut-ins para pasar de un plano a otro, violaste la ley de los 180º y no puedes cortar la toma, etc. Incluso, puedes tener que volver a rodar partes de tu película y crear desastres (incoherencias en la iluminación, vestuario, etc.). Es mejor pensarlo bien, escribirlo todo, repasarlo mil veces y después grabar. Sólo puedo decir que tuvimos mucha suerte y lo que me faltaba pude trampearlo sin que se haga demasiado notorio.
5) El mundo del video está al alcance de todos. Vean el video y luego piénsenlo: 400 euros. Sí, es cine amateur. Sí, es de calidad mínima. Pero lo hicimos mis panas y yo, en ocho días de rodaje (y meses de post -ugh, Final Cut). Basta con reunirse con gente talentosa y echa pa’lante (esto último es lo más importante, talento tenemos todos), tener una buena idea y lograr escribirla. Trabaja con lo que tengas a mano. Utiliza tus recursos. Casas, espacios. Visita a los amigos. Si la idea es buena, la gente no tiene miedo de trabajar gratis. Sobórnalos. Asegúrate de tener chicas jóvenes y bellas dando vueltas por el set todo el tiempo. Promete alcohol y fiestas al final del rodaje. Intercambia conocimientos para pagarles (ofrecimos fotos gratis, traducciones, montajes y edición primitivos pero ad honorem, subtítulos de otros proyectos, etc). Hoy en día, con una buena idea y poco dinero se pueden llevar a cabo experiencias interesantes. ¿400 euros? Hay gente que se gasta eso en una noche de fiesta. Nosotros los invertimos en 8 días de aprendizaje, experimentación y trabajo relajado con los panas y produjimos algo que, a pesar de sus errores y limitaciones, sentó un buen precedente.
Aquí les dejo el cortometraje, 20 minutos, con subtítulos en español. En el sitio web de Vimeo pueden verlo sin subtítulos o con subs en inglés o francés. Advertencia: El video en línea es de baja calidad. Son los aleas del web-hosting.
Es difícil entender el apoyo del Presidente Chávez a la República Islámica de Irán. “Difícil” acá quiere decir, “sin realizar un cuestionamiento profundo de las palabras “democracia” y “elecciones” en el léxico del gobierno”.
No sólo fue completamente irresponsable aplaudir la estafa electoral del año (algo probado y comprobado hoy por hoy) sino que cuesta entender el cinismo de darle la espalda a miles de manifestantes callejeros que fueron brutalmente reprimidos.
Si algo falta en esta revolución, es una vara de medir común que permita entender la lógica detrás del apoyo a Zelaya y el rechazo a los manifestantes verdes en Teherán o del rechazo al embargo de Cuba por parte de los U.S.A. y la instauración de un bloqueo económico con Colombia. Yo no entiendo por qué los colombianos que viven en la frontera sí deben sufrir y pagar por las decisiones políticas de Uribe, mientras que los cubanos no son responsables de las de Fidel. En mi mundo, ningún bloqueo es justificable y por eso no entiendo estas sutiles diferencias.
Pero si volvemos a Irán, vemos que todos los miembros del Estado Mayor reformador, es decir, aquellos cercanos a Mohammad Khatami, están siendo enjuiciados por el Tribunal Revolucionario. Ministros, periodistas e investigadores son acusados de “los incidentes electorales” y de ser el cerebro detrás de las manifestaciones.
Además, el partido reformista “Mocharekat” ha sido declarado “contrario al Islam” (que es lo peor que te puede pasar) gracias a “la confesión” de Said Hadjarian, cercano al Presidente del partido político.
El señor Hadjarian, víctima de un atentado en el 2000 que lo dejó postrado en una silla de ruedas y apenas capaz de hablar, dio su “confesión” luego de horas de interrogatorio bajo el sol que le produjeron desmayos, según algunos testigos.
Entonces, luego de leer esto, quisiera preguntarle a los chavistas pensantes, aquellos que no se adosan automáticamente a todo lo que dice el PSUV… Ya va, mejor reformulo mi pregunta: quisiera preguntarle al único chavista pensante que queda, Vladimir Villegas, qué se siente, luego de haber sido encarcelado y perseguido por la Cuarta República (whatever that means), leer que el gobierno dizque progresista dizque de izquierda dique por la libertad, de Hugo Chávez, apoya una República que (a) irrespeta olímpicamente las reglas mínimas de juego de una elección; (b) aplasta salvajemente a la disidencia; (c) declara ilegales a los partidos reformadores; (d) tortura inválidos para obtener delaciones, y una larga lista de etcéteras.
Que me explique el señor Villegas cómo desmontar el discurso de la oposición cuando sus políticos son acusados de ser los responsables de crear pánico, igual que en Irán. Que me explique cómo mantener la fe del elector demócrata que siente que la justicia en Venezuela sirve a los intereses del poder. Cómo evitar ver al Defensor del Pueblo como el Verdugo del pueblo. Cómo dejar de ver al gobierno como una autocracia militar de derecha.
Pero más allá de eso, que me explique cúal es la diferencia entre denunciar las condiciones de prisión en Guantánamo y no hacerlo en Irán. ¿Por qué hay presos que valen más que otros? ¿Por qué hay atropellos que debemos denunciar gritando en la O.N.U. y otros sobre los cuales callamos? ¿Qué hizo un estudiante iraní para que Chávez no lo ayude?
Esa vara de medición es la que hace falta, esas explicaciones son las que no hemos recibido los que escribimos, día tras día, que hay un desmantelamiento sistemático de las instituciones democráticas en Venezuela y que sólo un bobo incapaz de pensar más allá de lo inmediato creería que vamos a estar mejor con todo el poder concentrado en el Ejecutivo.
Venezuela no inventa nada. De hecho, somos poco originales en lo que se refiere a política. Es por eso que una buena manera de entender lo que sucede en el país es buscar paralelos en otros lugares.
Ayer apareció publicado el informe de Provea denunciando que más de 2 mil compatriotas han sido encarcelados durante las protestas. En eso, la quinta y la cuarta República se dan la mano.
Sin embargo, surge una discusión que será el nuevo terreno para el gobierno y la oposición: los prisioneros políticos.
¿Es Richard Blanco un prisionero político? ¿Lo son Simonovis y Forero? ¿Francisco Usón?
Este nuevo juego retórico sirve como muestra de los conceptos que se manejan: Para el militante chillón, franela del Ché y Venas abiertas debajo del brazo que trata de entender todo con conceptos anacrónicos, “prisionero político” es alguien secuestrado por la Seguridad Nacional en la madrugada que es llevado a un campo de fútbol o al campo de concentración de Guasina.
En la otra esquina, el militante ras-le-bol de oposición que se comporta como Nerón y pretende defenestrar al Presidente con una marcha o una toma de Plaza, argüirá que todo lo que se haga en su contra lo convierte en prisionero político, sin importar su conducta antes de llegar a la intervención policial.
Lo que obviamos es qué significa ser prisionero político. Más allá de la guerra retórica (“una democracia no tiene prisioneros políticos”), el ser declarado como tal implica que las condiciones de detención no serán las mismas que el pabellón general. El señor Presidente Hugo Chávez lo sabe muy bien ya que él disfrutó de la condición de “prisionero político” en Yare para pintar, dar entrevistas y escribir.
En estos días estuve trabajando traduciendo peticiones de la UNESCO a los Estados que detienen prisioneros políticos. Lugares como Siria, Libia, Pakistán, Corea del Norte, Myanmar (Burma), Irán y Cuba reciben, cada año, la misma carta que exige la liberación de gente cuyo único delito fue organizar un partido político o marchar (transcripción parcial de un documento, aquí).
Sin embargo, noté un patrón alarmante: todos estos países, (1) se jactan de no tener presos políticos (sino desestabilizadores, agitadores, etc.), y (2) tienden a encarcelar, en el pabellón de delitos comunes, a estas personas.
Las denuncias que encontré sobre las condiciones de detención en éstas cárceles también son similares: sobrepoblación, escasez de alimentos, peleas frecuentes, insalubridad en las celdas y los servicios sanitarios, falta de camas y todo un largo etcétera que cualquier venezolano conoce.
Ahora bien, no es exagerado decir que un periodista de 50 años encerrado con 18 asesinos y violadores en Burma es un acto premeditado, que responde a una necesidad estructural: legalizar la tortura.
Obviamente, al no ser declarados “presos políticos” estas personas salen de los tratados internacionales que los protegen y el Estado mantiene un rostro “democrático” ante el resto del mundo. Pero no basta con el simple encarcelamiento de personas que expresan su opinión (el caso de Pánfilo es alarmante). Los Estados autoritarios necesitan mantener su superioridad a través del miedo y la represión (porque en el plano discursivo e institucional son indefendibles) y por ello crean sistemas de tortura encubiertos que serán ignorados por la lectura anacrónica pinochetista del ejercicio totalitario del poder.
Estas no son coincidencias. Que a un preso político en Irán le nieguen la asistencia médica igual que en Corea del Norte es parte de un sistema refinado y aceitado para torturar a los ciudadanos de manera impredecible (no se sabe si serán golpeados) pero con resultados similares (dos casos de presos políticos con cáncer, uno en Cuba y otro en Siria, donde se les abandonaba a una muerte lenta. ¿Coincidencia?).
Es necesario entonces entender las estructuras y mecanismos que utilizan los Estados para crear una “ortopedia del poder” donde los ciudadanos internalizamos y reproducimos los esquemas de opresión y miedo que le convienen al Estado. Los Estados tienen poder y sólo les interesa ejercerlo. Al eliminar los balances institucionales del poder (las Asambleas representativas, los Tribunales neutros, los medios de comunicación, etc.) nos enrumbamos hacia nuestro propio exterminio: ello comienza con insultos y descalificaciones, pasa a las golpizas callejeras y la criminalización de la diferencia ante el pensamiento dominante y, en muchos países, llega a la tortura legalizada en las prisiones.
Descubro con satisfacción que la bloguera Gloria ha escrito una extensa y bien ponderada reseña de mi libro. Son el tipo de cosas que dan fuerza, que te hacen pensar que no lo estás haciendo tan mal. Siempre he creído que si un libro funciona con una persona, si el texto puede llegarle a alguien igual que los buenos libros me llegan a mí, pues significa que valió la pena publicarlo, que ese árbol no dio la vida en vano.
Por otro lado, me sorprendió gratamente que Gloria haya entendido y analizado cosas que a mí jamás se me hubiesen ocurrido. Además, su pluma es sincera y se aleja de las insoportables adulaciones para entrarle de lleno al libro.
Gracias a Gloria escribiré con convicción hoy.
Es el mejor regalo que me hayan podido dar, a escasas semanas de mi cumpleaños.
Querido diario:
Hoy fue un día de mucho trabajo. La verdad que extraño esa época maravillosa cuando teníamos la ley habilitante para que nuestro comandante se encargara de todo. La vida era sencilla: nos reuníamos Carlos, Rafa y yo en la parte de atrás del hemiciclo para decidir a dónde iríamos a almorzar y quién pagaría la cuenta en el Club de Bacco el fin de semana. El resto del día, discutíamos caballos y estudiábamos el culo de las pasantes. Una maravilla.
Pero ahora dicen y que tenemos que legislar. No que eso me preocupe: uno sabe de antes para dónde va la cosa, basta seguir el Aló Presidente y sondear allí, cuántos levantan las manos, para ver dónde está la mayoría. La mayoría nuestra, quiero decir. Lo mejor es seguir al profesor Escarrá, porque si uno se pone a escuchar a gente como Earle Herrera, por ejemplo, te enredas todo. Al final no sabes ni qué es lo que estamos votando.
Pero hoy fue una ladilla. De verdad. Porque lo que hace falta en este país es un poco de control. Acá cada quien hace lo que le da la gana. Así que estamos tratando de ordenar las cosas un poco. Estos locos, que y que diciendo que la “Libertad de expresión” les deja decir lo que quieran. Habráse visto. Y entonces van y le pintan orejas de Mickey al comandante. Quéseso. Entonces alguien tiene que tomar las medidas impopulares. Además, si Escarrá dice que es legal, pues él es el que sabe de esa vaina. Yo levanto la mano.
Pero hoy tuvo que salir otra vez el gafo ese de Ismael, interrumpiendo todo, que si con sus ridiculeces, “caballeros, recapaciten, la historia los juzgará” y qué sé yo. Puro ridículo, es lo que hace el pobre diablo ese allí. El flaco y yo lo que hacíamos era puro reírmos. Es que tenías que verlo, el talanquero hablaba pero por allá atrás uno de los nuestros lo remedaba, pero con voz de mujer. Era súper cómico. Claro que el pajúo ese no podía sentarse y dejarnos votar, no; él tenía que seguir con su discursito piche, como que con eso va a convencer a 40 carajos de los nuestros a que voten en contra de la ley. ¡Qué pérdida de tiempo, no te digo yo!
Así que llegamos tarde al Alazán, por culpa del bicho ése. Y no había mesa. De bolas. ¿Cómo vas a conseguir mesa para 4 a esa hora? Y luego salen a decir que el país está en crisis. Pues nada: nos echamos unos güiquis y tequeños en la barra, para esperar. El chino nos estaba diciendo que le tiene el ojo puesto a una secre nueva que hay por la Asamblea, él dice que echa pa’lante. Parece que tiene una prima o algo; yo como que me pego en esa y nos tiramos para El Picoteo un día de estos. Que la esposa me cuide a los carajitos, una cena de negocios, la vaina, jej.
Bueno, así estuvo el día. Para colmo, cuando llegué, habían robado en la casa del vecino. Y todos viéndonos, sabes cómo es acá: puro escuálido mirándonos como que la cosa es culpa de nosotros. Porque no basta con calarse la cacerola en la pata de la oreja cada vez que se alebrestan, no; resulta que todo es culpa mía. Esta gente. Adictos a Globovisión, es lo que son. Esa vaina enferma. Luego dicen que si los huecos en la calle son culpa mía, y vaina, o de mi esposa. Sí son arrechos. Igual, ni que estuviérsamos gobernando para ellos. Estos bichos ya tienen todo, pero ¿y el pueblo? ¿Qué de la gente humilde? Esos son los que necesitan ayuda. Esos son los que vamos a apoyar.
Bueno, suficiente por hoy, me voy a dormir, que mañana vamos a discutir qué es lo que se puede pasar en televisión o no y allí la señora de servicio quiere que defienda no sé qué telenovela. Debería poner cable, como nosotros. Bueno, en el futuro, cuando la hayamos sacado de la pobreza, seguro tendrá plata para pagarse un Sony Entertainment o ver el beisbol de Grandes Ligas. Pa’llá vamos, ¡a paso de vencedores!
Reuters, efe. La Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, en otra brillante maniobra legal que busca impulsar a Venezuela a la vanguardia de la justicia y la libertad mundial, acaba de proponer hoy una “Ley de delitos por provocación” que fue aprobada sin discusión alguna en la Asamblea Nacional, siguiendo el nuevo estatuto de quórum relámpago que sólo exige que los diputados griten “¡verga!” a todo gañote y pasen los 300 decibeles.
Esta ley busca ordenar las acciones de justicia social emprendidas por el pueblo soberano de manera autónoma, como las sucedidas en el día de ayer, cuando la burguesía atacó a mansalva a un grupo de palos indefensos. Como todos sabemos, ello llamó la atención de un comité revolucionario que se encontraba pacíficamente en una esquina estudiando poemas de Octavio Paz para traducirlos a la lengua Yekuana. El desenlace es conocido por todos y forma parte de la disposición transitoria “toma tu tomate” con el cual se resume la ley.
Al presentar el texto legal, Ortega Díaz expresó su alegría ya que, “ahora los venezolanos contamos con un reglamento para el ajuste de cuentas o ‘culebras sociales’ como lo llama el Presidente”. Cuando los reporteros de Krisis Co., confundidos ante la presente ley, preguntaron si se estaba legalizando la re-coñiza a mansalva, la Fiscal calmó las inquietudes con su respuesta: “Caballeros, ¡por favor! ¿Qué clase de lenguaje es ese? Lo que estamos haciendo es justamente lo contrario, queremos evitar las re-coñizas injustas, al mismo tiempo que le damos al pueblo las herramientas para luchar por la justicia con sus propios nudillos. Por ejemplo, el artículo Charles Bronson en el apartado dos establece claramente que, si usted es un veterano de guerra que consigue el barrio invadido por malandros, es legítimo defenderse de la provocación con: (a) puños o cuchillo hasta 5 malandros; (b) revólver Mágnum, desde 8 provocadores; (c) ametralladora M-50 desmontada de un helicóptero, 20 coñoemadres, (d) Bazooka, sólo para matar al jefe de la pandilla”.
“La idea -continuó la Fiscal, a pesar de las risas escuchadas cuando la palabra ‘idea’ fue pronunciada por la señora Díaz-, es inscribir el todo en el civismo que nos caracteriza. Justicia Social, sí, desorden y rochela, no. Por ejemplo, en el caso de los periodistas, es obvio que, si los valientes defensores de la revolución hubiesen leído la ley, no hubiesen pasado de la cláusula patada-por-ese-culo, o artículo 4. Pero al muchacho que le dieron un palazo por la espalda, por ejemplo, ¿qué clase de barbarismo es ese, ah? Eso es desleal. La disposición “po’el pecho” -artículo 7-, proteje al periodista de este tipo de salvajismos. Fíjense que también hemos distinguido entre “peñonazo en la jeta” y “peñonazo en la nuca“, lo cual es muy distinto. Además, también regulamos los insultos que se pueden utilizar para evitar toda intención racista o clasista. En ese sentido, “paridoporelculo”, puede tener conotaciones homófobas, así que exhortamos al público a socializar los insultos para evitar la discriminación; de ahora en adelante, todos seremos “hijoeputa” o variaciones de tan bella locución, usando el plural o la cuantificación (hijo de mil putas), etc.”
Así, Venezuela vuelve a dar un paso hacia adelante en Derechos Humanos y Democracia y se une al grupo selecto de Zimbabue, Myanmar, Pakistán y Corea del Norte, otros pioneros en esta práctica legal.
Reuters, efe. Según informan para nuestra agencia de noticias, Krisis Co., el último ataque desestabilizador por parte de la oposición fascista y retrógrada implica atentar contra el equilibrio ecológico nacional, al abalanzarse salvajemente sobre un grupo de palos indefensos que caminaban por el Centro de la capital venezolana.
“Fue una partida limpia de piedra, palo o volantes” -explicó el señor Roble, el líder de los maderos. “Nosotros nos desplazábamos pacíficamente por el Centro, ejerciendo nuestro derecho a libre tránsito por la misma ruta donde pasaría la marcha, cuando estos agresivos individuos nos cayeron a Zidanazos”, declaró, haciendo alarde de la capacidad venezolana de producir neologismos.
“Quieren acabar con nuestra raza para crear una desestabilización ecológica que permita a la C.I.A. instaurar su “plan termita” para combatir a la guerrilla”, denunció otro de los afectados.
Según pudo entender nuestro conglomerado noticioso financiado por los Masones, el Senado Gringo y el Likud israelí, el gobierno procesará a los antisociales por su agresión contra los palos, por llamar a la subversión, por crímenes ecológicos y por utilizar la ouija para tratar de levantar un ejército de zombies que atacará al gobierno democráticamente elegido (307 veces, si separamos los municipios y parroquias en mini-plebiscitos), de Venezuela.
En estos momentos la Asamblea Nacional discute airadamente la moción propuesta por el diputado Escarrá para organizar un empalamiento público de los volanteros.
Fe de erratas: El comité editorial se disculpa por ciertos errores que pueden aparecer en el texto, como el adverbio “airadamente” en el párrafo anterior, ya que no qusiéramos que se nos acusara de desinformar y por ello aclaramos que “airadamente” significa en paz y con extremado civismo.
Fe de erratas 2: El comité editorial también se disculpa por la terrible contradicción escrita más arriba, “la Asamblea Nacional discute”. Pedimos perdón a todos aquellos a quienes pudimos confundir al hacerles pensar que los diputados venezolanos son algo más que las 4 letras que vienen después de la sílaba “di” que describe su cargo.
El artículo del periodista español Xavier B. Fernández abre la colección de textos de “La revista“, publicación cuya organización es completamente azarosa, dicho sea de paso. Sin embargo, las reflexiones del viejo camarada del Nuevo Cojo Ilustrado sientan las bases de todas las ideas que vendrán después en La revista, ya sea para corroborar el acuerdo con sus críticas y señalamientos, ya sea para colocarse en la acera diametralmente opuesta a sus ideas. Quisiera entonces hacer algunos comentarios sobre su intervención para empezar el debate en torno a esta iniciativa editorial en la red.
La uniformización de los modelos humanos alrededor de una sola idea. Varios terrenos han sido invadidos por el pensamiento de la globalización, doctrina filosofico-económica que se ha venido imponiendo a pasos agigantados por todo el planeta. Desde acá hemos ventilado dudas sobre la reducción de todo aspecto de la vida humana al inmediatismo del consumo / desecho enmarcado por principios económicos de ganancia monetaria. Que la carrera tecnológica por el desarrollo de soportes más avanzados deba realizarse en ese marco es obvio; que todos los aspectos de lo humano -lo cultural y lo político por ejemplo-, puedan hacerlo es un salto conceptual que me parece errado. Incluso la carrera hacia delante a como dé lugar en tecnología produce baratijas y bodrios electrónicos sin utilidad (un teléfono con nivelador de estantes, un sacacorchos con llave USB), evidentemente, en la industria del entretenimiento no podría ser de otra manera. Sin embargo, lo que más punta le saco al artículo de Xavier es su capacidad de mostrar cómo la cultura, otrora actividad subversiva y emancipadora, ha sido reducida, por “la dictadura de la actualidad”, a un objeto de consumo cuyo significante se agota rápidamente.
Creo que esto responde a la misma lógica inherente a esa globalización acelerada: la capacidad de anular movimientos molestos para el sistema o integrarlos, reificarlos y venderlos en un contexto inofensivo (afiches del Ché Guevara o grupos de música punk).
Lo que tenemos enfrente es una forma de concebir el mundo y el ser humano sin tomar en cuenta procesos inscritos en el tiempo, como el pensamiento o la reflexión. Es decir, en aras de un aumento de la productividad ad infinitum (que nadie puede justificar tampoco) el modelo liberal justificará, de modo utilitario, que el valor de una creación artística se medirá en la cantidad de gente que se adhiere a la propuesta y la compra (o manifiesta su contento). Por supuesto que aproximaciones de tal tipo (una buena introducción es el libro “las virtudes del egoísmo“, de Ayn Rand) hacen abstracción de todo proceso mental o interno ligado a la experiencia de la obra y suponen, de manera conductista, que pase lo que pase, si un millón de personas compra el disco X, es porque es un artista “popular“. Mucho podríamos decir de la publicidad, el trending y el acoso publicitario, pero ese es otro tema (referirse a No Logo, de Naomi Klein).
En lo político, Xavier muestra cómo la izquierda, ante un discurso pragmático capaz de movilizar al electorado de parte de la derecha, no ha sabido responder de manera coherente. Existe, es verdad, una explosión en los micro-grupos activistas como Reclaim the Streets que la propia Naomi Klein se da en aplaudir pero lo cierto es que ni ella ni Noam Chomsky con sus loas al altermundialismo tienen la más remota idea de cómo transformar un micro-grupo que hace fiestas rave en las calles de Londres en una postura política capaz de ganar espacios y hacer algo más que graffitear propagandas.
Es por ello que pienso que lo que la derecha entendió y la izquierda aún no (no que tenga esperanzas, en esta época, la izquierda no parece entender mucho) es la forma en la cual el discurso político puede ser manipulado para dinamitar el vínculo de representación igual que las corporaciones entendieron cómo dinamitar el vínculo de la “calidad” a través de la publicidad salvaje.
Este “juego” fue el que traté de aislar en mi contribución a “La revista” y que trataré de ampliar cuando le llegue el turno a mi artículo. Pero no dejo de rescatar en el artículo de Fernández, (1) el acertado diagnóstico sobre la aceleración del tiempo entre producción y consumo; (2) cómo esta aceleración juega hacia la conservación del sistema ya que impide procesos complejos de pensamiento y análisis (porque llevan tiempo) y (3) cómo el todo, aunado a un discurso efectista de parte de los gobiernos (basados en el terror, la seguridad, el miedo a la otredad, el inmigrante, el árabe, la crisis, etc.) crea un caldo de cultivo súmamente nocivo donde los ciudadanos se aislan, se compartimentalizan y son arrollados por la maquinaria publicitaria, política u otra.
Terminaré diciendo que, al igual que el vínculo pragmático no garantiza calidad (sólo es una constancia de ventas), lo que más afecta a la crisis democrática actual, a nivel mundial, es la falta de mecanismos que vinculen los políticos y sus partidos, sus discursos, con sus acciones. Es decir, si yo prometo devolver el CD de Massive Attack que me prestó Xavier y no lo hago sino que me lo quedo, mi palabra quedará en entredicho la próxima vez que le pida algo. Ese juego, utilizado a las mil maravillas por alguien como Berlusconi, por ejemplo, crea un daño institucional intangible, de proporciones enormes. ¿Qué piensa usted, lector, que pasará en los Estados Unidos si Obama no lograr cambiar las cosas que prometió cambiar? Puede que sea el fin de la ilusión, o más bien, el fin de la ilusión para aquellos que todavía la entretienen.
En su libro “Eichmann en Jerusalén: un informe sobre la banalidad del mal”, la filósofa alemana Hannah Arendt desarrolla su tesis sobre la forma en la cual las sociedades entronizan conductas inaceptables al inscribirlas en la gramática social y cultural, lo cual empuja nuestros límites éticos a fronteras desconocidas.
Arendt escribió sus textos al presenciar el juicio de Adolf Eichmann, un personaje mediocre, intelectualmente insignificante, frágil y simple, responsable de la muerte de millones de seres humanos con la escalofriante “solución final”.
El proceso descrito es esclarecedor y ayuda a comprender cómo las sociedades pueden degradarse hasta naturalizar acciones que cualquier individuo tildaría de inaceptables.
El mecanismo es simple y se basa en la repetición incisiva, la justifiación y el desarrollo de juegos de lenguaje basados en sofismas retóricos, para que el ciudadano común empiece a construir su discurso integrando estos elementos, antes impensables.
No es exagerado decir que, mutatis mutandis, Venezuela vive actualmente un peligroso proceso de banalización del mal. Esto lo escribo al llegar a la prueba empírica que cristaliza todo este proceso: las justificaciones alrededor del ataque a doce periodistas ocurridas ayer en las calles de Caracas.
Hay cosas que no se discuten. Hay cosas que no deben ser negociadas en la “conversación libre” que se supone dan las democracias: discutir si internet es “prioritaria” o “suntuaria” es abrir la puerta a aquellos fundamentalistas, esos sofistas útiles que sólo degradarán el discurso ante su posición indefendible, para lograr un empate técnico y finjir que han creado un consenso democrático.
En mi país podemos seguir día a día las artimañas estratégicas de estos grupos quienes, utilizando las líneas retóricas lanzadas desde el Estado, se empeñarán en argüir lo democrático de la designación de Jacqueline Farías, el cierre de las emisoras de radio o el autismo de la Asamblea Nacional.
Sin embargo, si bien hasta ahora podíamos catalogar esto de “la banalización del autoritarismo” o el juego retórico de explicar lo democrático en el irrespeto de elecciones (y demás), hoy hemos dado un paso increíblemente bajo en la aceptación de la violencia estadal.
El análisis frío del apparatchik extraordinaire Luigigno Bracci, por ejemplo, es revelador. Simpático, si hablamos de estilo, el que estas personas, tan dadas a inundar sus artículos de pathos acartonado sacado de una canción de Alí Primera, afronten esta situación con el helado desdén del ciudadano polaco que ve a la S.S. llevarse a un judío a la comisaría y voltea la cara sin siquiera transpirar o mostrar arruga alguna.
¿Se puede abordar de otra forma el que el señor Bracci escriba que lo que ocurrió fue que un grupo “confrontó” a los periodistas en el centro de la ciudad? Para seguir el camino del mamarrachismo contradictorio que caracteriza estas justificaciones, el mismo señor Bracci tiene el tupé de escribir “[que] los confrontaran” (feliz subjuntivo), ¡y realizar un hipervínculo a una página intitulada “El ataque salvaje…” con imágenes de la sangrienta escaramuza!
El otro ángulo de ataque retórico nos lo da el troll tarifado gritón que habita los comentarios del blog anglófono Caracas Chronicles y “escribe” bajo el pseudónimo “Carlos” o “Mediadrone” (o a veces los dos, y se responde, de lo más Norman Bates). Según este insecto, la lógica perversa reminiscente de la Ley del Talión dice que, ya que “la oposición” (así, en categoría general, casi que con mayúsculas) es “violenta” con los grupos “chavistas”, ergo (sí, salto intelectual, atajo retórico brillante) los periodistas se merecían los palazos.
Sustituya “periodista” por “judío” y “Venezuela” por “Polonia” y entenderá usted, querido lector, a qué se refería Hannah Arendt con su concepto “la banalización del mal”.